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En la actualidad ya es frecuente que las empresas se jacten de tener distintivos, sellos o certificaciones que las ubican como empresas éticamente responsables. ¿Qué significa que una empresa sea ética? Significa que una empresa opera a partir de una serie de gestiones específicas que regulan las actividades, todas y cada una de ellas, hacia el bien de todas las personas que forman parte del quehacer empresarial. Vaya, esto es lo que significa propiamente, porque comúnmente una “empresa ética” es la que utiliza un sello en sus sobres postales que la nombra como responsable, de tal modo que puede hacer publicidad de esto y buscar mayor ingreso, lo que hace a la ética ser rentable. Vivimos una época en que la ética se ha puesto de moda. Se habla de ética de las finanzas, de responsabilidad social, de ética bancaria o de empresas familiarmente responsables. Y mi gran crítica y cuestionamiento es que nada puede ser llamado ética si a ésta se le ve como un medio y no un fin en sí mismo.
Se podrán dar cuenta que estoy utilizando el vocablo “ética” en una acepción coloquial y no con su significado académico o científico, si bien la ética formalmente significa la ciencia que reflexiona a lo moral, de forma coloquial la palabra “ética” expresa la acción en pro de lo bueno y lo mejor, así una empresa ética es aquella o debería ser un organismo que hace el bien. El problema está en que en realidad las empresas en la actualidad, la mayoría de ellas porque algunas cuantas se salvan, no buscan la ética por el quehacer de lo bueno, sino para ganar más utilidades, de modo que la ética se reduce a un ámbito de conveniencia particular en donde se hace imposible la justicia.
El tema que tengo aquí en el tintero no es precisamente hablar de la ética en sí, sino de reflexionar un poco qué pasaría si en verdad las empresas, organizaciones, instituciones, se tomarán en serio esto de la conducta ética. Pues lo primero que hay que subrayar y dejar muy claro es que ética y comportamiento van de la mano. Ética exige la actuación de las personas, exige un comportamiento bueno, de otro modo no es ética. Si bien, las filosofías empresariales son eso, filosofías, es decir un conjunto de estatutos en los que se manifiestan las creencias organizacionales, la ética empresarial es la parte donde dichas creencias cobran forma de comportamiento. Por lo que una empresa que se jacta de ser ética y responsable es porque efectivamente lleva a cabo conductas de responsabilidad y ser responsable es vivir la justicia, entre otras cosas. Una empresa que se dice socialmente responsable no lo es por muchos árboles que plante, es responsable por ejemplo, en la medida que pague a sus colaboradores en justicia.
Voy a utilizar un ejemplo que a muchos les parecerá caso de la vida real porque seguramente ya lo habrán vivido. Cuando una empresa decide acudir a los créditos blandos y paga los servicios o proveedores mediante honorarios que se suele jinetear estamos hablando de una conducta empresarial antiética, aunque siembren árboles y entreguen despensas los fines de semana. Este es un ejemplo claro de injusticia laboral, social y empresarial. ¿Quién es el culpable? Depende del cristal con el que se mire, habrá quien diga que el sistema, otros que la empresa y otros que el proveedor que se deja ver la cara. En efecto, generalmente solemos culpar a la empresa, además ésta es la que directamente, por su conveniencia, decide demorar lo más posible el pago. Pero como siempre he dicho para bailar el tango se necesitan dos. Se puede jinetear el dinero porque hay jineteador y jineteado. Quien realiza la acción de jinetear el dinero comete un acto inmoral empresarial, quien es el jineteado (en estricto sentido es el dinero, pero hablamos de la persona a la que se le demora su paga) es víctima de inmoralidad social por una parte, pero por otra es culpable de falta de profesionalismo. Por donde veamos la situación en un contexto general, lo que falta es ética empresarial y laboral.
