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Por: Lilia Carrillo
Hay una amplia discusión sobre el futuro de los medios, impulsada por distintas circunstancias: una mayor adopción de lo digital, la inmediatez con la que recibimos información, la variedad de formatos que pueden tener los contenidos, una premura por dar opiniones, además de la dictadura del “click bait”.
Cada vez las generaciones más jóvenes entienden menos por qué pagar por la información que tienen disponible en su dispositivo o a la que tendrán acceso incluso de primera mano, porque alguien estará en el lugar de los hechos para grabarlo, compartirlo, comentarlo y desecharlo para pasar al siguiente tema. Todo en minutos.
No sólo es un enfoque “centennials”. Ya normalizamos confundir la discusión pública con estar en una burbuja digital donde seguimos y somos seguidos por quienes comparten nuestra visión del mundo: alimentamos nuestras filias y nos hermanamos en las fobias.
Sumemos además una mayor polarización, donde los grupos radicales y los gobiernos tienen un punto en común: su desconfianza hacia los medios de comunicación, a los que califican como “vendidos”, “con una agenda propia”, “sin ética”, “a merced de fuerzas superiores”.
Vale la pena replantear qué esperamos de los medios de comunicación, porque la principal crítica siempre es que son un negocio (sí, sí lo son, tienen una agenda y ánimo de lucro, como cualquier empresa) o que son poco objetivos (a lo que todos los maestros de periodismo nos contestaban “aprendan a tener una subjetividad bien documentada e informada).
Arrastrados por las dinámicas sociales que buscan inmediatez en opiniones, tratar a la realidad como ficción, los medios también necesitan replantear qué los hace un actor clave en el equilibrio de las sociedades democráticas.
La toma de decisiones como cambios generacionales, el rompimiento de techos de cristal, la diversificación en nuevos formatos y alianzas informativas permiten anticipar la disposición de evolucionar en la operación.
Sin embargo, han tardado en leer el contexto y entender que el foco de la discusión no está en la sobrevivencia de un modelo económico. Es entender cómo ser relevantes para las nuevas audiencias, ante quienes deben fortalecer su posición como agentes de influencia, con capacidad de cuestionar, verificar y dar valor a cómo interpretar esos hechos que conforman una noticia.
Lilia Carrillo es socia de Meraki México
- tw. @licarrillo