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Hanoi, Vietnam. En todas las latitudes la gente se precia de la belleza del mar y de su magnético atractivo, si de recreación, deporte e incluso sola contemplación se trata. Empero, más allá de todo ello, ¿conocemos a fondo su valor e importancia?
Susana Ugarte / Prensa Latina
Quizás algunos piensen de inmediato en esas inmensidades verde-azules como fuente de alimentación. Otros ponen la mira a lo lejos y ven miles de rutas de trasiego de productos, de los cuales, hoy, el hombre necesita o simplemente disfruta.
Sin embargo, se habla del cambio climático o de la tragedia del efecto invernadero y la media de los comentarios apenas asocian mares y océanos con ese fenómeno, que según los científicos puede dar al traste con la vida humana en la tierra.
Para los más allegados al tema, la reciente I Conferencia Mundial sobre los Océanos fue, ante todo, un monumento a la esperanza.
El país patrocinador, Indonesia, sigue adelante con las propuestas de 5 mil climatólogos, oceanógrafos, ecologistas, representantes de organizaciones multilaterales, ministros y oficiales de alto rango de cerca de 80 países, reunidos del 11 al 15 de mayo en Manado, Sulawesi, otrora Célebes.
La Declaración de manado sobre los Océanos, un documento por ahora no vinculante, describe el efecto del cambiante clima sobre los mares del planeta y la vida de las comunidades humanas en las islas y costas del mundo, mientras sugiere pasos considerados urgentes para evitar la catástrofe causada por su explotación y uso indiscriminado.
Como cuestión medular, pide la inclusión del tema del mar en la agenda del Panel de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre Cambio Climático, convocado para diciembre próximo en Copenhague, Dinamarca.
El presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono, que acudirá a la capital danesa con el estandarte de la Declaración, consideró que hasta ahora el problema medioambiental de los océanos había estado “infravalorado”, e instó a que todos los países “galvanicen y sincronicen” sus esfuerzos en la conservación de un medio de vida de cientos de millones de personas.
Con 17 mil islas, Yakarta ha denunciado en repetidas ocasiones que su integridad territorial está amenazada por la subida del nivel de las aguas, causada por el calentamiento global, y que pone directa o indirectamente en peligro el modo de vida de millones de indonesios que dependen del mar.
El papel de los océanos
Científicos y ambientalistas asistentes a la conferencia pusieron de relieve que los océanos desempeñan un papel clave en el sistema climatológico, al constituir un gran almacén de dióxido de carbono (CO2) extraído, al igual que los gases de efecto invernadero, por plantas microscópicas en su proceso de fotosíntesis.
Es sabido, recordaron, que la mayoría de las investigaciones demuestran que el cambio climático está afectando la temperatura de los océanos, el suministro de nutrientes de la tierra, la cadena alimenticia, el sistema de propulsión de los vientos, las corrientes oceánicas y fenómenos como los huracanes.
El Programa de la ONU para el Medio Ambiente apuntó que los expertos consideran que más del 40 por ciento del CO2 que llega a la atmósfera pasa por un ciclo a través del medio marino de medular importancia para moderar el cambio climático.
Entre los principales problemas generados por el cambio climático está el deshielo de los polos, la subida del nivel de los océanos –que Naciones Unidas cifra en al menos un metro para 2100– la acidificación de las aguas y la extinción de especies vegetales y animales.
La organización ecologista Fondo Mundial por la Naturaleza (WWF, por su siglas en inglés) denunció en la Declaración de manado sobre los océanos que “si el mundo no actúa urgentemente contra el cambio climático, los arrecifes del Triángulo de Coral desaparecerán a finales de siglo”, una pérdida que podría afectar “gravemente” a 100 millones de personas.
El Triángulo, como se designa geográficamente a los mares de Indonesia, Malasia, Papúa Nueva Guinea, Filipinas, Islas Salomón y Timor Leste, está considerado la mayor biodiversidad marina del orbe.
Aunque representa apenas el 1 por ciento de la superficie de la tierra, incluye el 30 por ciento de los arrecifes del planeta, el 76 por ciento de las especies que construyen los corales y más del 35 por ciento de los seres vivos que dependen de estos ecosistemas marinos, también área de reproducción para especies de importancia económica, como el atún.
La galopante destrucción de ese ecosistema, que cubre un área de 5.7 millones de kilómetros cuadrados en un espacio entre los océanos Índico y Pacífico y contiene el 67 por ciento de los recursos marinos del orbe, determinó a varios países involucrados a lanzar una iniciativa que intenta poner coto al fenómeno.
“Sólo una acción efectiva contra el cambio climático y contra los problemas derivados de la sobrepesca y la contaminación evitaría una catástrofe”, alertó el WWF.
Mar y clima
Los expertos insisten en que no se ha discutido suficientemente sobre la problemática de los mares en el marco del Protocolo de Kyoto.
El doctor Mojib Latif, oceanógrafo, climatólogo y profesor en el Instituto Leibniz de Ciencias Marinas en la Universidad de Kiel, señaló que, por lo general, “la atención se centra en los factores climáticos que afectan la vida en tierra firme: sequías, lluvias o tormentas inusualmente intensas, por ejemplo, pero no en las irregularidades que tienen lugar en los mares”.
A su juicio, la Conferencia de Manado revistió marcada importancia sobre todo como preludio de la cumbre de Copenhague, en donde se espera firmar el llamado acuerdo Pos-Kyoto.
“Ya era hora de que se hablara sobre la conexión entre lo que ocurre en los océanos y los cambios climáticos que parecieran alarmarnos tanto”, comentó Latif.
Ricos y pobres
Las naciones costeras de Latinoamérica adoptaron en la Declaración de manado sobre los océanos una postura conjunta favorable a la propuesta de que Naciones Unidas incluya la protección de los mares en su agenda sobre el cambio climático.
El representante de Quito subrayó la relevancia de que de la ONU incorpore la Declaración en sus próximas negociaciones sobre el tema, para que las iniciativas sean de obligatorio cumplimiento.
Varios países, muchos del continente africano, defendieron que la cooperación internacional para combatir los efectos del calentamiento global en los océanos contemple la “transferencia científica y tecnológica” de los países industrializados a aquellos en vías de desarrollo o los literalmente pobres.
Sin embargo, Estados Unidos se opuso de forma tajante a que en la declaración final constara la propuesta impulsada por las naciones con menos recursos para recibir tecnología.
Igual destino corrió el llamamiento de diversos científicos y ecologistas de recortar drásticamente las emisiones de CO2, uno de los gases que provoca el efecto invernadero.