Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 32 segundos
Algo malo pasa en el sector de la aviación, sin embargo, el glamour, el estatus y, por qué no decirlo, la magia que rodea a este negocio ha seducido a muchos empresarios mexicanos. Los resultados de su gestión, sin embargo, han sido desalentadores en la mayoría de los casos.
Al menos en dos ocasiones me ha tocado escuchar a hombres de negocios que, con todo su entusiasmo y recursos, se aventuraron a volar en este mercado. Dispuestos a cambiar a los sindicatos y a convencer al gobierno de modificar las políticas aeronáuticas para proteger a los jugadores nacionales: a los inversionistas, por supuesto, y muy pocas veces al consumidor. Personajes como Gerardo De Prevoisin, Alberto Abed y ahora Gastón Azcárraga han sido actores centrales de la tragedia que rodea a este sector. Ellos, hombres de negocios exitosos, tan acostumbrados a las ganancias, están inmersos en un sector atípico en donde las inversiones son muchas y los rendimientos escasos.
¿Qué tiene la industria de la aviación que seduce a grandes empresarios? Se trata, sin duda, de un negocio fascinante pero irremediablemente complejo y costoso cuyos mercados y fortalezas se construyen, primordialmente, a través de fusiones que transitan al filo de la navaja porque pueden ser sumamente exitosas o fracasar estrepitosamente.
Pero en las últimas décadas, la experiencia internacional en mercados maduros y con una creciente competencia ofrece cifras desalentadoras. En Estados Unidos, por ejemplo, la fusión de las cinco grandes aerolíneas por más de 29,600 millones de dólares resultó un pésimo negocio porque hacia finales de 2007 el valor combinado de su mercado no superó los 15,500 millones de dólares, es decir, perdieron más de 48% en el intento por convertirse en jugadores dominantes, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Tulane.
*La crisis de Mexicana deja en claro la costosa política del gobierno federal de no impulsar otros sistemas de transporte masivo de personas, al contrario de lo que sucede en las principales economías del mundo.
Por eso en la crisis de Mexicana de Aviación – que al cierre de esta edición buscaba llegar a un acuerdo con sus sindicatos- escribe una nueva etapa en los desencuentros regulatorios y operativos que se presentan desde hace varias décadas en este sector. La crisis de esta aerolínea deja en claro, además, la costosa política del gobierno federal de no impulsar otros sistemas de transporte masivo de personas, a contra corriente de lo que sucede en las principales economías del mundo –China, Estados Unidos, Brasil–, pero también en otras naciones en vías de desarrollo como Argentina. En México la decisión de no impulsar el desarrollo de trenes de pasajeros eleva la dependencia de la aviación comercial. A cambio, la economía mexicana sigue apostando en todos los sentidos por la industria automotriz y la construcción de carreteras.
En la Secretaría de Comunicaciones y Transportes a cargo de Juan Molinar Horcasitas aseguran que impulsar las concesiones de trenes de pasajeros – que conectarían eficientemente al país – involucraría subsidios ante la escasa rentabilidad de estas rutas. Esta es la razón que se ha esgrimido para no iniciar un proceso de concesiones para los servicios de transportes de pasajeros. Sin embargo, sí se aplicara ese criterio en el caso de las aerolíneas jamás se hubieran aprobado los ya múltiples rescates a favor de Mexicana y Aeroméxico.
En México, no obstante, el recuerdo del duopolio casi lineal que ejercieron Aeroméxico y Mexicana hasta hace algunos años sigue arrancando suspiros al selecto grupo de empresarios que se aventuró en la adquisición de los activos y las rutas de las dos aerolíneas de bandera con las que cuenta el país.
Después de vivir casi una década al amparo del erario federal a través de la controladora de Cintra, las dos empresas insignia de la industria de transporte aéreo de personas se han visto obligadas a competir justo en el momento en el que el mercado cautivó la atención y los capitales de prominentes empresarios como Carlos Slim Helú y Emilio Azcárraga Jean en Volaris; Miguel Alemán Magnani con Interjet; de la accionista de Modelo, María Asunción Aramburuzabala; del empresario hotelero Gastón Azcárraga de Grupo Posadas con la compra de Mexicana de Aviación, y del empresario Jorge Nehme de A Volar, a quien se ha ligado con los intereses del ex presidente Fox y la ex primera dama Marta Sahagún. Algunos de estos empresarios se están retirando del negocio y la competencia que se prometía para el sector simplemente se está esfumando y con ellas los beneficios para los consumidores.
claudiavillegas@revistafortuna.com.mx