Ajusta Banco Mundial expectativa de crecimiento México 2023 a 1.5%

FOTO: CRISANTA ESPINOSA AGUILAR /CUARTOSCURO.COM

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 15 segundos

En una revisión económica de América Latina y el Caribe, el organismo aseveró que las tasas de crecimiento regional serán insuficientes para alcanzar progresos en la reducción de la pobreza

En su revisión económica de América Latina y el Caribe de octubre, el Banco Mundial dijo que el panorama de la región para 2023 y 2024 apunta a un crecimiento limitado, de 1.6% y 2.3% respectivamente, lo que significa un retroceso a niveles de 2010 y donde hoy refleja “la fuerte incertidumbre global” por la guerra en Ucrania, mayores tasas de interés en países desarrollados y persistentes presiones inflacionarias dentro de sus propias economías.

Si bien en junio el organismo redujo la perspectiva de crecimiento regional a un nivel de 2.5% para 2022 por la expectativa de una desaceleración brusca en la última parte del año, en su actualización de octubre elevó el pronóstico a 3% ante el acentuado impulso en el precio de los commodities.

En el caso de México, la revisión del PIB de 2022 tuvo un ligero aumento, al pasar de 1.7% a 1.8%, aunque, en línea con el pronóstico regional general, para 2023 la expectativa del PIB para el país disminuyó del 1.9% anterior a 1.5%.

“La mayoría de las economías han regresado a los niveles previos a la pandemia, pero eso no es suficiente.

“Los países de la región tienen la oportunidad de reconstruirse mejor después de la crisis y lograr sociedades más justas e inclusivas”, aseveró Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe al presentar el reporte “Nuevos enfoques para cerrar la brecha fiscal”, que incluye las revisiones.

El ejecutivo sostuvo que además de emprender las reformas e inversiones críticas para impulsar el crecimiento de los países de la zona, los gobiernos “deben abordar los costos estructurales y los años perdidos (en) educación”, además de incorporar otros factores como la inseguridad alimentaria, “que oscurece la recuperación del PIB”.

Con una inflación que promedia los niveles de los países de la Organización para el Crecimiento y el Desarrollo Económico (OECD, por sus siglas en inglés), con un índice general y subyacente de 10% y de 8.3%, en cada caso, el Banco Mundial advierte que el grueso de los países, no obstante, “requerirá (de) esfuerzos continuos para reducirla a niveles objetivo anteriores”.

Llamada de atención

En su reporte de octubre, el Banco Mundial señaló la necesidad de cerrar la brecha fiscal, colocar la deuda de los países de América Latina y el Caribe sobre una base sostenible y generar un espacio fiscal suficiente para financiar inversiones físicas y sociales que apoyen la reactivación, en una etapa donde la relación promedio entre deuda pública y PIB ronda el 70%.

México no incurrió en un gasto fiscal preponderante para el rescate de su economía en la etapa más álgida de la pandemia por lo que la relación deuda pública y PIB coloca en 49.5%, aunque en el camino dejó saldos negativos como el cierre de un millón de establecimientos comerciales, como el ejemplo más gráfico del impacto en la economía familiar.

El organismo señala por su parte que para obtener mayores ingresos en esta etapa, los gobiernos de la zona han presionado en aumentar tanto el impuesto sobre la renta (ISR) como el de valor agregado (IVA) incidiendo en posibles efectos depresivos para el crecimiento, una progresividad impositiva general y posibles incentivos para la informalidad.

El Banco Mundial advierte que en esta etapa es imprescindible reducir el despilfarro de los gobiernos en el gasto no productivo y aumentar su propia eficiencia “para generar recursos sustanciales y como un punto de entrada para una agenda más amplia de modernización del Estado y generación de confianza ciudadana”.

Apunta además que aunque la mayoría de las economías de América Latina y el Caribe han recuperado sus niveles previos a la pandemia, con una cierta sensación de normalidad, “es necesario reactivar las economías para evitar un ciclo de bajo crecimiento”.

“Las inversiones sociales y de infraestructura pueden ser impulsores clave del crecimiento y la prosperidad compartida”, resaltó