Tiempo de lectura aprox: 4 minutos, 48 segundos
A casi dos años de que inició la revolución de los CKDs – los instrumentos bursátiles que captan recursos de las pensiones para proyectos productivos – los participantes en este sector se enfrentan a un contrasentido: un mecanismo público que financia empresas privadas. ¿Será posible un cambio y llegar a emisiones por 150,000 millones de pesos?
A la caza de mayores rendimientos, el dinero de las pensiones comienza una mayor participación en el sector productivo. El capital de las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores) invertido en Certificados de Capital de Desarrollo (CKDs) no sólo mejoraría la expectativa de retiro de millones de mexicanos sino que impulsaría el crecimiento de empresas con potencial para generar utilidades y, sobre todo, empleos.
Los CKDS, títulos fiduciarios con características de estructuración que les dan una gran flexibilidad, deben financiar actividades o proyectos dentro del territorio nacional y ser emitidos al amparo de las disposiciones de la CNBV. Los CKDs cumplen, de esta forma, con dotar de recursos a proyectos empresariales de largo plazo que resultan intensivos en capital durante sus primeros años. Y es, precisamente, en esa etapa cuando no existen flujos positivos lo que complica que la banca tradicional pueda financiarlos. Hasta ahora, la industria de los fondos de capital privado (Private equity fund), que se caracteriza por sus administradores profesionales y experimentos, se ha ocupado de pequeñas y medianas empresas con alto potencial de rendimiento. Sin embargo, sus fuentes de fondeo, al menos a nivel local, habían sido limitadas, por lo que los CKDs también le ofrecen nuevas oportunidades.
La promesa de algunos de los fondos privados y de las compañías que se han capitalizado a través de estos recursos es ofrecer rendimientos en el largo plazo de entre 13 y 16 por ciento.
Más de 24,000 millones de pesos han llegado al sector productivo gracias a que la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar) modificó las reglas operativas para ampliar las posibilidades de inversión de los activos de las Sociedades de Inversión Especializada en Fondos para el Retiro (SIEFORES).
En los últimos 10 años, de acuerdo con la Consar, los activos administrados por las Siefores han crecido un promedio de 25.3 por ciento anual. De esta forma, los activos invertidos por las Siefores representan el 10.9 por ciento del PIB, más de 1.3 billones de pesos.
Si bien es cierto que las Siefores ya podían invertir en instrumentos de deuda de compañías Triple A, la participación en proyectos productivos con alto potencial que necesitaban capitalizarse más allá de la opción de un instrumento de deuda comenzó hasta que se aprobaron los llamados instrumentos estructurados.
Ahora la participación de las Siefores en el mercado de deuda privada local es cercana al 25 por ciento del total en circulación y se concentra en sectores como el de telecomunicaciones, infraestructura, transporte, consumo, alimentos y bebidas, cemento, automotriz y grupos industriales, entre otros. En renta variable, es decir en acciones, las Siefores han invertido al menos 105,836 millones de pesos. Se trata de capital para grandes empresas que consolida, no obstante, la inercia que hasta ahora mantenía el mercado de valores.
Sin embargo, de acuerdo con la Consar, las últimas adecuaciones al régimen de inversión representan un nuevo enfoque para proveer formas de financiamiento congruentes con las necesidades de empresas de menor tamaño. Además, los estrategas de las Afores han decidido tomar más del 90 por ciento de los instrumentos colocados.
“Fue como un traje a la medida para las Afores”, dice Juan Pablo Martínez, socio de SAI Consultores. Ahora más de 20 proyectos empresariales buscan obtener la autorización de la Consar y de la CNBV para llegar al mercado de valores.
Menos pero más
Los fondos de capital privado aspiran, sin embargo, a que su experiencia, historias de éxito y prestigio de sus administradores pudiera ser suficiente – como sucede en otros mercados – para obtener fondos de las SIEFORES.
Los CKDs tuvieron que nacer como instrumentos del mercado de valores ante la exigencia de las disposiciones de la Consar que establecen que las Siefores sólo pueden invertir en títulos listados en el mercado mexicano de valores. Esta situación impuso, por lo tanto, la obligación de que los administradores de fondos privados de inversión se sujetaran a las mismas reglas de revelación de información, transparencia y gobierno corporativo de emisoras.
