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La instrumentación de una reforma fiscal, puede resultar fallida en términos de aumentar la recaudación, pues en el mercado interno poco se ha hecho por integrar a la creciente economía informal, aseguró Fausto Hernández, especialista del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
Para el investigador establecer un Impuesto al Valor Agregado (IVA) en forma generalizado es una buena opción, incluso establecer un ISR más progresivo, pero ambas alternativas son difíciles implementar, si la población no entiende el beneficio que generaría un esquema tributario de esta índole.
Explicó que aplicar una reforma con estos elementos tendría resultados negativos pues por un lado la población de altos recursos tiene amplias posibilidades de eludir nuevas disposiciones fiscales y por otra parte los programas sociales del gobierno federal incentivan a los agentes económicos informales a mantenerse en ese estatus, pues sin aportar impuestos reciben a cambio beneficios en áreas como la salud, educación y pensiones.
Del IVA generalizado muchos ni se enterarían
“Es demagógico decir que imponer un IVA generalizado le pegaría a los más pobres, pues en el país 20% en esa condición no cuenta con un mercado formal en sus comunidades, por lo que al implementar este gravamen seguro ni se enterarían”, aseguro el investigador.
En su opinión el país debe analizarse desde dos puntos de vista, por un lado un mercado informal, obsoleto, poco productivo, que no paga impuestos y otro moderno de alta tecnología, que cumple con sus obligaciones impositivas, es decir, hay un “México grandote y un México chiquito”.
Precisó que de acuerdo con el censo más reciente, en el país operan 3 millones 700 mil unidades productivas, de los cuales 3 millones son informales y sólo 700 mil formales, de estos últimos sólo 39 son poseedores de alta tecnología, lo cual explica porque el país tiene un avance productivo muy bajo, pues hay que promediar el resultado “del México grandote con el México chiquito.
El especialista aseguró que el rezago que presenta la gran parte del país se ha querido resolver con programas asistencialistas, con cruzadas contra el hambre, con pensiones 65 y más y para madres solteras, y aunque son loables, esta es una “medicina de muy corto plazo”.
Es necesario dijo, complementar estas acciones con proyectos del México chiquito, es decir de la parte productiva y moderna del país. Mientras persista la política social asistencialista, el país no podrá abandonar su crecimiento inercial de 3 por ciento.
Fausto Hernández comentó que la estrategia del gobierno federal no ha sido la mejor, pero al no anunciar o discutir demasiado la reforma fiscal que pretende proponer, evita que los opositores al cambio puedan generar acciones suficientes para bloquear las reformas estructurales.
Las acciones de los primero 100 días, en fase mediática
Por su parte Alejandro Villagómez, experto del CIDE, aseguró que en los primeros 100 días de gobierno de Enrique Peña Nieto hay poco que decir, pues la mayoría de las acciones emprendidas se encuentran en la fase mediática, lo relevante está por venir.
La reforma educativa, de telecomunicaciones e incluso la del amparo, son propuestas que van en el camino correcto, pero todas se encuentran en la fase de discusión, en la parte mediática y los resultados reales aún se desconocen, así como la forma en que se implementarán.
“Históricamente en el país hemos tenido procesos similares, en la década de los 90 la administración del país inició de una manera similar pero al paso de dos décadas las tasas de crecimiento del país no fueron lo que se esperaba”, por ello es imprescindible conocer los resultados finales.
Los cambios estructurales requieren tiempo para madurar, la reforma educativa es el ejemplo más palpable, pues exigirá tiempo para tener resultados, incluso de magnitud generacional, sostuvo.