Röyksopp: De Noruega y sus sonidos de hielo

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Play. Empieza el viaje con “…and the forest began to sing”, tema que abre el Senior, el nuevo disco del dúo noruego llamado Röyksopp.


Si a la mano tiene unos buenos audífonos que aíslen casi por completo el sonido del mundo exterior, no dude en utilizarlos justo ahora, porque Svein Berge y Torbjørn Brundtland lo llevarán de la mano a un lugar de ensueño, vibrante, profundo y lleno de sonidos que bien podrían semejar algunos parajes inhóspitos y fríos de su natal Noruega.

Ellos mismos han dicho que la mayor inspiración para crear su música ha sido su infancia en Tromsø, y se siente, porque la vibra de estos noruegos viaja en dos direcciones: la melancólica y nostálgica, y la alegre y juguetona, propias de una remembranza de aquellos tiempos de niños.

El Senior (2010) es el cuarto álbum de los noruegos, y la contraparte del Junior (2009), su tercera obra, la cual está compuesta en un tono mucho más energético y apto para el dancefloor. Según Svein y Torbjørn, el Junior y el Senior son ellos mismos, la dualidad que habita en cada uno, el sonido de su espíritu, unas veces alocado y sudoroso, y otras, pensativo, ensimismado.

Nueve son los temas que el Senior tiene, pero sin duda, los más destacados son “Senior living”, “Forsaken cowboy”, “The fear”, “A long long way” y “Coming home”.

La calidad de Röyksopp no es cosa reciente. Desde que lanzaron su primer disco, el Melody A.M (2001) demostraron el talento que tienen para producir temas interesantísimos y finos dentro del género electrónico y, sobretodo, la habilidad que tienen para crear atmósferas. Una vez que se escucha a Röyksopp, es muy difícil escapar de su sonido. Uno queda como prendado, hipnotizado, y más cuando escucha canciones de la talla de “In space”, “Remind me” o “Higher place”.

Los noruegos afianzaron el gusto de sus seguidores con The Understanding (2005), su segundo álbum, en el cual se atrevieron a mezclar moods, lo cual dio como resultado un disco bastante bipolar, en el cual se escuchan temas enloquecidos y de beats rápidos como “Circuit breaker” y “Alpha male”, hasta temas que incitan a la depresión, como “Tristesse globale”.

Los Röyksopp vinieron a México en 2009 a presentar el Junior. Verlos en vivo es toda una fiesta, porque se concentran en crear una atmósfera festiva, energética, bailable. Además, Röyksopp es de esas bandas que ofrecen mucho más al público, en términos musicales, en sus conciertos. Es decir, los temas que interpretan siempre tienen un plus. Escucharlos en vivo no es poner play a ninguno de sus discos, porque todas las canciones tienen aportaciones distintas que, si bien no son improvisaciones –ellos mismos dicen que no tienen el don del jazz para improvisar de esa manera-, sí dan al público algo nuevo.

Todos los discos de Röyksopp se caracterizan por tener excelentes colaboraciones con otros músicos, desde Erlend Oye de Kings of Convenience, hasta las nórdicas Anneli Drecker, Robyn, Karin Dreijer y Lykke Li, para quienes, también, los noruegos han producido y escrito temas.

Cuando un par de músicos está disfrutando su actuación en el escenario, se nota. A Svein y a Torbjørn se les escapa por los poros. Ellos están dispuestos –y encantados- de bailar, saltar, bajarse del escenario y hasta disfrazarse de robots. Quien alguna vez dijo que los nórdicos eran fríos e inexpresivos aún no conoce a Röyksopp, que de fríos e inexpresivos no tienen un pelo.

Mayra Zepeda