En efecto, a las empresas les conviene endeudarse o mejor dicho financiarse con una persona que presta un servicio que con una institución bancaria. Y hasta cierto punto es una forma de aprovechamiento y abuso de las circunstancias, pues claramente ante la necesidad de trabajo y remuneración muchas personas deciden trabajar primero y cobrar después, porque más vale la esperanza de que algún día les llegue el pago a estar desempleados. Lo que tal vez no sabemos es que trabajar primero y cobrar después a los 30, 60 o 120 días supone ya de inicio una pérdida de dinero, pues a los 120 días nadie nos va a pagar, a esa fecha, tomando en cuenta la inflación, sino que te pagan y uno cobra lo que valía el trabajo 120 días antes. Lo malo es que los gastos que se tienen en presente y no en pasado, o sea a como al día que se trabajó. No tomar en cuenta la inflación para quien paga es ya un acto de moral dudosa o dicho de otro modo de injusticia, pues lo justo es dar lo que corresponde y en esa correspondencia el tiempo va implicado.
¿Por qué las empresas toman provecho de las situaciones? Por falta de ética obviamente, por falta de hábitos de responsabilidad, hábitos de justicia, hábitos de buscar el bien común. Y no se busca el bien común porque prima el individualismo y el egoísmo. Siguiendo con el ejemplo, quien paga no debería buscar créditos blandos viendo a los proveedores como su fuente de financiamiento, buscar el bien común y la justicia implicaría tomar en cuenta la calidad y la profesionalidad, primero de la empresa y posteriormente de sus colaboradores. Sin embargo esto sólo puede comprenderse si se tiene una visión de lo que suponen los Stakeholders, esto es algo así como suponer que si se busca el éxito de una empresa o un negocio, hay que entender que todos los implicados en las actividades que atañen a la producción o la oferta del servicio final son igual de importantes, sean internos a la empresa o externos, en cualquier nivel; empleados, propietarios, proveedores, clientes, sociedad, acreedores gobierno, el qué sea. La regla es cualquiera que afecte la actividad empresarial debe ser tratado por igual, con equidad y con justicia por el bien de la empresa misma y de la comunidad. Sin embargo, muchos hablan de esta teoría pero casi nadie tiene los hábitos que se requieren para practicarlo. Porque hace falta ética en acción.
¿Qué pasa cuando a ese proveedor que le jinetearon su pago le vuelve a solicitar sus servicios la misma empresa?, pues por obvias razones la calidad de sus servicios o productos cada vez será menor, trabajará de forma desmotivada (habría que formular una ley: con la misma motivación que hay para pagar sus honorarios: es decir con la misma motivación de igual magnitud y dirección pero en sentido contrario, algo así…). Esta actitud de los proveedores también resulta poco ética e injusta porque cuando se va a cobrar un servicio también se pone precio a la calidad, y en cierto modo, visto desde la conducta del que trabaja, ello implicaría un alto grado de motivación. Por otra parte, al usuario final le llegará un producto de pésima calidad. Ante el boom de la ética lo que se puede observar es que hoy por hoy, a nadie le interesa, ni siquiera interesa la satisfacción del cliente (más que como slogan: “el cliente es primero”), sino que todo se mueve por la satisfacción de los bolsillos de los ejecutivos de las empresas o los dueños si estos están involucrados en la actividad empresarial, todo esto es con toda claridad una falta de ética incluso hasta personal. En efecto, la empresa es un ente moral, pero está conformado de personas de a una por una quienes deben de sostener en sí mismas una ética personal que incluya el bien común. Tal vez se pide demasiado, que toda una empresa sea ética cuando ni siquiera lo son las personas que laboran en ella. ¿Cuál puede ser la solución o salida? ¿O será mejor seguir jugando a la responsabilidad empresarial regalando juguetes aun cuando no se pague lo que se debe?
*Larissa Guerrero es doctora en filosofía por la Universidad Panamericana. Maestra en ética aplicada por el ITESM. Coordinadora de investigación del Instituto de Estudios Humanísticos de la Universidad Panamericana Campus Guadalajara.
Twitter: @laruskhi