COLUMNA | Al Aire: Pejecristo Superestrella

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Por Enrique Hernández Alcázar

 

Andrés Manuel López Obrador ha utilizado 563 veces la palabra ‘Cristo’ durante sus conferencias matutinas y otras 416 veces ha pronunciado el término compuesto ‘Jesús Cristo’. Información que se puede comprobar a través de la herramenta digital www.amlopedia.org.

El presidente de México es aglutinador de un movimiento social de ‘izquierda’ que hizo alianza con la derecha cristiana evangélica (el Partido Encuentro Social, PES) para ganar las elecciones de 2018. Es el mismo que bautizó a dicho grupo como MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional), dicen, en alusión a la virgen morena de Guadalupe. Es el líder social que habla de Jesús de Nazareth como ejemplo de la defensa de los pobres, de los desprotegidos y como primer luchador social de la historia.

Ni Vicente Fox -con todo y su crucifijo en Palacio Nacional y besando en anillo del Papa Juan Pablo II- se atrevió a tanto.

Diversos analistas políticos, periodistas y escritores han señalado desde hace un par de décadas que AMLO tiene rasgos de líder religioso. Abraza y se apodera del púlpito presidencial cada mañana. Sus peroratas son casi homilías pero con duración de más del doble de tiempo que una misa moderna en cualquier parroquia. El uso de figuras religiosas, fundamentalmente la de Jesús de Nazareth, le han servido desde hace un par de sexenios para situarse al mismo nivel que esa víctima crucificada por la ‘mafia del poder’ de la antigua Roma y que partió en dos la historia.

Desde tiempos en los que fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal, López Obrador dejó entrever su liderazgo religioso enfocado en la política social. En 2004 señalaba que “yo estoy convocando a un movimiento de conciencia, un movimiento espiritual, mucha gente que me ve, gente humilde, lo que me dice es que está orando […] Yo soy muy demócrata y muy místico, estoy en manos de la gente”.

De ahí su obsesión por las conferencias a las 6 o 7 de la mañana, porque “al que madruga, Dios le ayuda” o su determinación de ayudar a los más pobres, al prójimo desvalido, al “pueblo bueno”. Sus seguidores y algunos aliados se han creído esta narrativa por completo. Es más, alimentan el culto al líder casi como si fuera una deidad. Cómo olvidar las pancartas de sus fieles en plena marcha contra el desafuero: “Que Dios te cuide, rayito de esperanza”.

Cerca de las elecciones de 2006, cuando AMLO se mostraba -por primera vez- como un candidato presidencial opositor muy competititvo ante la sucesión entorpecida por Vicente Fox y su afán de descarrilarlo, el historiador Enrique Krauze ya había sometido al político tabasqueño a una descripción muy directa en un artículo publicado en la revista Letras Libres: “El mesías tropical”.

Pero no solo eso, Krauze Kleinbort fue más allá al recordar a uno de los ídolos que impulsaron e inspiraron esa “misión” política de López Obfrador: Tomás Garrido Canabal, quien fue gobernador de Tabasco en tres ocasiones en periodos interrumpidos entre 1919 y 1934. Garrido Canabal creía que “desde el poder purificaría y organizaría a la sociedad, mostrándole el camino de la verdadera convivencia, liberándola de sus opresores” Una especie de líder político con tintes religiosos pero más extremo y converso, pues quiso también suprimir el poder clerical.

Cuando asumió el Poder Ejecutivo Federal designó a un grupo de “notables” para elaborar una Cartilla Moral. La finalidad era promover una forma de vida sustentada en el amor a la familia, el amor al prójimo, el amor a la naturaleza, el amor a la Patria y el amor a la humanidad. Entonces, acordó con la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Cofraternice) que esta congregación le ayudaría a repartir la dichosa Cartilla Moral en sus templos afiliados.

El 28 de junio de 2019, entrevisté en W Radio a Arturo Farela, presidente de dicha organización religiosa, quien me confesó que incluso ha rezado con Andrés Manuel López Obrador adentro de Palacio Nacional “y en muchos otros lugares, porque al presidente no le avergüenza tener una vida espiritual”.

En mayo de 2023, por ejemplo, el sacerdote Alejandro Solalinde (quien se supone que sería una especie de consejero presidencial en materia migratoria) sostuvo que López Obrador es un “profeta” y soltó que “no conozco a ningún obispo que nos hable del amor al prójimo como lo hace Andrés Manuel, de amor preferencial a los pobres”.

Hace siete meses, el periodista Jesús Gil Olmos publicó El pastor de masas. AMLO una religión populista (Editorial Grijalbo, 2023), un libro en el que describre al presidente como un hombre “rodeado de chamanes y brujos, escapularios y amuletos, lector de la Biblia y devoto de la vida de Jesucristo, la religión y las creencias forman una parte esencial en la vida particular y política de Andrés Manuel López Obrador, quien desde niño se sintió predestinado a ser héroe de la historia nacional”.

Y sigue Pepe Gil: “Desde hace más de una centuria —quizá desde Francisco I. Madero, el primer presidente de la Revolución, cuya vida estuvo igualmente impregnada por la religión y las creencias sobrenaturales como el espiritismo—, no se había presentado un presidente de la República que hiciera uso de la religión de una manera tan abierta y pública como estrategia política y electoral como ahora lo ha hecho AMLO”.

Por cierto, como ayer y hoy, las seis veces que le ha tocado la ‘Semana Mayor’ como presidente, López Obrador ha suspendido sus actividades públicas los jueves y viernes ‘santos’ que no son considerados días de asueto en el calendario oficial.

Ya veremos si este sexenio, sus acciones y resultados, mueren o resucitan y nos dan la gloria eterna el próximo 1 de octubre. Amén.

 

 

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