El vino Kosher

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Hablar del vino y de la religión es hablar de un tema vasto y de rituales. Son de todos conocidas las dionisíacas en honor a Dionisos, las libaciones a Baco, o la veneración a Osiris o Vesta, pero en esta entrega me detendré en un apartado particular como una primera aproximación al vino Kosher, entendiéndolo como el vino ritualmente apto para los requerimientos de la religión judía. Y es que son ellos, los judíos, quienes no sólo mimaron y extendieron el cultivo de la vid y del olivo, sino que, para los múltiples autores del Antiguo Testamento, el pueblo mismo es la ‘viña de Dios ‘, imagen que se prolonga hasta el Nuevo Testamento y de ahí hasta nuestros días.

Para que el vino sea apto para hacer Kidush, -una bendición de carácter rabínica que se dice sobre el vino en el Shabat y festividades judías- debe ser puro de uva, con vides mínimo de cuatro años atrás, sin mezclas en ningún porcentaje de otros líquidos.

Kosher es la palabra hebrea que significa “autorizado” para el consumo humano y que cumple con el reglamento Kashruth que son las normas de higiene contenidas en la ley hebrea. Esto significa el más exigente control e higiene para alimentos y bebidas; su control va hasta la tercera generación de proveedores para conocer quien lo procesó, como lo hizo y que materias primas se usaron. No se pueden utilizar productos animales como clara de huevo para clarificar el vino, por ejemplo.

De manera que, desde la recolección de la uva hasta su embotellamiento, el vino está bajo el estricto control de un rabino o por judíos practicantes de las Mitzvot; de lo contrario no sería Kosher. En el proceso de elaboración las uvas no son pisadas al considerarse impuros los pies; esta prohibición se remonta a la época en la cual el vino era utilizado en el culto a los ídolos. Un vino que había sido usado en libación era llamado “Iain Nesej”, por lo cual comienza a regir la prohibición de que cualquier idólatra (incluso si era judío) que tocara el vino ya lo impurificaba para su consumo, porque podría haber planeado utilizarlo como idolatría y eso ya era suficiente para inutilizarlo para su consumo. Una vez embotellado si puede ser tocado por alguien no judío.

Hay tres razones por las que el vino debe ser Kosher: la primera es porque es algo que une a las personas, -si se compartía con las personas no judías podían tomar a sus hijas o hijos como nueras o yernos- lo que implicaría la desaparición de ese pueblo. Segunda, siempre fue usado para hacer libaciones en los sacrificios tradicionales de la idolatría –es posible que se pensara en aprovechar ese vino para adorar a su ídolo- y tercera; los sabios dan motivos para una prohibición, aunque hay motivos que no dan, -la cábala considera que tomar vino no Kosher obtura el corazón para la captación de la divinidad y de la Torá-.

Hoy en día, a pesar de que no es tan común la idolatría, la prohibición sigue en pie, por ello existe el “Iain Mevushal”, vino hervido o pasteurizado una vez descorchada la botella, ya que de esta manera no se impurifica al tacto de un idólatra, y puede emplearse en los ritos judíos. Es por todo esto que los productos derivados de la uva requieren certificación rabínica.

El Talmud reconoce que ‘no hay alegría sin vino’; es para esta religión el símbolo de celebración en el día más importante de la semana y en otras festividades o ceremonias de la vida como la del matrimonio ‘el mosto alegra a Dios y a los hombres’. El Shabat finaliza con un ritual muy parecido, con la llamada copa de Havdalá.

Pareciera que la elaboración del vino Kosher es un proceso complicado, lo cierto es que es similar al de cualquier otro vino, el gran diferenciador es que debe ser realizado por judíos y con la presencia de un rabino, ellos controlan todo el proceso que es rigurosísimo. Un dato importante es que en EU el consumo de productos Kosher es cinco veces más que la comunidad judía existente; son preferidos no sólo por motivos religiosos sino por su control de calidad.

Lorena Carreño

*Especialista en relaciones públicas y sommelier profesional. lorecarreno@gmail.com en Twitter en @LoreCarreno