Ya ahorré ¿y ahora en qué invierto?

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Ahorrar puede ser el paso más sencillo cuando el siguiente se trata de buscar dónde poner nuestro dinero. De manera similar a cuando tratamos de escoger la pareja ideal, la decisión puede ser fácil para algunos y un auténtico dolor de cabeza para otros, pero en la mayoría de las ocasiones sus consecuencias tienen un impacto profundo en el futuro de quien la toma.

Inversiones

Los medios de inversión han proliferado y las implicaciones para el inversionista varían ampliamente. Uno de los errores más comunes al buscar dónde poner nuestros recursos es darle prioridad a las características de las oportunidades que encontramos sin atender primero nuestros deseos y necesidades. Es importante aclarar si queremos tener un rol neutral con nuestras inversiones o qué tanto deseamos -y podemos- involucrarnos activamente en ellas. En muchas ocasiones, se buscan los más altos rendimientos sin tomar plena conciencia de la cantidad de tiempo y esfuerzo que una inversión puede requerir de forma adicional a nuestro dinero.

Muchas personas se preguntan, por ejemplo, si una franquicia es para ellos. Es común el caso de quien se encuentra con una que requiere de una inversión inicial de un monto similar al de sus ahorros, junto con la promesa de un período de recuperación de inversión muy corto, lo que les basta para asumir que es su mejor opción sin preguntarse si estarían dispuestos a dedicar el trabajo y tiempo que el proyecto requiere. Hay preguntas clave como ¿me gusta el negocio de la franquicia? y ¿me imagino administrándolo, resolviendo sus problemas y emergencias, atendiendo a sus clientes, lidiando con sus proveedores? Tales deberían afrontarse al inicio del proceso, pero lamentablemente a veces se responden solas, con un “no”, cuando la inversión ya fue realizada y el negocio ya está en marcha. Los franquiciatarios más exitosos -y satisfechos- suelen ser aquellos que se cuestionaron y se respondieron honesta y realistamente desde un inicio.

Un caso similar es el del emprendedor que echa a andar su proyecto desde cero y con recursos propios, pues además de explorar su faceta como el inversionista que aporta el dinero, lo hace también como empresario que busca poner su talento y dedicación.

Otro ejemplo de inversionista que requiere dedicar un tiempo considerable a su labor es aquel que escoge y compra acciones en la bolsa. Tal es una opción que a últimos años se ha hecho muy accesible al público en general, a través de sistemas por internet de compra y venta de valores que varias casas de bolsa ofrecen como complemento a sus servicios tradicionales de órdenes realizadas por teléfono mediante un asesor.

En este caso los resultados no dependen de lidiar con clientes y proveedores -pues tal es responsabilidad de la administración de las empresas en que invierte-, pero sí de la calidad del esfuerzo de valuación de la empresa en la que se pretende invertir. Entre las preguntas importantes están ¿entiendo el negocio de la empresa? ¿Qué tan bien ésta lo realiza? ¿Su acción cotiza a un precio razonable con respecto a su valor? Nuevamente, la disposición del inversionista para ‘hacer su tarea’ es un punto clave para tener buenos resultados en el largo plazo.

Por otro lado, tenemos a los inversionistas que, por necesidad profesional o simple voluntad, desean sólo invertir su dinero sin mayores implicaciones para su tiempo o demás actividades. Para tales casos hay opciones como fondos de inversión, por ejemplo, que varían ampliamente en cuanto a sus características, objetivos y personas hacia quienes van dirigidos. La variedad de otros instrumentos se ha incrementado y, junto con medios de inversión que son muy simples, accesibles y fáciles de entender, han proliferado otros cuya complejidad pueden quitar el aliento. En todo caso, informarse a fondo es importante para tener una buena idea de las opciones más apropiadas para nuestro caso específico.

Cualquiera que sea nuestra situación como inversionistas, es central que antes meditemos y reconozcamos nuestros objetivos, deseos y gustos de acuerdo a nuestras características y necesidades. De manera similar a las complejidades de pareja, aquellas propias del dinero puede simplificarse notoriamente si primero nos ocupamos por conocernos a nosotros mismos antes de emprender la búsqueda con el ánimo de hacer la elección ideal.

*Ignacio Montané, CFA, se especializa en capital de inversión y planeación patrimonial

ignacio.montane @ inv.com.mx

Twitter: @ignaciomontane