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Maestro y mentor de economistas y funcionarios públicos, Carlos Manuel Urzúa Macías ?falleció este 19 de febrero a la edad de 68 años. Académico, matemático y político, Urzúa fue miembro de la Academia Mexicana de Ciencias. Catedrático en el Tecnológico de Monterrey y el Centro de Investigaciones y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, Urzúa vivió los últimos años de su actividad pública en medio de la nostalgia por el protagonismo hacendario criticando la gestión de la Secretaría de Hacienda durante el gobierno del presidente López Obrador. Amigos y familiares lamentaron la pérdida y reconocieron en él a uno de los economistas que ligó la investigación con la disciplina académica y la formación de economistas.
Los desencuentros de Carlos Urzúa con la Cuarta Transformación se presentaron desde el primer año de gobierno. No obstante, tras 15 meses fuera de esa administración reconoció que el presidente tenía una preocupación legítima por la desigualdad pero que no sabía qué hacer con la economía. En este momento, Arturo Herrera estaba a cargo de la dependencia y ya se registraban desacuerdos con el Mandatario.
En una entrevista, Urzúa me dijo que el problema era que el presidente no se decidía a abandonar el clientelismo. Me dijo, además, que López Obrador tenía una visión “setentera” del petróleo como motor de la economía. Durante la conversación también mencionó que era López Obrador quien decidía y definía las políticas económicas del gobierno actual con un modelo económico difícil de definir.
Doctor en Economía por la Universidad de Wisconsin, ex titular de la Secretaría de Finanzas de la Ciudad de México y el primer Secretario de Hacienda de la Cuarta Transformación, el 9 de julio de 2019 Urzúa presentó su renuncia a la Secretaría de Hacienda a través de una inusual carta y en medio de una lucha por la toma de decisiones sobre las adquisiciones y contratación de servicios que, en ese momento, encabezaba la entonces Oficial Mayor de la SHCP, Raquel Buenrostro, hoy titular de la Secretaría de Economía y Jefa del SAT. Sin embargo, en una entrevista con Proceso (Edición 2228) a sólo unos días de que renunció a su cargo, Urzúa aseguró que fueron los desencuentros con Alfonso Romo, “el principal conflicto de interés” en la Presidencia de la República, así como la confrontación con Manuel Barlett por su intención de cancelar contratos de distribución de gas para la Comisión Federal de Electricidad (CFE), los que marcaron sus desencuentros con el gobierno de la Cuarta Transformación. Con el presidente López Obrador, dijo en esa primera entrevista en julio de 2019, el principal desacuerdo fue la necesidad de una reforma fiscal que permitiera reducir la desigualdad en el país.
En su carta al presidente López Obrador, Urzúa aseguró que se habían tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento. Y agregó en ese momento: “Estoy convencido de que toda política pública debe realizarse con base en evidencia cuidando los diversos efectos que esa pueda tener y libre de todo extremismo, sea éste de derecho o de izquierda”.
Para Urzúa, la negativa a endeudarse y no apoyar el empleo ante la quiebra empresas es resultado de una convicción ideológica equivocada, así como del convencimiento del presidente López Obrador de no afectar su imagen pública. La deuda del gobierno federal en el quinto año de gobierno del presidente López Obrador se ubica en niveles inferiores a 50%. Algunos analistas sostienen que la disciplina fiscal y el control de la deuda hasta 2023 le valió al gobierno federal y la Secretaría de Hacienda – bajo la gestión de Rogelio Ramírez de la O – afianzar también el control de la política a través de la economía que crecerá en 2023 más de 3.2%.
Ante las decisiones conservadoras respecto a no incurrir en un mayor endeudamiento, Urzúa reconoció que hasta el 2021 las finanzas públicas no se encontraban amenazadas por un incremento de la deuda respecto del PIB. En un momento en que la mayoría de los gobiernos del mundo ha aceptado como inevitable endeudarse para apoyar a su sector productivo, México, en 2021, no enfrentaba alarmas por sus pasivos externos. La situación, sin embargo, podría cambiar en 2024.