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Por: Lilia Carrillo
La escritora nigeriana, Chimamanda Adichie, ha sido una de las más fervientes defensoras de evitar “una sola historia”. Un solo punto de vista, una sola idea, una sola fuente de información, una sola opinión nos lleva a la exclusión, la marginación y también, a confundir la vivencia personal con la generalidad.
Contar con un solo punto de vista nos cierra a una burbuja y nos imposibilita a contrastar la información, que debería ser un ejercicio fundamental de escucha: establecer los pros y los contras, no quedarnos con el primer dato, ni con el primer “no”, de lo contrario, jamás nos moveríamos.
Son preocupantes los ejemplos que cunden cada vez más de cómo nos estamos dejando ganar por un solo punto de vista, una sola fuente de información, una sola voz que tiene toda la verdad, a riesgo de que cada contraste, será perseguido, denostado o minimizado.
Lo vimos ya con el uso del cubrebocas y la insistencia del Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud por minimizar su uso en cualquier circunstancia, reduciéndolo a un acto de egoísmo social. Lo vemos ahora con la narrativa de que los menores de 18 años no necesitan vacunas anti Covid y quien piense distinto, es por una agenda oculta.
Estamos ante situaciones donde es difícil entender incluso cuál es esa única voz, como la más reciente intervención de Elizabeth Vilchis, encargada de presentar la sección “Quién es quién en las mentiras”, y quien afirmó que el más reciente índice sobre la corrupción en México: “no es falso, pero no es verdadero”, que es un paso lateral al “¿a quién le vas a creer: a tus ojos o a mí?”
Al otro extremo, tenemos dependencias que informan sin el más mínimo rigor de investigación, quizá porque “así pasaron el copy”, “eso fue lo que dijeron”, “ya está aprobado”, con lo que hemos tenido -en canales oficiales- datos que sitúan a la cochinita pibil como un “alimento de la época prehispánica que se degustaba durante el Hanal Pixan, una celebración donde se ofrendaba comida y bebida a las almas de los fieles difuntos”, que sería gracioso si no fuera una información de una dependencia pública.
Claro que los proyectos políticos buscan imponer su narrativa para poder establecer agendas y rutas de acción. ¿Qué pasa cuando una sola voz se impone a cualquier tipo de toma de decisiones? Tenemos ya ejemplos muy palpables de qué pasa cuando impera un solo punto de vista en el sector privado, como la invisibilización de mujeres en el sector laboral porque los robots de búsqueda fueron programados para buscar perfiles de hombres; o la falta de historial médico de minorías porque no se tomaron en cuenta en los ensayos clínicos.
Hay una razón de por qué el principio básico para los nuevos negocio es fomentar equipos multidisciplinarios y diversos: necesitamos confrontar nuestra visión del mundo con la de otros, porque nuestras ideas pueden ser geniales (y estar equivocadas): creímos que el mundo era plano (todavía hay quien lo cree y hay un congreso al respecto), podemos creer que “echarle ganas” cura por igual la pobreza que la depresión o que la venta de niñas es una excepción y no la norma (de acuerdo con la Unicef, la pandemia es uno de los factores que pueden acelerar que 10 millones más de niñas probablemente contraigan matrimonio para finales de la década).
La historia única necesita ser desafiada. Incluso la historia única que nos contamos a nosotros mismos.
Lilia Carrillo es consultora de comunicación y socia de Meraki México en tw @licarrillo
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