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Vivimos en una sociedad en la que cada vez nos queda menos tiempo para relajarnos, para divertirnos, tal vez porque cada día tenemos menos tiempo para nosotros mismos dada la velocidad con que todo acontece. Pienso que vivimos en un mundo de prisas y carreras, y muchas de ellas aparecen sin sentido.
Simplemente la inercia nos arroja a ese mundo de locura que pudiéramos generalizar como un mundo de consumo, así como de exigencia social y profesional en el que la competencia es el padre nuestro de cada día. Al menos, si se tratara de buscar algo positivo, los profesionales de la salud en estas últimas décadas dada esta forma de vida tan voraginosa han tenido más trabajo y más campo de investigación, ya que han surgido enfermedades, síndromes, condiciones psíquicas que están directamente relacionadas a la forma de vida actual en la que los grandes ausentes son el ocio, el tiempo libre y la recreación.
Uno de estos padecimientos es el ya conocido síndrome de Burnout, el cual se define como una respuesta prolongada al estrés, en el que se presentan la fatiga crónica, la falta de motivación, la ineficacia y la negación a lo que se experimenta. Se trata de un “problema relacionado con el manejo de la vida”, como se cataloga médicamente, y generalmente es un padecimiento asociado con el trabajo, por lo que también se le conoce como síndrome de desgaste ocupacional o profesional, síndrome del trabajador consumido y como se le ha conocido siempre (en francés): surmenage.
Este padecimiento ocurre cuando las personas trabajan de forma exagerada, sobrepasando sus horarios (más de las ocho horas diarias), tienen interacciones humanas intensas, como manejar cuentas con muchos clientes, o tener muchos subordinados, tener jefes neuróticos, estar en un ambiente laboral impersonal, frío mismo que se ha mantenido prolongadamente, mala paga, y ello ante las exigencias del ambiente, es decir, pretender un estatus social, fama y éxito; lo que generalmente se comprueba mediante el consumo que va desde casa, automóviles, ropa, comida, buenos colegios, en general un estilo de vida que nos han vendido los medios masivos de comunicación y que la mayoría de las personas no lo podemos sustentar o lo sustentamos con sangre (al menos con presión alta), no sorprende porque acaba uno desgastado o consumido con un padecimiento como este síndrome.
La cuestión es preguntarse: ¿puede ser de otra manera? Es real que el ser humano está hecho para el trabajo, así como el pájaro para volar, pero también es cierto que la virtud es el término medio entre dos extremos; el exceso y el defecto. Tan es malo para el ser humano la pereza como ser workaholicos. Tampoco podemos culpar únicamente a los medios de comunicación ni a quienes se dedican a hacer un branding o marketing agresivo, pues no nos determina o condiciona al consumo, pues al final del día somos libres de tomar nuestras decisiones y realizar acciones como se nos pegue la gana o mejor dicho voluntariamente.
Sin embargo, somos zombies del consumismo y del capitalismo de modo que padecemos del virus de esta era, que se resume en trabajo, trabajo, trabajo. Luego entonces decimos tratando de justificarnos o al menos convencernos a nosotros mismos: trabajo para ganar dinero para pagar las cuentas de las deudas, después trabajo más para tener más dinero y tener acceso a más consumo y un estilo de vida que eventualmente genera más deudas y por ende más trabajo. Y lo peor es que la sociedad nos moldea así, en las escuelas nos educan para ello, las universidades nos enseñan cómo y para colmo en general se nos exige. ¿Quién nos recuerda el ocio? Ante este panorama, nadie. Porque ser ocioso no es rentable, ¿quién dijo? Habría que preguntar. Pero si somos más cautelosos para responder podemos llegar a darnos cuenta que practicar el ocio nos puede aportar salud. Me parece que nos debemos a todos, y hasta como responsabilidad moral, recuperar el sentido de ocio y de tiempo libre para atrevernos a vivir más recreativamente.
