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La banda canadiense que encabeza la lista de las mejores bandas del siglo XXI visitará nuestro país el próximo octubre.
Fue en una de mis tardes libres de hace cinco años cuando descubrí a los Arcade Fire. Paseaba los dedos por cientos de discos cuando de pronto me topé con una caja muy delgada. Funeral, leí. El precio y el arte de la caja atraparon mi atención, por lo que me animé a comprar el disco.
Hoy, cinco años después, esta banda canadiense liderada por Win Butler y Régine Chassagne –una pareja de esposos- es considerada una de las agrupaciones más talentosas de la primera década del siglo XXI.
Originarios de Montreal, Canadá, los siete miembros de Arcade Fire no tienen un pelo de improvisados. Todos son músicos multiinstrumentalistas que bien pueden tocar el violín, la guitarra y el piano, hasta el xilófono, el ukulele, el acordeón y la zanfona –una especie de violín con teclas.
Arcade Fire es una mezcla afortunada de rock alternativo, notas clásicas y letras que cuentan historias del significado de la vida y la muerte. También es una de las bandas que en sus inicios logró conquistar al público a través de internet y que recientemente se unió al gigante Google para crear un video –The Wilderness town– que une música, video y el mundo creativo del HTML5.
La historia de éxito de Arcade Fire comenzó con Funeral, su primer disco, lanzado en 2004, material que los situó entre los ojos de los críticos y que conquistó casi de inmediato al público con unas letras magistralmente compuestas por Win Butler, en inglés y francés, y un sonido que nada tenía que ver con las tendencias que se escuchaban por aquellos años.
Arcade Fire es el responsable de temas tan épicos y dramáticos como “Rebellion (Lies)”, “Neighborhood #3 (Power out)” y “Wake up”, que sedujo al músico británico David Bowie, quien prestó su voz para grabar una segunda versión del tema.
Cuando una banda se sitúa en el radar de los críticos y el público, y además crea temas de calidad, se convierte en una agrupación solicitada por artistas de la talla de los irlandeses U2 o el estadounidense Bruce Springsteen; por la televisión –el track “Cold wind” apareció en la serie Six feet under- y, por supuesto, el cine –los canadienses participaron en la banda sonora de la película Where the wild things are.
Dos años después, en 2007, los Arcade Fire se pusieron excéntricos y compraron y renovaron una iglesia en Montreal, misma que utilizaron como refugio para grabar su segundo disco, el Neon Bible.
El sonido de los canadienses se transformó. Ésta es una banda que, hasta el momento, ha logrado renovar su sonido con el paso del tiempo, sin perder su esencia oscura y un tanto de sujetos inadaptados.
“Keep the car running”, “No cars go”, “Black wave/bad vibrations” y “Black mirror” fueron los temas consentidos del Neon Bible, un disco que, en palabras de Win Butler, tiene un sonido que semejaría la acción de “permanecer de pie sobre el océano”.
Hoy, Arcade Fire tiene nuevo disco, The suburbs, y de nuevo logró la hazaña por la cual muchas bandas se esfuerzan y quedan a la mitad del camino, encasilladas como poco originales y repetitivas: el camino de la renovación.
The suburbs es un disco que tiene una paleta de sonidos y colores mucho más amables y explosivos que los dos álbumes pasados, que tendían más a lo oscuro, a lo ensimismado.
Esta vez los Arcade Fire lograron un disco que se necesita escuchar más de dos veces para entender uno de sus mantras más importantes: el cambio. Temas como “Ready to start”, “We used to wait”, “Modern man” y “Month of may” son de los más destacados del disco.
El pasado 5 de agosto los canadienses fueron partícipes de un hecho sin precedentes, ligado a la tecnología y al internet, es decir, al mundo de hoy. La banda transmitió en directo a través de YouTube un concierto en el Madison Square Garden en Nueva York, dirigido por Terry Gilliam, el responsable de filmes como Doce monos (1995) o El imaginario del Doctor Parnassus (2009).
En octubre, los Arcade Fire estarán en México. ¿El foro? El Palacio de los Deportes.