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Después de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) determinara inconstitucional prohibir la venta de vaporizadores, legisladores, empresarios, autoridades, especialistas y activistas participaron en dos foros simultáneos celebrados en las cámaras de Diputados y Senadores, con el objetivo de analizar las oportunidades y retos que enfrenta el vapeo con o sin alguna regulación.
En este sentido, algunos diputados externaron su preocupación por la venta de estos productos dentro del mercado negro; por falta de un control o regulación, describiéndolo como un peligro latente para los consumidores.
Posteriormente, Eric Antonio Ochoa, director general de la organización Salud Justa propuso que la regulación no permita la existencia de máquinas expendedoras de vaporizadores, ya que, aseveró, son un gran peligro para los menores de edad, pues no habría una restricción para que esté sector de la población adquieran estos productos.
Por su parte, Juan José Cririón Lee, presidente de la organización civil México y el Mundo Vapeando, aseguró que sería un grave error pretender regular a los dispositivos electrónicos con la Ley General para el Control del Tabaco, ya que, señaló, hay evidencia científica que claramente las posiciona no solo como menos dañinos, sino como una alternativa viable para dejar de fumar.
“Deben estar completamente prohibidos a los menores, pero fácilmente disponibles a los adultos y deben de encontrarse una posición en que, también respetando el derecho a la información, tengan una valoración objetiva para que los fumadores puedan considerarlos para su uso”, comentó el especialista.
Más adelante, el presidente de la organización Provapeo, Roberto Sussman, reiteró que varios estudios a nivel internacional han demostrado que los vaporizadores provocan un 95% menos de daño que un cigarro convencional, puesto el vapor que genera el cigarro electrónico contiene apenas el 1% de la masa de toxicidad del humo del tabaco.
“El usuario retiene 90% de lo que inhala, por lo cual lo que exhalado es sumamente diluido, y por su alta volatilidad se dispersa rápidamente a diferencia del humo del cigarro tradicional, el cual permanece en el ambiente por mucho tiempo y contiene alta carga tóxica”, dijo el también investigador de la UNAM.