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Si bien es cierto que la suspensión de pagos de AHMSA –aún vigente– convulsionó a la comunidad bancaria bajo la antigua Ley de Suspensión de Pagos, ha sido el concurso mercantil de Vitro el que ha provocado el enojo de administradores de fondos de inversión que en tribunales de Estados Unidos presentan pruebas contra la apelación del grupo a cargo de Adrián Sada, para lograr el reconocimiento del proceso con el que busca reestructurar pasivos por más de mil millones de dólares.
Con más de una década en vigor, la Ley de Concursos Mercantiles decepcionó a los inversionistas extranjeros en deuda mexicana; confirmaron, por ejemplo, que la figura del conciliador no responde de manera equitativa a los intereses de los acreedores; que en los tribunales mexicanos se registra escaso conocimiento de la ley y muchos problemas de colusión.
En México, para los inversionistas extranjeros del mercado de bonos, la Ley de Concursos Mercantiles sigue protegiendo a los accionistas de una empresa antes que a los acreedores. En Estados Unidos se protege sí a los trabajadores, a la operación de la empresa, pero también los intereses de los tenedores de bonos, de los acreedores porque en ellos se basa la confianza que resulta determinante para fijar el costo del dinero. La defensa de Vitro frente a los fondos buitre en Estados Unidos será larga y costosa, pero más oneroso será el precio que las empresas mexicanas deberán cubrir cuando busquen una emisión de bonos y la única opción sean los créditos bancarios. Sin embargo, no todo el crédito es para Vitro, la reestructura de Comercial Mexicana también marcó el tono de las negociaciones al amparo de la Ley de Concursos mercantiles que permite sumar el voto de empresas subsidiarias.
Además, en tribunales de Nueva York el poderoso grupo de acreedores denunció que en Monterrey la administración de los Sada obtuvo de manera irregular la declaratoria de concurso mercantil porque no se trató de manera equitativa a los acreedores y porque la administración de Vitro trasladó deuda a empresas filiales, convirtiéndolas así en acreedores que votaron a favor el convenio de reestructura, lo que constituyó un claro conflicto de interés, de acuerdo con la demanda de apelación presentada por el grupo de tenedores de bonos y el fondo Wilmington ante la Corte de Apelaciones de Estados Unidos para el Quinto Distrito.
Arturo Porzencanski, experto en mercados financieros y catedrático de la American University, con sede en Washington, consideró que el comportamiento de Vitro frente a sus acreedores sienta un mal precedente del riesgo al que se enfrentan los inversionistas que en mercados emergentes confían en depositar su capital en compañías mexicanas.
Testigo en una de las audiencias que se han desahogado en tribunales especializados en quiebras de Estados Unidos, la doctora Elaine Buckberg, una ex economista del Fondo Monetario Internacional, declaró que la confirmación del concurso mercantil en los términos demandados por la familia Sada tendría un impacto adverso en la percepción de los inversionistas respecto a las inversiones en empresas mexicanas como Vitro.
Los Sada apelan las demandas de sus acreedores en Estados Unidos, pero en México y Nueva York un fideicomiso avala ya un acuerdo entre su familia y Roberto Hernández y Alfredo Harp para ceder el control de la empresa.
Los flujos simplemente no daban
Vitro defenderá la operación de sus plantas y el control de la administración aun sobre la impugnación de su concurso mercantil en Estados Unidos. Mientras tanto, poderosos fondos de inversión impugnan la reestructura alcanzada en México y buscan un pago mayor a toda costa.
De la operación del grupo regiomontano Vitro dependen 17,000 empleos y más de 25,000 empleos indirectos, entre proveedores y empresas comercializadoras. Sin embargo, en su nómina y en su consejo de administración sólo es posible ubicar a cuatro miembros de la familia Sada que, a marchas forzadas, buscan retener el control de la empresa y reestructurar su deuda por al menos 1,000 millones de dólares.
El proceso ha sido complejo y fue necesario cerrar filas, reconoce en entrevista con Fortuna, el director ejecutivo del corporativo aún líder en la producción de vidrio para la industria de la construcción, automotriz y sectores de consumo con operaciones en Norteamérica y Europa.
“Los flujos simplemente no daban en medio de mercados tan complicados e iniciamos dos años de negociaciones con un grupo de acreedores, tenedores institucionales, que al final vendió su deuda a nuevos tenedores de fondos”, refiere Hugo Lara García, el segundo director de Vitro que no forma parte de la familia Sada (el primero fue Ernesto Martens) y quien asegura que en la administración no se tomaron decisiones equivocadas ni se incurrieron en gastos excesivos.
Bancos de inversión como JP Morgan, Deutsche Bank, Fidelity, entre otros acreedores de Vitro vendieron sus posiciones en bonos a hedge funds: Aurelius Capital Management, ACP Master y Elliott Management, fondos que habrían comprado la deuda de Vitro en niveles máximo de 40 centavos de dólares. Son estos fondos los mismos que hace algunos años impugnaron operaciones y reestructuraciones tan importantes como la de General Motors, la fusión de Porsche y hasta la reestructura de deudas soberanas.
“A estos fondos no les ha importado ponernos de rodillas, con los empleos en riesgo”, agrega Lara.
En contraste, expertos en el mercado de deuda como Robert Rauch, director de análisis en Gramercy Funds Managements, estiman que la administración de los Sada en Vitro fue poco responsable no sólo con sus acreedores sino también con su trabajadores. Una diferencia conceptual y de visión de las leyes de concursos mercantiles ha confrontado a Vitro con sus acreedores: En Estados Unidos resulta simplemente impensable que un empresario que incumple con sus acreedores mantenga sin problemas el control de una empresa. Al menos tendrá que enfrentar muchas batallas jurídicas antes de lograrlo.