¿Qué es el ocio y por qué debemos repensarlo? El ocio es el tiempo libre en el cual se deberían realizar actividades que no son ni trabajo ni tareas domésticas ni tareas escolares, es decir, actividades que no son obligatorias ni por necesidad ni por deber. Por lo que en el ocio se realizarán tareas que se denominan recreativas. Se trata de una actividad concreta que se ha de llevar a cabo para descansar de las obligaciones, específicamente del trabajo, con sentido, con finalidad e identidad, pues su objetivo es superar el aburrimiento, el cansancio, el agobio, entre otros estados emotivos. Además es un tiempo para la convivencia, la sana relación entre personas, el cuidado de la salud en general que no sólo es física sino también psicológica.
Todos necesitamos ocupaciones, actividades en las que nos liberemos de los deberes de cualquier tipo, laborales, familiares, educativos, en las cuales podamos descansar, divertirnos, desarrollarnos. Estas ocupaciones han de ser libremente escogidas, es decir, voluntarias para que en efecto sea actividades de ocio. La recreación es así la práctica de actividades que se realizan de forma individual o colectiva durante el tiempo libre que como finalidad tiene el disfrute, es decir la diversión. La diversión es usar el tiempo de forma terapéutica tanto para el cuerpo como la mente. Solemos entender el ocio como una actividad de descanso, lo cual es correcto, pero el descanso no necesariamente es pasivo, el descanso puede ser activo, ya que descansar no es hacer nada, descansar es recrearse, divertirse de forma activa a través de diferentes formas de entretenimiento. Podemos decir que el ocio es divertirse y entretenerse.
Lo anterior me lleva a pensar la manera en como se comprende el entretenimiento y la diversión. A veces pensamos que divertirnos es pasar de una situación de estrés fulminante al lado opuesto y tirarse a la deriva a la perdición, que consistiría en la perdición de la conciencia, perdición de la medida, perdición de las normas, y así podría continuar enlistando todo lo que podemos perder cuando queremos huir del tedio y agobio que representa toda obligación. No se trata de ser santurrones y pensar que ese bajo mundo es nocivo (que en el fondo sí lo es porque la idea de mantener la salud sigue estando presente). Más bien así como tenemos que reflexionar sobre la vida laboral para el consumo que llevamos y repensar el ocio, también hay que repensar la diversión y el entretenimiento. La idea general de llevar a cabo estas actividades es mantener el equilibrio y no dar tumbos de un extremo a otro, del surmenage al destrampe total.
Lo que requerimos como seres humanos es una vida de calma y paz, una sana convivencia social y con uno mismo. Hace unos días me preguntaban si las famosas precopas eran buenas, mi respuesta es simple, depende del sentido y la finalidad que le des a esa actividad, si la precopa significa ir a intoxicarse con bebidas alcohólicas para luego ir intoxicado a la fiesta, pues claramente no. Y no sólo que sea nocivo para la salud sino que incluso carece de sentido porque o no se llegará a la fiesta o no se tendrá conciencia de la fiesta, y la fiesta por definición es una actividad para la convivencia, el descanso y la recreación para lo cual se necesita estar en sus cinco sentidos como vulgarmente se dice.
Muchas de las enfermedades de este siglo simplemente tienen como origen la falta de sentido que tienen la realidad y la manera de relacionarnos con ella. Me parece que mucho avanzaríamos si comprendiéramos el objetivo y finalidad de lo que hacemos, por qué lo hacemos y para qué lo hacemos, y si esto va de acuerdo con la realidad (si me preguntan que es la realidad, basta ver cómo nos encontramos de salud física y emocional) hay que poner cada cosa en su sitio y en su magnitud propia. No tenemos que caer en ningún exceso porque lo que da el verdadero sentido a todo somos las personas y no lo trabajos ni los objetos ni el querer escapar de la cotidianidad, como le dije a alguien hace un par de días; más vale adaptarse al mundo y no querer que el mundo se adapte a nosotros. Todo con medida ya lo dijo el sofista.
*Larissa Guerrero es doctora en filosofía por la Universidad Panamericana. Maestra en ética aplicada por el ITESM. Coordinadora de investigación del Instituto de Estudios Humanísticos de la Universidad Panamericana Campus Guadalajara.
Twitter: @laruskhi