Olvidamos muy rápido

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Los cambios políticos y económicos que sucedieron durante 2024 en México, con la configuración de un nuevo régimen y cambios institucionales trascendentales, se han diluido por el ruido de las negociaciones con Washington. Ante la coyuntura, corremos el riesgo de olvidar lo que se ha logrado y lo que falta por resolver, en medio del reto mayor: la incertidumbre que significa Donald Trump. 

*Por Rodolfo Ostolaza, subdirector de Estudios Económicos de Banamex

En las últimas semanas, la figura de Donald Trump ha emergido como un referente inescapable para la economía del país, dejando más allá de un segundo plano a los cambios políticos y económicos que marcaron 2024.

La vorágine de la era digital nos ha forzado a hiperfocalizarnos en la coyuntura. México, atrapado en la órbita de su vecino del norte, parece haber olvidado el pasado reciente, y los retos que de él emanan, en medio de la incertidumbre que Trump impone desde Washington.

Durante la segunda mitad de 2024 hubo cambios históricos en el país. La llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia, la primera mujer en ocupar dicho puesto, se originó en un triunfo electoral avasallador, con casi 36 millones de votos que la respaldaron, dejando muy lastimada a la ya de por si limitada oposición, con partidos políticos más preocupados en su supervivencia que en la resolución de los retos del país.

De la mano vino la mayoría calificada en la Cámara Baja, y muy cerca se estuvo de obtenerla también en el Senado (a pesar de que se consiguió posteriormente), además de las numerosas victorias estatales y municipales. Quedo claro el apoyo de la población a la llamada Cuarta Transformación.

Posteriormente, la reforma al Poder Judicial y la eliminación de organismos autónomos, entre muchos otros cambios, formaron parte intrínseca de la consolidación de dicho movimiento, aumentando la incertidumbre sobre las nuevas reglas del juego.

Consecuencias visibles

En términos económicos, el crecimiento trimestral promedio del PIB fue de 0.1% en 2024, muy por debajo del 0.6% de 2023. La caída de 0.6% en el cuarto trimestre del año pasado mostró un deterioro mayor a la expectativa, con un retroceso en la generación de valor agregado.

El fin de las obras insignia de la administración anterior afectó a la inversión física, dentro de la cual, la privada, creció 4.5% anual (lejos del 16.4% de 2023), mientras que la inversión extranjera directa (IED) apenas y creció en dólares nominales, reflejando la falta de materialización de la relocalización, o nearshoring.

Destacó que este fenómeno, el cual considerábamos como uno de los principales riesgos al alza para el crecimiento, ha prácticamente desaparecido, sin olvidar que la falta de infraestructura (eléctrica, hídrica y de logística, entre otras) y la inseguridad tampoco ayudaron a su realización.

La fortaleza del peso (¿quién no recuerda al superpeso?) en la primera mitad del año, acompañado de mínimos históricos en el desempleo, aumentos significativos en los salarios reales (afectados, tal vez, por la recuperación del salario mínimo), y elevados montos de remesas (5,200 millones de dólares mensuales en promedio) se tradujeron en un consumo privado robusto, impulsado particularmente por bienes importados.

Pero inmediatamente después de la elección, el 3 de junio, comenzó una depreciación del peso, como una respuesta del mercado a las nuevas condiciones políticas, que lo llevó de niveles de 17.60 alcanzados el 31 de mayo, a 18.80 el 12 de junio. En tan solo un mes el super peso había desaparecido.

Los eventos posteriores han impedido que dicha depreciación se detenga. De hecho, sigue afectando negativamente al consumo privado, el cual presentó su primera variación trimestral negativa en el cuarto trimestre, tras más de cuatro años con avances trimestrales.

Sin embargo, no sólo la inversión y el consumo han ralentizado su ritmo. La innecesaria política fiscal expansionista del 2024 (a todas luces contraria a la restrictiva política monetaria de Banxico) generó un boquete que hizo sonar las alarmas sobre las condiciones de las finanzas públicas.

Lo que se viene

El necesario ajuste en 2025, con una reducción significativa en la inversión y gasto públicos, tampoco serán coadyuvantes al crecimiento de la actividad, además de que el derroche en el gasto afectó la perspectiva de la calificación soberana.

El sector externo, ante la caída en las exportaciones (que se empezaron a recuperar en el tercer trimestre de 2024) y la resiliencia de las importaciones (necesarias para la exportación, dada la integración de las cadenas de valor de la región), también contribuyeron negativamente al crecimiento y, hacia adelante, dicho comportamiento podría continuar, dada la retórica de Trump.

Todo lo anterior, que en otro contexto habría dominado el discurso público, ha sido eclipsado por la reelección de Trump y su “agresiva” agenda económica.

Desde la campaña presidencial antes de las elecciones del 5 de noviembre del 2024, el actual presidente puso en jaque la estabilidad regional, por ejemplo, con amenazas de aranceles del 25% a las exportaciones mexicanas y canadienses cuyo destino sea EUA.

Su retórica proteccionista, enfocada en repatriar empleos y reducir el déficit comercial de EUA, ha dañado innecesariamente al T-MEC, a tan solo unos meses de su renegociación en 2026.

A pesar de ello, México sigue siendo el principal proveedor de mercancías de EUA, pero dicha capacidad ahora enfrenta un futuro incierto, considerando el riesgo que las fracturas en la integración regional podrían generar, dada la nueva política exterior estadounidense.

Es comprensible que la magnitud de las decisiones de Trump capte los titulares: su capacidad para alterar las cadenas de producción globales y desestabilizar la economía mexicana con un decreto (o, incluso, una declaración) es innegable.

Los cambios políticos y económicos de 2024 en México se han diluido ante el ruido de las negociaciones con Washington, por lo que corremos el riesgo de olvidar lo que se ha logrado y lo que falta por resolver.

Desafortunadamente, los retos históricos y recientes del país no han desaparecido. Solamente han quedado relegados ante un reto mayor: la incertidumbre que significa Donald Trump.