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Aunque se trata de un compromiso pospuesto ante la gravedad de la crisis económica y financiera mundial, se acerca el momento de una nueva regulación para la banca que debería darse en el seno del G20 y en la que Estados Unidos tiene un papel protagónico para garantizar la solvencia del sector. Mientras en Europa no sólo está presente el riesgo de un colapso sino también el temor de que el crédito aún podría caer más. Ante la angustia y la necesidad de reactivar a la economía, el riesgo de sobreregulación está presente.
Son pocos, sin embargo, los bancos que, en este momento, pueden argumentar en contra de lo que algunas califican como un exceso de vigilancia que los podría atar de manos. Acaso, las únicas instituciones que podrían oponerse son aquella que no fueron rescatadas con dinero público. Muy pocas en realidad. ¿Se imagina usted a Citibank oponiéndose abierta y públicamente a una mayor regulación del Departamento del Tesoro cuando su reestructuración costó miles de millones de dólares a los contribuyentes?
Así mientras inicia la cuenta regresiva para que durante la próxima reunión del G20 en Corea del Sur se tomen acuerdos definitivos, bancos como el español Santander que, hasta ahora no han recibido dinero público, “ni un solo peso” – como le gusta mencionar a su presidente Emilio Botín- hablan frente a analistas del mercado de valores sobre los pros y los contras de una excesiva regulación, un riesgo al que también se ha referido el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens. Aunque Santander de España tiene en su historia reciente los descalabros a los inversionistas del Santander´s Banif Fund, que se vio afectado por la quiebra de Lehman Brothers, se podría afirmar que, en términos generales, el banco español ha salido bien librado de la crisis y con apetito de expansión como lo demuestra su incremento de participación en el banco que opera en México y en el que Bank of America mantenía el 24.9%.
Para Santander, hasta ahora, son claros cuatro mitos en torno la crisis bancaria mundial. Por cierto, cualquier parecido con los típicos reclamos en México a este sector son pura coincidencia:
1) Los bancos no quieren prestar por que sus hojas de balance aún son muy débiles. Sin embargo, muchas compañías y consumidores no pueden obtener ni acreditar dicho financiamiento.
2) La falta de crédito está poniendo en grave presión a las mayores economías del mundo y es la medicina que curará todos los males.
3) Por lo tanto, se debe obligar a que los bancos presten.
4) Pero no sólo eso, los bancos deben prestar en mejores términos, incluso, que antes de la crisis.
5) Y finalmente, los bancos están tomando ventaja de la situación.
Y son mitos, dice Santander, porque en realidad, con las condiciones económicas de lento crecimiento, el sector privado disminuyó su apetito de crédito. Pero no sólo eso, las empresas también tienen reducidos márgenes de apalancamiento. Por eso se tiene que privilegiar la prudencia. Además, llama la atención sobre una contradicción: una década después de crédito barato y abundante, cómo se puede afirmar que el mayor financiamiento será la solución a todos los problemas ¿A dónde fue, entonces, ese dinero? Las economías, las empresas, los individuos, por lo tanto, necesitan “desapalancarse” para volver a crecer. El cómo, sin embargo, no se presenta en los argumentos de Santander, institución que insiste en que los bancos no son los únicos que deberían limpiar sus balances.
De no observarse estos mitos, entonces, la rentabilidad de la banca, sana y la que ha sido rescatada, podría estar en riesgo otra vez.