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Acabar con la división sexual del trabajo y modificar la concepción cultural de lo femenino y lo masculino son dos retos para alcanzar la equidad, afirmó la investigadora Ana Buquet Corleto, del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) de la UNAM.
Para que ambos géneros se integren en igualdad se requiere un cambio en la concepción cultural, en los significados y en las mentalidades, modificar roles arraigados por generaciones. “En la medida que se modifique, podremos avanzar más rápidamente hacia esa meta”, aseveró la investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Buquet Corleto dio a conocer que en México las mujeres ganan en promedio entre 4% y 12% menos sueldo que los hombres, según datos de 2011 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
“Esta cifra se profundiza por sectores. Por ejemplo, en las ocupaciones relacionadas con el comercio, de acuerdo al Índice de Discriminación Salarial, las mujeres deberían incrementar su salario en 52.2% para emparejarse con los hombres que trabajan en ese sector”, indicó.
En cuanto a los puestos directivos, tanto del sector público como privado, para que haya igualdad entre los sexos, las mujeres deberían tener un aumento del 24.9%, añadió la investigadora.
Dijo que la diferencia salarial es una clara muestra del desequilibrio que, a pesar de los avances logrados por varias generaciones de mujeres en las últimas décadas, prevalece en muchos espacios de la vida diaria y reproduce un modelo cultural de desigualdad.
Buquet Corleto explicó que aunque las mujeres laboran en muy diversos sectores productivos, la mayoría aún está lejos de ocupar puestos de mando y ejercen, en la mayoría de los casos, roles de apoyo y asistencia a los hombres.
“Esto nos muestra que hay un reto muy grande todavía a nivel nacional, aunque no es una situación exclusiva de México, ocurre en todo el mundo”, agregó.
Respecto al nivel académico, las mujeres tienen mayor presencia en las carreras menos valoradas social y económicamente, y se agrupan más en las áreas de humanidades y menos en las de investigación científica, lo que afecta su salario.
“En carreras como enfermería, trabajo social y pedagogía hay concentraciones altísimas, mientras que los hombres se ubican mayoritariamente en las ingenierías, física y matemáticas”, acotó.
Si egresan y se incorporan al mercado laboral, resulta que los ingresos en enfermería son mucho más bajos que en ingeniería, lo que repercute en lo salarial, señaló Buquet Corleto.
Las mujeres se agrupan aún como secretarias, trabajadoras domésticas, cuidadoras, enfermeras. “Son oficios y profesiones que la sociedad no valora, porque siempre se han asociado con el espacio doméstico, un lugar donde hay que hacer mucho trabajo, pero no se paga”.
Destacó que en el espacio doméstico se satisfacen necesidades básicas, como alimentación, higiene, cuidado de la salud, descanso y crianza. “Es otro tema que interviene en la desigualdad laboral, y que implica a ellas trabajar adicionalmente varias horas en casa”.
Elegir profesiones y oficios relacionados con este género es lo apropiado con las identidades que culturalmente hemos heredado, pero replican la inequidad, sostuvo.
“Las mujeres y los hombres reproducimos el sistema de relaciones de género, según como nos conformamos en tanto sujetos. A las niñas se les educa de una forma particular para que se reconozcan y se sepan niñas y mujeres, y con los niños pasa lo mismo, con sus referentes masculinos”, señaló.
De ahí que haya juegos diferentes, que los relacionan con esa identidad y que más adelante repercuten en la orientación vocacional de los y las jóvenes.
“El mensaje del sistema de relaciones de género en que vivimos es que ellos y ellas son diferentes en prácticamente todos los ámbitos de la vida humana. Entonces, tenemos funciones sociales, formas de pensar y capacidades intelectuales desiguales. Desde mi punto de vista, es una idea completamente equivocada”, destacó.
Aunque somos distintos sexualmente, a nivel de capacidades, en el sentido humano, tenemos la misma posibilidad de desarrollarnos, de trabajar en cualquier lugar y desplegar habilidades para incorporarnos en distintos ámbitos, reiteró.
Desde luego, en el modelo actual las mujeres que destacan adquieren ciertas características identificadas con lo masculino, como la fortaleza y la capacidad de liderazgo. (Patricia Pazarán)