El ADN del Emprendedor

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¿Recuerdas cuando eras niño? Es la pregunta con la que suelo arrancar mis talleres de emprendimiento e innovación social, y por lo general la primera reacción es una cara de confusión o duda, “¿estaré en el taller correcto?”, “¿de qué habla esta mujer?”. Pero el conectar con nuestro niño interno tiene todo que ver con la capacidad para innovar y generar cambios positivos en nuestro entorno.

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Por: Cynthia Jaramillo Carvallo*

Cuando somos niños no hay imposibles, sólo un mundo lleno de posibilidades, nuestra capacidad creativa está en su máxima expresión. Diversos expertos concuerdan en que los niños son creativos por naturaleza, pero esta capacidad va siendo poco a poco reemplazada por el pensamiento lógico y formal conforme crecemos.

En Crea Potencial, grupo de emprendedores sociales especialistas en innovación y emprendimiento social, somos firmes creyentes de que todos, individuos y organizaciones, tienen la capacidad de crear, innovar y transformar de forma positiva su entorno, por lo que rescatar y desarrollar la creatividad, entendida como la capacidad de generar ideas y resolver problemas, es un elemento básico para el emprendimiento social.

En su libro, El Emprendedor de Éxito, Rafael Alcaraz, define el emprendimiento como un estilo de vida. Por su parte, Liam Black y Jeremy Nicholls lo describen en su libro There’s no Business Like Social Business, como un estado mental que tiene sus bases en los valores y, sobre todo, en la pasión por la justicia social y la equidad. De esta manera si pudiéramos meter todos estos elementos en una licuadora para obtener al emprendedor social, tendríamos que en su ADN hay una gran pasión por generar cambios positivos, con una gran capacidad creativa para resolver retos.

En los más de 8 años de experiencia que tenemos trabajando con emprendedores sociales, jóvenes, adultos, hombres, mujeres, podemos atestiguar que somos una clase de locos, que vamos por la vida con una gran disposición a colaborar para hacer de nuestro entorno un lugar mejor. Y la forma para solucionar problemas que por décadas y décadas han aquejado nuestras comunidades, mediante procesos creativos que resultan en innovaciones.

Así, de ideas locas, propias de la mente de un “niño-emprendedor”, como “tenemos que ir a innovar a Júpiter”, han surgido centros como el creado por Nima Kazerooni, Impactonomy Innovation Labs, un espacio para la creaciaon de ecosistemas de innovación, startups y emprendimiento social. O que tal aquella idea impensable en su tiempo de Muhammad Yunus, sobre prestarle dinero a la gente humilde sin garantías, que resultó en la creación de las micro finanzas, un sistema que revolucionó el sistema bancario a nivel global y que ha transformado a la fecha la vida de millones de personas pobres en todo el mundo. Y así como Kazerooni, Yunus y tantos otros, cada vez más vemos personas que están mejorando procesos, métodos, artefactos, creado novedades, haciendo uso de las nuevas tecnologías, innovando socialmente; es decir, están partiendo de sus propios intereses, conocimientos, saberes, experiencias, y con esa sed por la justicia social y la sensibilidad ante lo que sucede en su entorno y a su prójimo, genera ideas diferentes, disruptivas, para colaborar y resolver, buscando siempre como fin último el beneficio colectivo.

Definir nuestra identidad nos permite entender nuestro papel en la sociedad, y nos provee de una guía para actuar. Quienes se definen a sí mismos como emprendedores sociales, deben tener un entendimiento de lo que requiere ese papel y llevar a cabo acciones para cumplir con esas expectativas. Finalmente, son emprendedores y como tales deben ser capaces de identificar oportunidades donde otros no ven nada más que obstáculos insalvables; pero el “apellido social” conlleva el uso de todas sus habilidades emprendedoras para solucionar problemas sociales, y aunque esto suene simple de entrada, no lo es, dado el contexto actual, esas soluciones deben ser capaces de generar cambio sistémico, de formas auto-sostenibles y escalables.

Como podemos ver el reto es grande, y superarlo requiere capacidad para innovar, trabajar en equipo, colaborar para la generación de ideas que rompan los paradigmas de la asistencia social. Es necesario abrir nuestra mente, re-conectar con el niño interior y dejar fluir la creatividad, analizar los problemas sociales desde diversos y diferentes puntos de vista, rechazar todas las respuestas correctas e imaginar nuevos usos para los métodos, las herramientas, las tecnologías, que contribuyan a la solución de dichos retos.

Todos tenemos ese potencial, está en nuestro ADN, sólo hace falta desarrollarlo, fortalecerlo, y ponerlo en práctica para solucionar los problemas que vemos en nuestro entorno y nos preocupan, y así despertando al “niño-emprendedor social” que llevamos dentro podemos construir en conjunto la sociedad, el país y el mundo que todos queremos ver.

*MBA, Co-fundadora y directora de Crea Potencial
www.creapotencial.org.mx