Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 24 segundos
El Sistema Nacional de Cuidados (SNC) resultará clave para la construcción de una plataforma de protección social que se convierta en un motor para la movilidad social en México, aseguró el Centro de Estudios Espinoza Yglesias (Ceey), al prestar el lunes un informe sobre el tema.
Al comparar entornos que cuentan -o no- con servicios de cuidado infantil, se observa que entre las mujeres cuyo origen se encuentra en la parte más baja de la escalera social, solo el 32% de ellas supera su condición socioeconómica cuando su localidad no cuenta con servicios de cuidado.
En contraste, en los lugares donde sí los hay, el 63% de las mujeres en la misma condición, lo logra, señala la institución en el informe complementario de la Encuesta ESRU de Movilidad Social, que se publica trimestralmente.
El viernes anterior, el secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Rogelio Ramírez de la O. aseguró en un evento del global Citibanamex que el gobierno de México está enfocado en construir el SNC, que comenzó con reformas a la Constitución Política en 2020 en la Cámara de Diputados, y cuya discusión está hoy pendiente, junto con nuevas propuestas, en el Senado.
El Ceey indica que la garantía del derecho al cuidado —dar y recibir cuidados— en la legislación mexicana es una asignatura pendiente, además que en la discusión actual sobre el Sistema no está claro su funcionamiento institucional, ni los recursos que se le asignarán.
“El análisis de la Encuesta de Movilidad Social en México (ESRU) arroja evidencia que muestra la importancia de contar con un sistema de protección social renovado, que incluya políticas, programas y acciones articuladas en un SNC”, destaca.
Hasta abajo
Del total de la desigualdad observada en México que se puede medir, prácticamente la mitad de ese peso se debe a factores fuera del control de las personas.
El peso de la protección social en la composición de la desigualdad de oportunidades alcanza el 11% a nivel nacional, mientras que para la población en la parte más baja de la escalera social, se amplía al 38% arroja el estudio del Ceey.
Citando a estudiosos que analizan el fenómeno, la institución indica que la formalización del Sistema mencionado es relevante como expresión de consenso social, porque al considerarse que los cuidados requieren de habilidades que son innatas a las mujeres “se limita su institucionalización” y su calidad.
Además, se promueve socialmente la gestión “exclusiva por parte de ellas, al no existir instituciones que promuevan la operación articulada de políticas basadas en la Economía del Cuidado”.
Para el Ceey, la falta de institucionalidad sobre el cuidado provoca que estas tareas se realicen en su mayoría en forma no remunerada, con las desigualdades que esto provoca, y que las cuidadoras remuneradas se inserten con mayor probabilidad en el sector informal de la economía.
“La organización del cuidado es un asunto de género porque afecta desproporcionadamente el bienestar y posibilidades de movilidad social de las mujeres”, resalta.
Las mujeres con origen en el percentil 25, alcanzan el percentil 39 cuando crecieron en lugares que tienen acceso a centros de cuidado infantil. En cambio, aquellas que habitan en lugares sin acceso a este tipo de servicios se quedan prácticamente en la misma posición de origen, en el percentil 26.
Entre otros hallazgos, el Ceey indica que en lo que se refiere a los servicios de cuidado para personas enfermas, con discapacidad o adultas mayores, las mujeres con padres en el percentil 25 alcanzan el percentil 40 cuando crecieron en lugares con acceso a este tipo de servicios.
En contraste, aquéllas que vivieron en lugares sin acceso solamente alcanzan el percentil 29.
Las mujeres con origen en el percentil 25, cuyos padres tuvieron seguridad social a lo largo de la vida alcanzan el percentil 41, 10 puntos más que el promedio nacional.
Cuando la calidad y cobertura de los sistemas de protección social y mecanismos para igualar las oportunidades son débiles, el origen de cuna determina sus posibilidades de movilidad social, recuerda el Ceey.
“A las desigualdades de origen a nivel hogar se suman otras, como las desigualdades territoriales, el acceso asimétrico a servicios, la protección e infraestructura social y los mecanismos de justicia.
En el caso de las mujeres, además de las capas de desigualdad social y territorial, se suman las desigualdades de género”, señala.
Link estudio:
https://ceey.org.mx/wp-content/uploads/2022/03/01-Orozco-et-al-2022_compressed.pdf