¿Una piedra puesta intencionalmente en el zapato presidencial?

Zapato

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Piensa mal y acertarás
Por Fernando Martin

Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador habla cada día en sus informes matutinos, sus simpatizantes escuchan como “pueblo bueno” y sus opositores se limitan a reaccionar ¿o acaso no es la senadora Xóchitl Gálvez una piedra deliberadamente metida en el zapato por el mismísimo presidente? El titular del Ejecutivo, como su más irónico y estratégico coordinador de campaña de facto, marca la pauta a la senadora de lo que debe hacer y/o responder cada día, cayendo la senadora y la oposición en un juego peligroso.

Y es que se ha visto en estas últimas semanas que el canto de las sirenas no sólo afecta a los hombres, como la mitología lo dicta, pues la senadora se dejó encantar ante la posibilidad de aspirar a la anhelada “silla del águila”. Hasta hace un par de semanas y para muchos, la senadora Gálvez iba como “caballo de hacienda” por la Jefatura de la Ciudad de México, viéndosele como una posible candidata con la capacidad de ganar por su trabajo, su carisma o su estrategia adoptada contra el Gobierno Federal en turno, y ante el creciente número de votos recibidos por el bloque opositor en las últimas elecciones que se reflejó en la pérdida de varias alcaldías por parte de MORENA. Perder su bastión político resulta en algo impensable para Andrés Manuel López Obrador por su historia, significado, importancia electoral y hasta valor sentimental.

Si el presidente ha decidido fijar su atención en la senadora Gálvez, mencionándola cada día en sus “mañaneras”, atacándola y poniéndola en el blanco de las críticas de sus seguidores es quizá una más de sus estrategias en la búsqueda de un triunfo electoral más cómodo para MORENA el próximo año, tanto para la Presidencia como para la Jefatura de Gobierno, inflando la imagen de la senadora para quitarla de la carrera electoral de la Ciudad de México (donde es más probable que pueda ganar) y colocándola en la carrera presidencial (donde probablemente no ganará). Si se dudara de lo anterior, sólo basta analizar dos claras estrategias que el señor presidente suele utilizar:

(i) El titular del Poder Ejecutivo es un político que suele minimizar los problemas o errores, tanto de su persona como de cualquier tercero que pueda llegar a perjudicarle en su imagen y/o capital político. Y no se equivoca pues suelen ser las acciones o palabras utilizadas por cualquier ser humano al intentar resolver un problema o corregir un error, lo que irónicamente causa que dicho problema o error se acreciente y/o cobre relevancia, y entre más se empeñe cualquier persona en resolverlo, por más insignificante que sea dicho problema o error, más significativo se hace. Si vemos al presidente Andrés Manuel López Obrador hablar cada día de la senadora Gálvez es porque no ve en ella a alguien que le pueda ganar a su “corcholata” en las próximas elecciones presidenciales; es más, él mismo pone la piedra en el zapato porque si realmente le representara una amenaza, no hablaría de ella.

(ii) Está en el ADN de la mayoría de los expresidentes y/o de cualquier persona que se haga llamar “un buen político” el ocultar sus verdaderas intenciones. El señor presidente hablará y realizará determinadas acciones sin que sepan cuales son sus verdaderas intenciones, podrá apoyar a su “delfín” sin ungirlo como su sucesor o sucesora (como ha pasado en sucesiones presidenciales en el pasado) o dirá que la senadora Gálvez fue seleccionada por la “mafia del poder” cuando realmente él la quiere en la carrera presidencial. Lo único que le hace falta al presidente es citar a Maquiavelo cuando éste último escribió: “En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven”, si no fuera porque diciendo lo anterior estaría dando pistas de sus verdaderas intenciones.

Si el titular del Poder Ejecutivo está jugando con fuego o no al darle su lugar en la carrera presidencial a la senadora Gálvez, es algo que el tiempo lo dirá pues se avecina un largo año ante la anticipación del proceso sucesorio presidencial. Por un lado, la senadora Gálvez se podrá regocijar resumiendo todas las veces que el señor presidente la menciona en sus “mañaneras” al tiempo que este último piensa en cómo su estrategia surte efecto, o bien, Andrés Manuel López Obrador le estará allanando el camino a “los conservadores” para las elecciones presidenciales, pero del 2030.