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En Alemania, donde la reactivación de la actividad económica se está produciendo a un ritmo moderado, la demanda externa débil inhibe la expansión de las exportaciones, por lo que no existen líneas de crédito y se desalienta la inversión.
¿Es la crisis una expresión necesaria del capitalismo?
Toda discusión sobre la crisis parte de que vivimos en un país capitalista, desigual e injusto, basado en la propiedad privada y en la apropiación masiva de trabajo no pagado, principalmente bajo la forma de la plusvalía generada en las empresas. Bajo este sistema se benefician las burguesías nativas y extranjeras.
¿Cuál es el carácter de la crisis que estamos viviendo?
La crisis económica y financiera es una crisis de sobreacumulación o sobreproducción que por el desarrollo económico alcanzado en los países del orbe, devino en una crisis general que se presenta globalmente. Esta sobreacumulación está acompañada por un nivel de acumulación de capital ficticio nunca antes visto. Este capital, por consecuencia, demanda sus cuotas de valor, plusvalor y de “productos financieros derivados”. Así, la crisis inició en el sector financiero y poco a poco abarcó al conjunto de la economía real de los países. Al mismo tiempo, es una crisis del patrón de acumulación, el cual ha sido marcado por la preponderancia del capital financiero que ha sojuzgado de manera plena a la economía desde fines de los años ochenta.
¿En qué consiste una crisis de sobreproducción?
Las crisis de superproducción tienden a ser confundidas con una crisis de subconsumo, causada por la insuficiencia de los salarios pagados y del poder de compra de los trabajadores. Marx hizo ver que la superproducción es solamente relativa, de modo tal que siempre indica un subconsumo. El capitalismo necesita asalariados como fuerza de trabajo, dado que del valor de uso de esta fuerza de trabajo nace el plusvalor que está en la base de la ganancia. Pero los necesita también como consumidores, ya que si no hay consumo los productos no son vendidos o realizados.
¿Cómo se ha presentado en esta ocasión el fenómeno de la sobreacumulación?
En toda crisis, la sobreacumulación de capacidades de producción y la superproducción de mercancías son inicialmente de sectores e industrias específicas. Si lo vemos sectorial y nacionalmente, se observa este fenómeno en el sector inmobiliario y de la construcción en Estados Unidos, en el Reino Unido, Irlanda, España; así como en industrias específicas como el automóvil en los antiguos países constructores de Europa y en los Estados Unidos, que están en situación de evidente sobrecapacidad; también está en el sector de máquinas-herramientas alemán.
En todo esto, se presenta un fenómeno: “la mundialización de las inversiones y los intercambios conduce a procesos de propagación cuya rapidez no sólo traduce la interconexión de las economías sino también la amplitud de la sobreacumulación relativa global, cuyo corazón está hoy en China” (Chesnais, 2010).
¿Qué es la financiarización?
La financiarización es el proceso llevado a cabo por los grandes bancos, las sociedades aseguradoras y los fondos de pensión. Las relaciones capitalistas de producción están bajo la égida de dicho proceso, viabiliza la influencia de este sector de la burguesía en la determinación e instrumentación de la política económica. Para Marx la financiarización vendría siendo la transformación de “capital a interés”. El capital ficticio tiene tres características: a) los “derechos a percibir valor” son un capital para quienes los poseen y administran. En el caso de las acciones, escribe Marx, su naturaleza económica es la de “duplicados de papel del capital efectivo, lo mismo que si al talón se le adjudicase un valor propio además del que corresponde a la carga y conjuntamente con ella”; b) el “capital al margen del proceso de producción” que se observa en los procesos de privatización de los servicios públicos; c) “el capital se revela aquí como una fuente misteriosa y autóctona de interés, de su propio incremento (…) En el capital a interés aparece, por tanto, en toda su desnudez en el fetiche automático del valor que se valoriza a sí mismo, del dinero que alumbra dinero, sin que bajo esta forma descubra en lo más mínimo las huellas de su nacimiento”.
