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Para Rusia, el impacto a más corto plazo se traduciría en una pérdida de flujos de efectivo, lo que conduciría a forzar restricciones en la producción nacional de gas, implicando daños en sus campos a más largo plazo.
La medida anunciada por Rusia de empezar a comercializar en rublos el gas natural producido por esa nación acarrearía diversas implicaciones en los mercados internacionales, entre ellas, el uso intensivo de euros en el muy corto plazo, compras globales coordinadas, y planes de compensación adoptados por los gobiernos ante el aumento del gasto doméstico en energía, aseveró el vienes el banco suizo Julius Bear.
“Los embargos al comercio de energía aún parecen poco probables en la etapa actual, y el debate sobre aranceles punitivos sigue siendo moderado”, afirmó. Otras medidas fuera del radar, al menos en el corto plazo, serían intervenciones de mercado más fuertes, como los topes de precios.
Julius Bear asegura que en la presente semana, los flujos de gas natural siguieron con sus obligaciones contractuales, mientras que el grueso de los contratos no incluyó ninguna cláusula sobre un cambio de pagos en términos de divisas.
“Hay varias formas en que esto podría evolucionar en el futuro. Lo más probable es que los compradores europeos sigan utilizando euros a corto plazo. Podríamos ver algunas renegociaciones de contratos, lo que posiblemente conduciría a flujos más bajos este año y, en última instancia, podríamos ver a Rusia interrumpiendo los flujos con mayor dureza, es decir, el cese de cumplimiento de los contratos”, sostuvo Norbert Rücker, jefe de economía e investigación de la unidad next generation del banco.
Para Europa, el estrés por el lado de la oferta solo surgiría en la próxima temporada de frío, lo que podría implicar medidas de último recurso, incluyendo el racionamiento de la demanda, o el aumento temporal de la producción en naciones como Holanda.
Las altas cotizaciones en el mercado de gas natural, mientras tanto, seguirán atrayendo cargamentos del producto transportados vía marítima, anticipó la firma.
Recordó que la señal de precio requerida es relativa, no absoluta, y depende del precio mundial del carbón más los costos relacionados con el cambio de combustibles en las centrales eléctricas de carbón a gas natural en la región de Asia.
Con la capacidad de licuefacción de gas operando al límite, otra estrategia europea para aliviar la inflación energética podría implicar encontrar suministros alternativos de carbón para las naciones asiáticas, de acuerdo con Rücker.
“Los mercados energéticos mundiales están estrechamente interrelacionados. El aumento masivo de los suministros de carbón en China y en otros lugares respalda nuestra visión de precios más bajos del gas natural en Europa a largo plazo”, afirmó.