Vitro sabe que sus rivales son peligrosos. Un ejército de abogados está a cargo de la defensa iniciada por la compañía para defender su concurso mercantil. La administración de la empresa prefiere no informar sobre el monto de las igualas mensuales que cubren sus servicios legales externos. En Vitro son muchos los frentes abiertos y al segundo trimestre del año sus ventas en pesos aumentaron 12.3%. No obstante, medidas en dólares cayeron 3%.
En México, la reestructura de su deuda permitió una reducción de 35.8% para ubicarse en 1,000 millones de dólares, mientras la reducción en gastos –derivado en gran parte del cierre de operaciones en Estados Unidos (Vitro America)– fue de 100 millones de dólares.
En tribunales de Estados Unidos, sin embargo, la guerra sigue y los llamados fondos buitre (hedge funds) esperan que, a principios de 2013, las autoridades judiciales de Estados Unidos resuelvan la impugnación al concurso mercantil de Vitro. Es la misma expectativa de la administración ejecutiva de Vitro.
En medio, una acusación por el uso de información privilegiada por parte de los administradores de fondos buitre y nuevas batallas en los tribunales estadounidenses acompañarán los esfuerzos de la dirección de Vitro por continuar en el mercado y hacer crecer sus operaciones.
Lara dice que la reestructura de la deuda en México está dando buenos resultados. En el primer trimestre, Vitro –al amparo del concurso mercantil y la reestructura acordada con sus acreedores– ha pagado intereses por más de 35 millones de dólares luego de que el rendimiento para una nueva emisión de deuda se acordó en 8%. Antes de la reestructura, la deuda del corporativo llegó a pagar una tasa de 10.5%. Para las empresas subsidiarias de Vitro que también participaron en la reestructura la deuda subordinada sólo paga una tasa de 2%. Pero no es suficiente para los fondos buitre con inversiones por al menos 500 millones de dólares que mantienen la impugnación del concurso mercantil en Estados Unidos.
Esta confrontación con sus tenedores de bonos en segunda generación ha sido costosa para Vitro: con una orden judicial local se mantienen congeladas cuentas por cobrar con clientes en Estados Unidos por más de 30 millones de dólares; fue necesario, además, liquidar activos en ese país ante la exigencia de cuatro acreedores que reclamaban el pago de 75 millones de dólares.
Paradójicamente, Vitro logró negociar con la banca (mexicana y extranjera), pero no con los tenedores de bonos. Incluso, con Roberto Hernández y Alfredo Harp, quienes hicieron valer ante la familia Sada su derecho a ocupar un asiento en el consejo de administración y la posibilidad de llegar a controlar hasta el 15% del capital del grupo. Hoy, Mario Laborín, ex director de Nafin representa los intereses de Hernández y Harp en el consejo de Vitro.
En entrevista, abogados de los hedge funds dijeron a Fortuna que no buscan que la empresa deje de operar ni que liquide sus operaciones para cumplir con la exigencia de pago, sin precisar cuál es el monto que pretenden; sin embargo enfatizaron su deseo de alcanzar un trato justo y demostrar que el concurso mercantil se otorgó en México de forma inequitativa porque Vitro aprovechó la posición y el voto de sus subsidiarias para lograr el acuerdo concursal.
Insider trading
Aunque se ha mantenido con bajo perfil, la demanda que preparó Vitro contra los fondos buitre por el uso de información privilegiada dará mucho de qué hablar. Con esta acción judicial, los accionistas de Vitro buscan demostrar en los tribunales estadunidenses que la compra de bonos del grupo regiomontano en ciertos momentos previos a la declaratoria de concurso mercantil estuvo alimentada por compras de traders vinculados con algunos de los fondos interesados en la reestructura.
Para deslindarse de la acusaciones de insider trading, los fondos demandados tendrían que demostrar que no utilizaron directa o indirectamente la información proporcionada en las sesiones en las que se entregaban datos sobre la renegociación propuesta para la deuda.
Un indicio resulta trascendente: varios de los administradores de esos fondos buitre se negaron a firmar los acuerdos de confidencialidad.
En específico, la negativa se dio en el marco de una reunión en Filadelfia. Aunque el juez al que se presentó la demanda no la aceptó argumentando que Vitro sí había obtenido el concurso mercantil, por lo que la presunción de información privilegiada no le afectó en sus negociaciones, el hecho es que los administradores de esos fondos sí habrían participado en un delito de corte bursátil sancionado por la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC), por sus siglas en inglés. Por ello, la apelación de los abogados de la empresa regiomontana está en curso y buscará demostrar que se abusó de la información en el mercado de bonos en perjuicio de otros inversionistas. Uno de los datos que se presenta en la demanda es que los bonos de Vitro, en sesiones previas a que se aceptara la demanda de concurso mercantil, aumentaron su valor nominal. ¿Casualidad? Así, mientras los fondos buitre cuestionan las razones que, en el marco de la Ley de Concursos Mercantiles, permiten a la familia Sada junto con Alfredo Harp y Roberto Hernández mantener el control de la empresa, Vitro responde con esta demanda que va contra Aurelius Capital Management, ACP Master, Elliott Management, Moneda Asset Management de Chile, Lord Abbett de Maryland,Knighthead Capital, así como Davidson Kempner Capital de Nueva York. Hoy los fondos buitre que compraron bonos a bancos de inversión como JP Morgan habrían invertido 270 millones de dólares, con lo que el valor nominal de sus bonos se estima en 500 millones de dólares.
(Información publicada en Fortuna, Negocios y Finanzas No. 112)