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Antonio Ocaranza Fernández*
A medida que se acerca el 1 de marzo, día en que Tesla realiza su reunión con inversionistas en Austin, Texas, se incrementa la especulación sobre el posible anuncio sobre donde se ubicará su nueva planta. Por el monto de la inversión, la señal que enviaría a los mercados y el activismo mediático que ha asumido recientemente, se esperaría que el gobierno del presidente López Obrador tuviera una afinada estrategia para comunicar la decisión de Elon Musk de escoger a México para la nueva fábrica de Tesla o para enfrentar la crítica y hacer un buen control de daño si la inversión se destinara a otro país, pero lo que ocurrió el lunes 27 de febrero hace dudarlo.
En las últimas semanas tanto el presidente López Obrador como el Canciller Marcelo Ebrard y el vocero presidencial Jesús Ramírez han promovido el tema de Tesla y han opacado la voz e iniciativa del gobierno de Nuevo León alimentando nuevas voces, en especial de estados que querrían ser considerados para albergar la planta. En las conferencias mañaneras, el presidente ha tocado el tema constantemente tanto que al cierre de la del lunes, inesperadamente y de manera voluntaria, informó que tenía que concluirla porque no quería retrasarse para realizar una llamada con Elon Musk.
El gobierno no hizo ningún anuncio oficial sobre si se llevó a cabo la llamada o el contenido de la conversación. Lo más probable, considerando que es una empresa pública y que una inversión de la planta podría ser un evento relevante, Musk pidió al presidente no hacer ninguna declaración hasta que Tesla lo anuncie al mercado.
Pero la especulación se detonó y el vacío de información se llenó. A la 1 p.m. en un mensaje de twitter, que llegó a ser visto por dos millones de personas, un periodista financiero reveló que Musk no había aceptado las presiones del gobierno mexicano para ubicar la planta en un lugar distinto de Nuevo León y que había decidido instalarla en Texas. Una hora después, el periodista emitió un nuevo tuit en que citaba a fuentes de la secretaría de Relaciones Exteriores que decían que sí se había llegado a un acuerdo y la inversión de Tesla se quedaba en México. El segundo tuit fue visto por cuatro veces menos personas que el original. Un tuit corrigió otro tuit y ahí quedó la información. Los rumores se pararon sin que el gobierno mexicano o Tesla haya emitido un comunicado oficial, pero cuando al final se haga, el anunció habrá perdido impacto.
La reacción del gobierno a este incidente revela la falta de preparación para aprovechar este anuncio de inversión y desarrollar una buena comunicación que permita capitalizarlo de la menor manera en favor del gobierno. Por un lado, es sorprendente que el presidente se haya puesto la soga al cuello al revelar que tendría la llamada con Musk sin anticipar que los medios estarían pendientes de conocer el contenido. Si el presidente lo hizo pensando que después de la llamada podría hacer un anuncio, el vacío posterior demuestra que fue un mal cálculo. Por otro lado, si el acuerdo fue que no se revelara nada hasta que Tesla hiciera el anuncio formal, la corrección de Relaciones Exteriores rompió el acuerdo. La señal es que México será el destino de la inversión, solo falta saber dónde y de cuánto.
De esta forma, la noticia de negocios más esperada en México en el 2023 se quemó por un mal manejo de comunicación del gobierno. Esta vez no tuvieron nada que ver los gobiernos neoliberales ni la corrupción propiciada por García Luna. Esta fue una herida autoinfligida.
CEO de OCA Reputación
@aocaranza
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