Derecha francesa al borde de implosión por escándalo financiero

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Nicolas Sarkozy

Carmen Esquivel/PL

París. Falsificación, encubrimiento y tráfico de influencias resumen un escándalo bautizado aquí como Bygmalion y que mantiene al borde de la ruptura a la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP), principal partido opositor en Francia.

El problema tiene su origen en 2012 cuando el entonces presidente galo, Nicolás Sarkozy, participó como candidato de la UMP en la campaña por un segundo período en el Palacio del Elíseo, que a la postre perdió frente a François Hollande.

Dos años después de aquellos acontecimientos, salieron a la luz numerosas irregularidades cometidas en esa lid para encubrir la violación del límite de gastos permitido por la legislación.

El monto autorizado para los aspirantes era de 22.5 millones de euros, pero según diversas fuentes la cifra real de la UMP osciló entre 33 y 39 millones.

El fraude se cometió a través de la firma Bygmalion, la encargada de la organización de la casi totalidad de los mítines de Sarkozy.

De acuerdo con las investigaciones, esa empresa emitió facturas por más de 10 millones de euros que fueron imputadas a las convenciones del partido, cuando en realidad el dinero había sido empleado para mítines proselitistas.

“Nosotros recibimos la consigna de una doble facturación: una oficial y otra para la UMP”, reveló al Journal Du Dimanche un directivo de Bygmalion que pidió el anonimato.

De acuerdo con el sitio de internet Mediapart, la Oficina Central de Lucha contra la Corrupción tiene en sus manos una memoria USB donde en un archivo se guardaban los costos oficiales declarados a la comisión de cuentas y en otro se apuntaba la contabilidad secreta.

A menudo los precios reales de cada mitin eran tres, cuatro y hasta siete veces superiores a lo reportado, asegura la fuente.

El escándalo provocó la renuncia del presidente en funciones de la UMP, Jean-François Copé, responsabilizado de haber beneficiado a dos amigos suyos dueños de la firma con los contratos millonarios, sin pasar por el proceso normal de licitación.

Ello obligó al partido a nombrar una presidencia colectiva integrada por los exprimeros ministros Jean-Pierre Raffarin, Alain Juppe y François Fillon, y a designar como secretario general al ex titular de Educación, Luc Chatel.

Fillon admitió que este caso provocó una crisis dentro de la agrupación y consideró necesario recuperar la confianza de los afiliados y de la población.

La primera medida acordada, dijo, es realizar una minuciosa auditoría interna “para conocer en dónde estamos, cómo puede reactivarse el partido y si se trata de una situación financiera rescatable”.

A partir de allí, el objetivo será organizar el congreso previsto para el último trimestre del año, que elegirá al futuro presidente de la UMP, precisó el ex jefe de gobierno.

El fraude financiero también es investigado por la justicia. A fines de junio la Fiscalía de París abrió un expediente por los cargos de falsificación, fraude y encubrimiento de delitos.

Tres jueces financieros tendrán a su cargo el caso, entre ellos Serge Tournaire y Renaud van Ruymbeke, y las investigaciones estarán centradas en 2012.  No es el primer problema que enfrenta el partido de derecha, creado en 2002, desde que su candidato al Palacio del Elíseo fuera vencido en las urnas en mayo de 2012 y en junio de ese mismo año perdiera la mayoría en el Parlamento.

La doble derrota fue el preámbulo de una crisis que estuvo a punto de provocar su ruptura pocos meses después, cuando la agrupación decidió celebrar por primera vez comicios internos para elegir a un nuevo presidente, en sustitución de Sarkozy.

Esa contienda se efectuó en noviembre de 2012 y los dos candidatos al cargo, Jean-François Copé y François Fillon, reivindicaron el triunfo y se acusaron mutuamente de irregularidades y fraude.

Tras siete meses de polémica, los miembros de la UMP aprobaron que Copé se mantuviera al frente de la organización hasta 2015, cargo al cual tuvo que renunciar ahora por el caso Bygmalion.

Las divisiones internas provocaron también su debacle en las elecciones del Parlamento Europeo, donde perdió un tercio de sus eurodiputados y pasó al segundo lugar, por detrás del ultraderechista Frente Nacional.

A medida en que se acercan las elecciones de 2017, los problemas se incrementarán por las ambiciones de varios dirigentes del partido, de ser candidatos a la presidencia, y las veladas intenciones de Sarkozy, de volver al Palacio del Elíseo.

Algunos analistas consideran que las constantes derrotas electorales, la lucha por el poder y ahora el caso Bygmalion mantienen a la UMP al borde la implosión.

Ello se refleja en una encuesta reciente realizada por la firma BVA, según la cual 80 por ciento de los simpatizantes de esa organización abogan por su renovación profunda después del escándalo financiero.