Luis Olea, jugador que estuvo postrado a una silla de ruedas, ahora busca lugar dentro de Rojos de CDMX

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Luis Olea, jugador que estuvo postrado a una silla de ruedas después de ser impactado por un conductor ebrio hace mas de dos décadas, ahora busca un lugar dentro del roster de los Rojos de la Ciudad de México para la Temporada 2022 de Fútbol Americano de México.

A través de un comunicado, el equipo resaltó que Luis Olea entrena todos los días con el resto del equipo y sabe que el objetivo será complicado, ya que compite por un lugar en el roster ante jugadores recién egresados de la liga mayor, varios más con amplia experiencia profesional, muchos con nivel de selección nacional y, por si fuera poco, frente a 16 jugadores extranjeros que tendrá este año el equipo.

Según relatan, hace poco más de 20 años, este jugador se preparaba para debutar en la
liga mayor como parte de los Borregos Toluca del Tecnológico de Monterrey. Presumen que era uno de los estelares refuerzos defensivos que tendría el equipo aquel año; hasta que, un día, un hombre ebrio rompió sus sueños y cambió su vida.

En ese entonces, Olea cuenta que trabajaba como repartidor en Mexicali, su tierra natal, para poder darle dinero a su mamá. Aquel sombrío día, mientras realizaba una entrega, un conductor en estado de ebriedad se pasó un alto y generó la acción que afectó al jugador.

El jugador recuerda que después del impacto se mantuvo consciente por unos minutos, pero camino al hospital entró en coma. Tiempo después, sus padres, ahogados en llanto, recibieron la noticia de que no había pronóstico de cuándo podría despertar; podían ser horas, días o meses. De manera sorpresiva, tres días después, Luis despertó.

Sin embargo, de inmediato recibió un duro golpe: no podría volver a caminar y si eso ocurría, habría secuelas fuertes ¿Futbol? Ni pensarlo. Entró en una profunda depresión y su peso aumentó considerablemente durante el siguiente año. Movió la flecha de la báscula de los 100 kg a los 180 kilos.

Basado en la máxima del fútbol americano: “hay que mentalizarse en una jugada a
la vez”, cuenta que, un año después, con la mentalidad y el espíritu renovados, inició una rehabilitación que, si bien fue lenta, en 2008 lo hizo volver a caminar.

Como si el accidente no le hubiera dejado secuelas, Luis comenzó a realizar solo fisicoculturismo, después el camino más tortuoso, ocho años para enrolarse en un equipo
de softball, poco tiempo después el tocho bandera marcó su retorno a los campos de futbol
americano y al deporte competitivo.

 

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