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Al controlar la inflación, durante los últimos dos años el Banco de México logró que las clases con menor adquisitivo de la población garantizaran su acceso a la alimentación pero nada más, hoy ese privilegio estaría en riesgo con la escalada de precios.
La inflación en el 2009 cerró un ciclo de 19 meses de tasas elevadas, que permitieron colocarla a una tasa anual de 3.57 por ciento. Si bien, es la segunda más baja que se registra en el país, a la vez se presenta en un año de profunda crisis económica, con una capacidad de compra mermada y de baja captación de ingresos fiscales, lo que puede significar sólo la calma que precede a la tormenta.
El fenómeno que experimentaron los precios arranca con una escalada alcista desde la mitad del 2008 que los impulsó a su punto máximo en diciembre de ese año, con una tasa de 6.58 por ciento, la segunda más alta de los últimos años.
El camino de retorno a los márgenes que se impuso el Banco de México, se inició en enero del año pasado y coincide entonces con las tendencias internacionales de caída de los precios (deflación), que por esa vía han promovido la reactivación de las ventas.
Aunque los niveles de impacto originados por la crisis financiera internacional difieren de los reflejados en el resto del mundo, en el país las condiciones generales de la economía son muy similares: crecimiento del desempleo, caída de la actividad económica, recorte presupuestal y baja de las exportaciones, principalmente.
Ello, aunado a fenómenos específicos como la caída de 22 por ciento de las remesas del exterior entre enero y noviembre, la pérdida de 10 por ciento en el ingreso de divisas por turismo, que acentuaron la baja de las ventas, que desde agosto de 2008 han venido cayendo a ritmo de entre 4 y 5 por ciento; consolidó la desaceleración de los precios como mecanismo reanimador comercial, ante la limitada capacidad de los recursos disponibles en finanzas públicas y la resistencia del gobierno a elevar su deuda, que pudieron inyectar recursos a la economía por vías alternas.
Es así como se volvió a una inflación controlada bajo los parámetros establecidos por el Banco de México, misma que estuvo apoyada con la disposición federal de suspender el incremento programado a las gasolinas y que al final del año tuvo un alza. Debido a eso, los bienes y servicios administrados y concertados que integran el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) tuvieron un aumento de sólo 0.97 por ciento, durante todo el 2009.
Las familias sortearon el año con una baja efectiva en los precios de las frutas y verduras, que fue el segmento con mayor caída en todo el país; en cambio, las carnes y el huevo, estuvieron por arriba de 3.5 por ciento. En total, los productos agropecuarios se incrementaron solamente 1.66 por ciento.
Un panorama diferente se presentó para los precios de los servicios en general, donde se encuentran educación, transporte y salud, entre otros, que rondaron 3.4 por ciento. De ahí que las mayores alzas que se tuvieron que afrontar en todo el país ocurrieron en los bienes procesados y manufacturados, donde el subíndice de alimentos, bebidas y tabaco subió hasta 5.75 por ciento.
La perspectiva de la evolución de los precios en el 2009 debe complementarse con la contención que hubo a la variación del tipo de cambio, que hubiera encarecido todas las importaciones. Si bien, hacia mediados del año anterior el dólar se elevó casi a 15 pesos, logró estabilizarse en los meses siguientes un poco arriba de 13 pesos.
El retorno a una inflación controlada estuvo enmarcado por el traslado de los costos de la crisis a los agentes económicos, ante la incapacidad de las finanzas públicas de inyectar recursos, debido a la baja captación de impuestos y la reducción de los ingresos por la exportación de petróleo, así como por la renuencia a incrementar el déficit gubernamental.
El riesgo se advierte en el desequilibrio del efecto que generó el control inflacionario, ya que si bien ahora existe un crecimiento de los precios dentro de los márgenes deseados, los productores del campo han realizado un esfuerzo superior en comparación con el resto de los sectores productivos y las familias, si bien deben pagar menos por los alimentos no procesados, en comparación con el año pasado, ahora lo deben hacer con una capacidad de compra mucho más restringida.
Especialistas, sin embargo, expusieron alternativas divergentes a las adoptadas por las autoridades, que si bien liberaban un poco los precios, permitían al gobierno federal disponer de mayores recursos para evitar la profundización de los efectos la crisis. “Irónicamente para la economía, pero muy favorable para el gobierno, una mayor inflación puede resolver el faltante de ingresos para no incurrir en una ampliación del desequilibrio fiscal este año,” expuso Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s Economy.com.
