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Las remesas significan apenas 2.7% del Producto Interno Bruto (PIB); por ello, considerar que son un puntal de la economía mexicana es un análisis desafortunado porque no se depende de ellas, afirmó Genoveva Roldán Dávila, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc), de la UNAM.
Sin embargo, hay países que sí dependen de ellas, por ejemplo Haití, donde representan 26.5% del PIB; El Salvador 21.4 y Honduras, 20 %. En la economía mexicana no llega al 3% e históricamente ese ha sido su comportamiento; en 2006 representaron 2.6%, recordó la investigadora.
De acuerdo con un boletín emitido por la UNAM, en México las remesas son un soporte importante para alrededor de un millón 600 mil hogares que las reciben, casi 5% del total en el país. Y “aun así hay datos que indican que en 70% de los casos, esos ingresos no alcanzan para cubrir los gastos esenciales; 350 dólares al mes son útiles y necesarios para resolver problemas urgentes y completar los ingresos que las personas puedan tener en México para el consumo alimentario, atender la salud o la educación”, indicó.
No obstante, en el caso de la República Mexicana, hay algunas entidades y municipios, como Michoacán, donde superan el 10% del PIB; Jalisco, 9.8%; y Guanajuato, 9%. Ciudades como Tijuana, Puebla, Morelia, Guadalajara, Culiacán, Oaxaca, León, Zapopan, Monterrey y San Luis Potosí también tienen alta dependencia de esas divisas.
La universitaria rememoró que en los primeros meses de la pandemia las estimaciones del Banco Mundial planteaban una caída sustancial en el flujo de las remesas, dejando afectaciones en los países que las reciben. “Con asombro, los datos nos conminan a ver otra realidad: las remesas no sólo no cayeron en el caso de México, sino que se han incrementado de manera importante”, indicó.
Los migrantes se van a Estados Unidos con la expectativa de ganar nueve o 10 veces más y mandar dinero a sus familias, pero la realidad es que envían alrededor de 10% de su sueldo, porque deben pagar renta, servicios y alimentos en dólares. Está demostrado que los mexicanos son esenciales para determinados sectores, en lo que sus procesos de acumulación del capital dependen de su fuerza de trabajo; su trabajo es fundamental para aquel país y en condiciones de pandemia ha resultado más evidente, recalcó la experta.
Con la emergencia sanitaria vino un desplome de la ocupación y el incremento del desempleo de los connacionales en la Unión Americana, pero a principios del año en curso comenzamos a ver una recuperación más pronta entre los latinos y mexicanos, en comparación con los nativos estadounidenses. “En el punto más crítico se perdieron alrededor de 2 millones de empleos, y para febrero esa cifra había bajado a 188 mil”.
Aunado a esto, en el caso de los mexicanos se incrementaron los empleos de tiempo completo y su salario se elevó. Así se explica por qué aumentaron las remesas de la manera en que lo estamos observado hoy, comentó Roldán Dávila.
Sin embargo, están insertados en la economía de EU, de manera que dependerá del comportamiento de ésta (si crece o no), que puedan enviar dinero. “Entre las economías de los dos países hay una complementariedad, pero subordinada en el caso de México hacia Estados Unidos; los salarios o las horas de trabajo de los empleados los determinan los dueños de las empresas”. explicó
Por el momento, en la medida que la economía estadounidense esté mejor, las remesas tenderán a crecer en los márgenes que hemos visto desde 2003; para que alcanzaran el 8% del PIB se requeriría que casi se triplicaran los 12 millones de mexicanos que se fueron a la Unión Americana, a partir de los años 90, y eso no va a ocurrir. Los estadounidenses van a requerir de más migrantes, pero no en esa proporción.
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