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Una emprendedora mexicana tiene, en promedio, entre 25 y 44 años, está casada, tiene uno o dos hijos, gana 3,707 pesos al mes y estudió hasta secundaria.
Sin embargo, ocho de cada diez de ellas operan en la informalidad, de acuerdo con un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
“A falta de empleos más flexibles, el emprendimiento ha sido una opción para que las mujeres puedan generar un ingreso sin abandonar sus actividades en casa”, señaló la institución.
“Esto —continuó— se ha hecho más evidente para las 4 millones 600,000 mujeres que trabajan por cuenta propia. Sin embargo, la mayoría de quienes aprovechan esta oportunidad lo hacen en la informalidad”.
Según el IMCO, la informalidad afecta la competitividad de México, ya que tiende a estar relacionada con menos productividad y menores salarios a los trabajadores, además de limitar la capacidad de los negocios para crecer.
“Es una de las razones por las cuales las emprendedoras en el sector formal tienen ingresos mensuales promedio 2.5 veces mayores que aquellas con un negocio en el sector informal (9 mil 535 pesos y 3 mil 707 pesos, respectivamente)”, reveló el IMCO.
Entre las razones de esta informalidad, el IMCO recordó que, hasta 2019, en México tomaba, en promedio, ocho días formalizar un negocio. “Muy pocos municipios han hecho esfuerzos para digitalizar y simplificar sus trámites por lo que su ejecución puede tomar más tiempo de lo estipulado en la normatividad”.
Todo negocio requiere capital. No obstante, para las mujeres es difícil conseguirlo. “En 2018, 65% contaba con algún producto financiero pero menos del 30% tenía un crédito bancario formal. Esto ha provocado que su principal fuente de financiamiento sea de círculos más cercanos como sus familias o amigos”.
Ademas, temas como contabilidad y finanzas se podrían incluir desde los programas de educación básica, “ya que 68% de las emprendedoras no alcanza estudios de educación media superior”.
Una forma de mejorar las condiciones económicas de las emprendedoras, concluyó el IMCO, es transparentar, concentrar y simplificar los procesos a nivel local para dar de alta, registrar y operar una empresa, a través de una ventanilla única que incluya la documentación, costos, tiempos y requisitos en cada entidad federativa.
Adicionalmente, preparar y acompañar a las emprendedoras que se quieren formalizar, así como aprovechar las capacitaciones y asesorías que ofrece el sector público y privado para formalizar y hacer crecer los negocios.
Por Raúl Castro-Lebrija