A nadie escapa que entre el Banco de México y el gobierno federal existieron discrepancias respecto de la política monetaria asumida por el primero, que restó margen de operación al segundo. Quizá ahí exista también una explicación, para quien la quiera, a la frustrada reelección de Guillermo Ortiz como gobernador del banco central.
La lupa de la inflación
El dato anual de la inflación en 2009, que sirvió para aminorar ánimos beligerantes contra las medidas gubernamentales para paliar la crisis, en realidad contiene un conjunto de subíndices en su interior que distan mucho de considerar que el año anterior hubo una contención real de las presiones alcistas, o bien que se mantiene alejado el fantasma de la deflación.
Se trata, en concreto, del Índice Nacional de Precios al Consumidor, que reflejan comportamientos contradictorios como ocurrió con los precios de los productos del sector manufacturero, en donde se encuentran incrementos de 7, 8 y hasta 12 por ciento.
En todos los casos, el consumidor se enfrentó a incrementos por tipo de productos, que el Banco de México identifica como Objeto de gasto, que muestran cómo en realidad prácticamente nadie experimentó en el monto de sus pagos un incremento de 3.57 por ciento, suponiendo que hubiera consumido lo mismo en 2009 y en 2008.
Desde otro punto de vista, las regiones del país experimentaron desiguales niveles de inflación. Si bien en las dos zonas centrales se hallan índices inferiores al nacional, en las cuatro restantes los precios aumentaron más de 3.57 por ciento. Centro norte 3.34, Centro sur 3.20, Frontera norte 4.36, Noroeste 3.79, Noreste 3.98 y en la Sur 3.89.
La disparidad con la que trató la inflación a los consumidores crece al observar las variaciones experimentadas entre los sectores de actividad de una misma región. En el Noreste los precios del sector primario se redujeron en el 2009, 0.95 por ciento, los del sector terciario aumentaron 3.67, pero donde se encuentra el mayor incremento es en los del secundario, con 4.67 por ciento. En las entidades que integran la zona Centro sur, el sector primario mostró su mayor caída, 2.13, pero estuvo acompañado de aumento en de 2.75 por ciento en el terciario y de 4.36, en el secundario.
En términos generales, durante el 2009 los precios de los productos agropecuarios se incrementaron por debajo del Índice general de cada región o, lo que es más significativo, tuvieron un retroceso frente al año anterior. Un comportamiento similar se aprecia en los registros del sector de comercio, restaurantes, transporte, hotelería y otros servicios. La presión alcista entonces se concentró en el sector industrial, que tuvo el privilegio de incrementar sus precios en la Frontera norte hasta 6.98 por ciento, en la Noroeste a 4.94 por ciento, en el Noreste 4.67 por ciento, en el Centro norte 3.90 por ciento, en el Centro Sur 4.36 por ciento y en el Sur 4.48 por ciento.
La disparidad en toda su plenitud nos la muestra el panorama general para las 46 ciudades que incluye la muestra para la construcción del INPC, presenta 24 casos en los cuales los precios tuvieron incremento menor del 3.57 por ciento nacional, y el resto se ubicó por encima. Ciudad Juárez presentó el extremo de mayor inflación nacional con 5.40 por ciento, mientras que en Tehuantepec los precios sólo crecieron 2.30 por ciento, para ser la menor alza.
Por estrato de ingreso
Si bien la inflación fue de 3.57, en 2009 la canasta básica subió ligeramente menos con 3.55 por ciento para todo el país. Las variaciones de los índices generales por niveles de ingreso también son relativamente menores. El estrato percibe hasta una vez el salario mínimo los precios tuvieron una alza de 3.60 por ciento, mientras que para el segmento de entre una y tres veces el salario mínimo el aumento fue de 3.43 por ciento, el nicho de tres a seis veces el SM fue de 3.48 por ciento y para el que percibe más de seis veces el SM fue de 3.63 por ciento.
Aunque las variaciones en el total de las compras por segmento de ingreso son menores, las diferencias notables se encuentran en los gastos por objeto, ya que el castigo en la adquisición de alimentos, bebidas y tabaco se dio para quienes perciben menos, con 5.12 por ciento, mientras que ningún otro segmento vio un incremento de 4.35 por ciento.
El grupo de productos que representó la más notable diferencia para la población de menores ingresos es el de muebles, aparatos y accesorios domésticos, ya que la evolución de los precios los llevó casi a 8 por ciento, mientras que cada uno de los demás segmentos vieron incrementos menores.