Esta forma “de acumulación” es de títulos financieros, de acciones, de bonos del tesoro y de títulos de la deuda pública, de obligaciones empresariales, deudas bancarias, que tienen el carácter de derechos a percibir flujos de ingreso, que en esencia se apropian de valor y plusvalor presentes y futuros. Esta acumulación financiera sólo tuvo algunos momentos de disminución: el choque del crack bursátil de octubre 1987 duró unas semanas; en la crisis asiática de 97-98, y sobre todo del crack del Nasdaq en 2001, las políticas monetarias y las políticas “sociales” permitieron el inmediato relanzamiento de la acumulación financiera mediante el crédito hipotecario.
¿Cómo se allegan recursos los capitales financieros en el mundo?
Las fuentes son variadas, a saber: las ganancias no reinvertidas de las empresas, las obtenidas en las economías de origen en el mercado interno, pero también las que resultan de la repatriación de dividendos y regalías derivadas de las inversiones extranjeras directas; los flujos de intereses provenientes de la deuda del Tercer Mundo; los préstamos bancarios internacionales a los países en vías de industrialización rápida del Sudeste Asiático; las sumas acumuladas por individuos o familias muy ricas y colocadas en los mercados; montos resultantes de anteriores colocaciones exitosas; son sumas percibidas por la renta del suelo, del subsuelo y de las fuentes de energía; sumas centralizadas en el seno del sistema financiero en los Fondos de pensión y los Fondos de colocación financiera
¿A cuánto ascienden los beneficios de la financiarización?
La acumulación del capital ficticio que, a principios de los años ochenta era similar a lo obtenido en la economía real, se disparó desde los noventa para situarse en este momento en una relación de 4 a 1. Es decir, existen 4 unidades de activos financieros por cada unidad del PIB en el mundo. A su vez, la rentabilidad de las sociedades financieras en los EU llega a casi el 35% en 2008, mientras que las de las sociedades no financieras se encuentra en el 10%.
¿Es Alemania un gigante hecho pedazos?
Hasta ahora la problemática europea se ha enfocado en los países menos fuertes de la UE, cuando en realidad se encuentra en los más desarrollados. En este sentido, para comprender con justeza lo que ocurre en esta zona del mundo, debemos entender lo que pasa en Alemania: en 2008 el PIB ya venía en picada, llegando apenas a 1.2% de crecimiento, para pasar a -5% en 2009, en el periodo enero-abril de 2010 la caída en promedio en relación al mismo periodo del año pasado fue de -1.1%.
Durante 2009, la economía alemana estaba prácticamente en bancarrota: la agricultura cayó -15.9%; la industria -16.5%; la construcción crece 10.8%; comunicaciones y transportes se desploman -0.9%; comercio y servicios aumentan 4.6%; la formación bruta de capital fijo cae -5.6%; la inversión en maquinaria y equipo lo hace en -19.5%; la balanza comercial se derrumba en -34.1%; las exportaciones en -14.1% y las importaciones tienen una caída de -10.5%; el PIB per cápita -3.7%.
Los datos disponibles para 2010 indican que la productividad laboral por persona ocupada ha ido a la baja, de un índice de 108.7 en 2000 a 104.7 en 2010, o sea, una tasa media de crecimiento anual de -0.34%; el costo real laboral unitario creció -1.1% en 2010; la tasa de desempleo fue de 7.4%; los activos externos netos representan el 20% del PIB; la deuda pública ronda el 80% del PIB, situación que pone en un brete a la economía alemana; la formación bruta de capital fijo significa el 19% del PIB, tasa bajísima si se considera el poderío de esta economía; la productividad del trabajo bajó -16%; el superávit comercial es de 182 mil millones de dólares; los salarios caen -0.2%. Las cifras, como se observa, no son nada halagüeñas para el gobierno alemán y evidencian una economía hecha pedazos, improductiva, sin inversiones y en donde el modelo económico predominante ya hizo crisis.
