Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 51 segundos
Si hablamos de los vinos clásicos del norte de Italia nos referimos sin duda al Barolo y Barbaresco, ambos del Piamonte de la zona conocida como Langhe, elaborados a partir de la variedad de la uva Nebbiolo y clasificados como Denominazione di Origine Controllata e Garantita (DOCG) desde 1980 por el gobierno italiano.
El Langhe significa “lengua” y es una zona de escarpadas colinas aisladas, la mayoría de ellas coronadas por un antiguo pueblo. La zona de Barbaresco se encuentra justo al norte y al este de la ciudad de Alba; la franja de Barolo, un poco más lejos, al sudoeste de Alba. Un dato interesante referente a la primera escritura en el Langhe sobre la uva fue en 1431, y la llamaban nebiolium de ahí su nombre a Nabbiolo, que tiene su raíz en la palabra nebbia (niebla), y existe un debate sobre si esto se refiere a las condiciones típicas de niebla en el momento de la cosecha, o la flor en la piel de las bayas maduras.
No es una cepa tan viajera como la Chardonnay o la Cabernet, su mayor producción es al noroeste de Italia y rara vez los caldos elaborados en otras latitudes tienen los atributos y la intensidad del Barolo y Barbaresco. Sus características son: sabor espectacular, aroma, paladar persistente y longevidad –estos vinos están en su mejor momento entre los 10 y 30 años en buenas vendimias– no por nada son conocidos en Italia como el “el vino de reyes y el rey de los vinos”.
El envejecimiento en botella de estos vinos los hacen ser los preferidos de los consumidores, algunos en vista no son completamente oscuros, pero sí de gran estructura. El Barbaresco es un poco más femenino que el Barolo, pero el terroir es lo que marcará la diferencia entre uno y otro.
El Barbaresco fue creado básicamente como un nombre de vino del lugar de origen en la última parte del siglo XIX, cuando los productores de Barolo se negaron a extender su nombre para incluir las uvas de lo que hoy es la zona de Barbaresco. Anteriormente, las uvas cultivadas en dicha zona de Barbaresco habían incluido a los productores de Barolo.
El cultivo de la Nebbiolo es delicado, tiende a madurar tarde y es muy susceptible a la podredumbre; en bodega puede oxidarse fácilmente y pudiera perder sus aromas frutales aunque ganar color. En fin, con estos caprichos naturales intrínsecos se debe tener cuidado desde el viñedo hasta el proceso del embotellado, ya que todo converge en una perfecta armonía con resultados asombrosos.
Algunas notas de cata de la Nebbiolo son sus tonos magenta a púrpuras intensos, los de mayores añadas tienen un tono rojo granada con tonalidades a arcillas y meniscos o ribetes anaranjados y oxidados. Sus sabores son a trufa, cerezas rojas, suaves especias y flores secas. Es de un volumen amplio sin llegar a ser corpulento, esa carga frutal se delinea por una acidez notable que contrapuntea un tanino compacto, maduro, terroso. En el retrogusto deja recuerdos a violetas. El maridaje de estos vinos van muy bien con aceites de trufas blancas, quesos, champiñones, carne a las brasas acompañada de verduras o buen risotto.
Algunos productores mexicanos postulan a esta cepa como uno de los emblemas del vino bajacaliforniano, hoy podemos encontrar vinos monovarietales y otros de mezcla con Merlot y Petite Sirah de gran puntaje.
*Periodista, especialista en relaciones públicas y sommelier profesional
Twitter: @LoreCarreno
www.laexperienciadelvino.com.mx