¿Qué tan costoso es comer sano?

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 20 segundos

  • En tiempos de inflación, lo más barato no siempre es lo más saludable

Las dietas saludables de un sistema alimentario sostenible consisten en la ingesta de alimentos que promueven la salud y previenen las enfermedades. Pero para que se generalice su consumo, hace falta que los víveres saludables estén disponibles, sean asequibles, accesibles y atractivos para todos.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que actualmente unos 3 mil millones de personas en el mundo no pueden pagar la comida saludable, casi 38% de la población, lo que aumenta las enfermedades crónicas. (1)

Un estudio de la Escuela de Salud Pública de Harvard (HSPH), en Estados Unidos, y consultado por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), subraya que resulta más caro consumir alimentos sanos que alimentos que no lo son. Las dietas más nutritivas cuestan alrededor de 1.50 dólares más, por día, que las dietas menos sanas, precisa la investigación basada en el examen que compara los precios de los alimentos saludables y los patrones de dieta.

El metanálisis explica la diferencia de precio de consumir una dieta saludable que podría ser una carga para las familias de bajos ingresos, pero es menor en comparación con los costos de salud de una dieta poco saludable. Los investigadores encontraron que los patrones de dieta más saludables, ricas en frutas, verduras, pescado y nueces, cuestan significativamente más que las dietas compuestas por alimentos ultraprocesados, carnes y granos refinados. (2)

En México, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), durante un año, el valor de la canasta alimentaria para las familias en las zonas rurales se incrementó 12.7%, por lo que en junio del presente año se ubicó en 1,544.88 pesos mensuales, mientras que en las zonas urbanas se elevó 12.2%, para un total de 2,011.99 pesos.  (3)

Asimismo, el Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (LACEN), un think tank universitario, destaca en una de sus publicaciones que durante junio de 2022 los alimentos en nuestro país tuvieron un incremento de 12.92%: la leche y sus derivados aumentaron 15.43%; pan, tortillas y cereales se encarecieron en 15.07%; frutas y hortalizas, 13.90%; la carne, 11.15%, y el azúcar 7.18%, por lo que estimó una restricción en el consumo de los hogares en 67%, ya que a 38 millones 573 mil trabajadoras y trabajadores no les alcanza para comprar alimentos de la canasta básica. (4)

Por su parte, el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) en un boletín de prensa del 14 de julio de 2022 señala que la expectativa más optimista sitúa a la inflación en 6.8%, mientras que la más pesimista la ubica en una tasa anual de 9.0%. (5)

Ante la situación económica en México, un reporte de Kantar, una de las empresas líderes de datos en el mundo, menciona que el consumidor busca optimizar su gasto, por lo que comprar a granel está siendo una opción atractiva, toda vez que dicha modalidad ha crecido 5% por ser flexible en la cantidad o gramaje a adquirir, lo que le permite al comprador hacer un desembolso de acuerdo con sus necesidades y a lo que su bolsillo le permite. (6)

Para el subdirector general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y representante para América Latina y el Caribe, Julio Berdegué: “Ahora es el momento en el que es más caro comer. En tiempos de alta inflación, lo más sencillo puede ser cambiar por productos que son más baratos pero que no necesariamente son tan saludables ni tienen el equilibrio nutricional que requiere nuestro cuerpo”, puntualiza en una entrevista publicada en BBC News, al tiempo que añade: “Dado que en América Latina es más caro comer saludable, nos movemos a más carbohidratos, más azúcar, más grasa. Todo eso es barato”.

Pero para comer bien y al mismo tiempo gastar menos, algunos especialistas en nutrición recomiendan diversas acciones: cocinar, toda vez que comprar alimentos preparados no es lo más conveniente para el bolsillo; comer solo la cantidad de alimento que exige el organismo; cambiar de recetas, sustituyendo ingredientes para abaratar el gasto; planificar las compras; buscar alimentos de temporada; aplicar técnicas de conservación, y optar por “segundas marcas” o “genéricas”, leyendo antes la etiqueta y comparar.