Un elemento importante en la economía alemana es que las rentas del capital han crecido astronómicamente, lo que se traduce en que la capacidad de ahorro también ha aumentado de manera considerable. Este ahorro procede del capital exportador, pese a la disminución de ingresos captados por este rubro. En la medida en que la demanda interna no ha sido el motor del crecimiento económico, tal dinámica se ha basado durante el periodo 1995-2008 en las exportaciones. Alemania es uno de los países más exportadores del mundo (junto con Estados Unidos y China). La competitividad del capital exportador alemán no se debe a una mayor inversión, sino a un crecimiento salarial muy reducido. Ahí está la clave de la economía de las exportaciones alemanas, en la productividad de sus trabajadores. “Ahora bien, para que Alemania exporte se requiere que otros países importen. Y la mayoría de los países que compran los productos alemanes son de la UE. Dos terceras partes de las exportaciones se dirigen a los países de la UE, incluyendo los países periféricos, que naturalmente pagan en euros. Una consecuencia de ello es que Alemania tiene millones de euros a su favor en la balanza comercial y en su balanza de pagos. ¿Y qué ha hecho Alemania con este dinero?” (Navarro, 2010). En lugar de redistribuir el ingreso, acrecentar la demanda interna e incentivar la economía, con el consiguiente aumento del consumo de las mayorías de la población y de un mejoramiento en su balanza de pagos; en lugar de eso, se optó por: “1) comprar deuda externa de los países periféricos a intereses muy favorables; 2) prestar dinero a la banca de los países periféricos, que se endeudaron hasta la médula –realizando actividades claramente especulativas, como las inmobiliarias en España, contribuyendo a la creación de las burbujas inmobiliarias-; y 3) invirtiendo directamente en actividades especulativas, la mayoría también inmobiliarias, destrozando, por cierto, partes de la costa mediterránea con planes de viviendas de carácter especulativo (Navarro, 2010).
¿Hacia dónde se dirige la Unión Europea?
En la zona del euro, la recuperación sigue siendo frágil. Las proyecciones del FMI indican una modesta expansión del PIB real en Alemania (1.2% en 2010), Francia (1.5%) e Italia (0.8%). Por otra parte, las estimaciones sugieren desaceleración en España (-0.4% en 2010) e Irlanda (-1,5%). Asimismo, es evidente que los Estados Unidos, el epicentro de la crisis, se recuperen con más fuerza que Europa y Japón. Esto es posible debido a la política económica instrumentada por los norteamericanos, consistente en: a) más programa de estímulo fiscal; b) el sector de sociedades no financieras es menos dependiente del mercado de crédito bancario en el que las condiciones siguen siendo restrictivas; c)
política financiera más estricta; d) la reestructuración rápida del sector de sociedades no financieras ha traído una mayor productividad; e) la Reserva Federal reaccionó más rápido que otros bancos centrales, haciendo importantes recortes en la tasa de interés de referencia, instrumentando tasas de interés al nivel más bajo en términos históricos; f) en las economías más avanzadas, las políticas fiscal y monetaria se mantendrán como el eje para sostener el crecimiento y el empleo en 2010. Sin embargo, algunas de estas economías también necesitan adoptar urgentemente estrategias creíbles para contener la deuda pública, con la finalidad de llevarla a niveles manejables que no pongan en entredicho la viabilidad económica de los países, como sucede en estos momentos.
La zona euro está saliendo muy lentamente de la recesión, con la ayuda de un estímulo macroeconómico importante. La experiencia reciente y las perspectivas de los distintos países son muy diferentes, con desequilibrios fiscales en las cuentas corrientes y en países como España, Irlanda, Portugal y Grecia. En Francia y Alemania, donde la reactivación de la actividad se está produciendo a un ritmo moderado, la demanda externa débil inhibe la expansión de las exportaciones, por lo que no existen líneas de crédito y se desalienta la inversión. Para el Reino Unido, las estimaciones sugieren que la reanudación de la actividad económica debe continuar a un ritmo moderado en 2010 y 2011. Si bien la demanda interna sigue siendo débil, las exportaciones se han beneficiado de la depreciación de la libra.