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Alma y su negocio se han visto impactados por la inflación, la mayor desde hace en 21 años, sin embargo, ella confía en que esta crisis va a pasar.
En la alcaldía Benito Juárez, en la Ciudad de México, en una vecindad en la que viven 22 familias también vive Alma; una mujer de 52 años que ha sentido los estragos de la inflación.
De acuerdo con información publicada en el portal La Lista, la casa de Alma mide alrededor de 7 metros cuadrados, donde no se desaprovecha un sólo espacio. Su vivienda no es propia, pero prefiere no hablar de cuánto paga al mes por vivir ahí.
La pequeña cocina que tiene le ha dado la posibilidad de sostener a su familia durante 10 años; vendiendo comida corrida de lunes a jueves: sopa, un guisado, salsa y tortillas; y los viernes quesadillas, pambazos, tostadas, hamburguesas, sopes.
Pero, durante el último año, Alma ha visto un aumento en los productos que utiliza, como tomate, jitomate, cebolla, chile serrano, pollo, carne de res, y el gas, lo que la llevó a subir a inicios de diciembre cinco pesos el precio de su comida. Ahora cuesta 55 pesos, el 31% de una jornada de salario mínimo.
En este sentido, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó que la inflación anual de 2021 fue de 7.36%, la más alta en 21 años.
El último reporte dice que que la carne de res y el pollo han sido los productos que registraron precios a la alza en diciembre, mientras que un mes antes los genéricos con los mayores incrementos de precios fueron:
Tomate verde: 71.85%
Jitomate 25.38%
Chile serrano 12.10%
‘Jinetear el dinero’
Alma ha encontrado un sistema que considera efectivo para salir bien librada de las más de 10 crisis económicas que ha vivido el país en los últimos 40 años: jinetear el dinero.
La definición de la RAE es “tardar en pagar un dinero con el fin de obtener un mayor rendimiento del mismo”. Para Alma, es darle vuelta al dinero, gastar y reponer, hacer rendir el presupuesto.
Alma hace rendir su dinero dos veces a la semana -jueves y sábado-, acude a la Central de Abastos de la capital para comprar sus insumos.
La Central de Abastos es uno de los centros de distribución de alimentos más grandes de la región, ubicado en la alcaldía Iztapalapa, en el oriente de la Ciudad de México y donde el gobierno federal recomienda hacer el mandado para que los alimentos sean más baratos.
En 2020 contemplaba un presupuesto de mil 500 pesos que le alcanzaba para preparar comida para tres días “o, a veces, hasta para cuatro”. Ahora, el presupuesto ascendió a 2 mil pesos y “no me alcanza para tres días y entre semana debo comprar las cosas por mi casa y luego me sale hasta el doble (de su precio), pero lo tengo que comprar porque yo ya no puedo regresar al otro día a la Central (de Abastos)”, dice.
Por ello, Alma relató que ha aprendido algunas estrategias durante estos años para hacer rendir la comida, como comprar algunos productos por pieza y no por kilo, como la pechuga de pollo o los bisteces. “Porque antes o me sobraba o me faltaba, así compro justo lo que me van a pedir”, dice, mientras sostiene entre sus manos una libreta en donde anota los platillos que va a cocinar en los siguientes días.
En el caso de la verdura, compra cosas de temporada para economizar y está al pendiente de las ofertas, compara precios y elige la mejor opción.
Ella considera que su negocio es un éxito y es gracias a dos pilares importantes: comprar y preparar los alimentos con productos de calidad y el tamaño de las porciones. “Hay que cuidar al cliente porque así la gente me recomienda”, asegura. Pero ambas se pueden ver amenazadas si el alza de los precios continúa.
Por eso no ha subido más que cinco pesos el precio de sus comidas, pues sabe que sus clientes tampoco podrían pagarla. “No me puedo quejar, por lo menos hay para comprar las cosas. Yo no quiero que mi clientela se me vaya, mientras yo mantenga mis precios la gente sigue”, dice y espera mantenerse así durante 2022.
En caso de que la inflación se mantenga a la alza, Alma dice que tendría que ver cómo manejar el negocio, ya que sube los precios tendría que avisarle a sus clientes. “No se enojarían porque nosotros les explicamos y ellos dicen que sí, que todo ha subido.” Alma asegura que las personas prefieren comprarle que hacer la comida porque es más barato.
‘En los bancos no porque piensan que tienes mucho dinero’
A Alma nadie le ha enseñado sobre finanzas personales, pero sabe que es necesario diversificar las entradas de dinero, por eso vende cosas de temporada, como calcetines en navidad y, antes de la pandemia, hacía taquizas para eventos, al año realizaba hasta 15; pero con Covid-19 hasta hoy solo ha hecho tres eventos.
También, sabe que siempre es necesario contar con un ahorro, por eso está en una caja de ahorro y guarda el dinero cuando hay buenas temporadas. “Lo tengo en un escondite, pero en el banco no, te ponen muchos peros y luego andan pensando que tienes mucho dinero y te mandan al SAT”, dice.
Alma forma parte del 63% de los adultos en México que no está bancarizado, según datos de la Asociación Mexicana de Ventas Online (AMVO). Tampoco maneja tarjetas de crédito, todo lo que ha comprado lo hace en efectivo. Evita recurrir a préstamos para surtir el negocio dice que no le gusta pues siente que paga muchos intereses y en lugar de ganar dinero lo pierde. “Mejor junto y lo compro”, señala.
Al ser emprendedora y trabajadora informal, Alma no cuenta con prestaciones de ley; la informalidad afecta la certeza laboral de la población empleada del país, de acuerdo con México, ¿cómo vamos?, este tipo de empleo no les garantiza a los trabajadores el cumplimiento de sus derechos laborales, como una pensión para la vejez, cumplimiento de una jornada laboral, liquidación y vacaciones por ley, entre otras prestaciones. IMCO, por otro lado, señala que en noviembre de 2021, 54% de las mujeres se encontraba trabajando en este sector.
En relación con esto, el Instituto Mexicano para la Competitividad, señala que si una emprendedora ingresa al mercado formal, le traería beneficios, como mejores opciones de financiamiento y nuevos mercados, lo que resultaría en mayores ingresos y oportunidades de crecimiento. Pero Alma no piensa lo mismo.
Del 100% de las trabajadoras en México, 26% son emprendedoras, sin importar al sector al que se dediquen, 8 de cada 10 se encuentra en la informalidad, es decir, no hacen una declaración de impuestos, no emiten facturas y no están registradas ante el seguro social, lo que representa más de 4 millones de mujeres en esta situación, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
Por otro lado, Alma confesó que de donde ha recibido apoyo para sacar adelante a sus hijos es de los programas sociales del gobierno, como ‘Mi Beca para Empezar’, que le otorga 435 pesos mensuales a su hijo que está en el segundo grado de secundaria, y la Beca Bienestar que le da 1,680 pesos bimestrales. “Yo los ocupo exclusivamente de cosas para ellos y lo que necesiten”, dice.
Esta jefa de familia no tiene intensiones de abrir un local porque en la zona donde vive es caro, según sus cálculos, la renta de un lugar es de aproximadamente 10,000 pesos, prácticamente sus ganancias. En un futuro, Alma dice que se ve trabajando y viviendo en la vecindad donde ha estado toda su vida. “Yo de fritanguera no voy a pasar”.
Pero lo que la motiva a seguir de pie, según dice, es seguir ofreciendo el mejor sazón a sus clientes y que sus hijos salgan adelante con estudios “y salgan adelante como hasta ahora“.
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