El nivel de regulación rebasó, incluso, a las normas observadas para instrumentos como las Sociedades de Inversión de Capital de Riesgo (SINCAS), una de las figuras que hasta hace algunos años se había utilizado para capitalizar empresas pero que no tuvo el auge esperado porque no se logró un mecanismo claro de salida de los inversionistas.
Pero el éxito de los CKDs, sobre todo en lo que se refiere a la captación de recursos provenientes de las SIEFORES, hace pensar en la necesidad de mejorar su marco regulatorio y tomar en cuenta la presencia de jugadores internacionales con probada experiencia para quienes una sobreregulación se convierte en un costo muy alto para sus estrategias de inversión. Aún más, para los fondos de capital privado una excesiva revelación de información puede convertirse en un factor de riesgo para el éxito de sus gestiones en compañías que no son públicas.
La Asociación Mexicana de Capital Privado (AMEXCAP) estima que si bien el “CKD tiene vida propia dado el nivel de colocaciones y que desde finales del 2009 a la fecha ha ido perfeccionándose, nunca dejará de ser un instrumento público”.
De hecho, la AMEXCAP considera que se necesitaría una cirugía mayor para poder cambiar la ley. Sin embargo, reconoce que se observa un esfuerzo de todos los jugadores: la CONSAR, la CNBV, la BMV, la SHCP y la Asociación Mexicana de Fondos para el Retiro (AMAFORE), entre otros, para hacer coincidir las figuras tradicionales con las que operan los fondos de capital privado.
No se trata de un avance menor cuando se toma en cuenta que las Siefores pretender captar al menos 150,000 millones de pesos y convertirse en uno de los principales cajones de inversión para los recursos de las pensiones.
Pero la cirugía mayor ya está en marcha. La AMEXCAP, confirmó un miembro del Consejo de esa organización, ya presentó ante la CNBV una propuesta de modificaciones a la revelación y acceso de información a la que están sujetos los CKDs; la reapertura de las emisiones para que fondos del tipo Private equity puedan volver a obtener recursos del mercado para fortalecer su capitalización; el número mínimo de inversionistas que participan en la emisión y, finalmente, las normas en materia de derechos y participación de los inversionistas minoritarios en el Comité de Técnico del fideicomiso que gobierna las inversiones financiadas.
De otra forma, bajo las condiciones actuales, advierten los participantes en este sector, se tendrá una sobreregulación que norma un instrumento público pero que financia a una compañía privada.
Esta fue la razón, con énfasis en la revelación de información, que detuvo al gigante de los fondos de capital privado, Advent, para participar en la primera ola de emisión de CKDs que se presentó en el mercado de valores. Advent valora más la libertad de liberar información que obtener capital de las Afores.
Enterar al mercado de sus estrategias representa, a juicio de analistas de esta industria, perder la confidencialidad de la información. Se corre el riesgo, entonces, de perder el secreto de la estrategia para generar valor.
Las Afores, entonces, tienen que permitir en sus portafolios las inversiones en opciones privadas como sucede en otros países con el manejo de los fondos de pensiones.
Para los grandes fondos privados de capital, México ha dado un gran paso en acelerar la llegada de los recursos de las Afores a proyectos y compañías con alto potencial de rendimiento, sin embargo, les sigue pareciendo “muy exótico” registrar este tipo de operaciones. No obstante, con malas experiencias en el futuro reciente en México domina la cultura de la desconfianza y, por ahora, lo aceptan y lo comprenden
Lo que es un hecho, sin embargo, es que la maquinaria del Private Equity está en marcha y el cabildeo buscará que se mantenga y crezca el círculo virtuoso.
“Se tiene ya más de un año de experiencia en el tema y las preocupaciones se han ido disipando. De hecho, ya se espera la segunda generación de reformas”, dice Mauricio Basila, ex vicepresidente de la CNBV y socio fundador de Basila Abogados, uno de los despachos con mayor participación en este sector.
Pero a pesar de los problemas regulatorios y el margen para mejorar la normatividad, dice Basila, no debe olvidar que los CKDs permitieron que entre 2009 y los meses transcurridos de 2010, los fondos de capital privado en México hayan recibido el mayor monto de recursos que en toda su historia.