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En la etapa del Covid-19, millones de personas en América Latina y el Caribe cayeron en la pobreza, mientras que, en el otro extremo, la otra dura realidad al frente, apunta a una escalada en el número de multimillonarios, un fenómeno al que los gobiernos deben responder con medidas eficaces en materia fiscal y regulatoria define el mexicano Luis Felipe López-Calva, director regional del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En una extensa entrevista con la agencia internacional Efe, el funcionario advierte que la mayor crisis sanitaria y de salud en 100 años está haciendo crecer las brechas en una Región históricamente golpeada por la desigualdad, “que conoce bien los peligros que esa desigualdad genera”.
Con datos de la última lista de multimillonarios de la revista Forbes en mano, en la que figuran todos aquellos individuos con un patrimonio de más de 1,000 millones de dólares, el mexicano indica que entre marzo de 2020, en el arranque de la Pandemia, y mediados de mayo de 2021, el número de fortunas de ese tamaño en la Región pasó de 76 a 107.
El patrimonio de los multimillonarios en América Latina en conjunto aumentó en casi 200,000 millones de dólares, el tamaño de la economía de un país como Ecuador.
“Es realmente un monto muy importante para una acumulación en un año”, dice López-Calva, para quien la generación de riqueza no es un factor negativo, aunque los datos en frío abren la puerta para una discusión de acciones públicas más eficaces, especialmente en un momento en el que la pobreza aumenta rápidamente.
López Calva afirma que lo que el PNUD define es que “esta crisis nos haga traer políticas que reviertan las dinámicas de la desigualdad” porque lo que se registra en el corto plazo es que la desigualdad sigue reforzando y profundizando.
Al cierre de 2020, el nivel del PIB per cápita registrado en América Latina y el Caribe se asemejó al de 2010, lo que se interpreta por economistas como una “década perdida”.
La pobreza llegó a su nivel más alto en los últimos 12 años, afectando a un 33.7% de la población, es decir, a uno de cada tres latinoamericanos, de acuerdo con cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal)
En el caso de México, entre 2019 y 2020, la pobreza extrema se disparó de 10.6% a 18.3%, según datos del Coneval.
Impuesto a las corporaciones
En el tema en boga de imponer impuestos a las corporaciones globales en beneficio de la economía mundial, el economista mexicano indica que la propuesta debe hacerse de forma coordinada, con acuerdos a nivel regional o global para evitar una competencia leonina entre países.
“Ese tipo de acciones coordinadas desde el punto de vista fiscal se están haciendo cada vez más necesarias”, asegura.
Sin embargo, López-Calva asevera que llevar la propuesta a la práctica es un poco más complicado.
“Creo que sí hay un espacio para hacer alguna reforma impositiva en términos de la riqueza de los individuos, pero yo estaría más por el lado de poner impuestos muy progresivos a las corporaciones”, señala.
Entre los impuestos a la riqueza, considera que América Latina y el Caribe tiene margen para aumentar de forma importante aquellos sobre la propiedad, pues está lejos de la recaudación que obtienen los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD, por sus siglas en inglés).
Para el PNUD, la “prioridad número uno” debe ser impulsar una mayor “protección social universal” en la Región, que hoy adolece.
Las carencias en ese ámbito hacen que América Latina tenga “un contrato social fragmentado”, con la protección social muy vinculada a la tasa de empleo, lo que a su vez encarece la contratación y complica acabar con la economía informal.
Regulación y competencia
Para frenar el aumento de la desigualdad, el PNUD también ve necesario que Latinoamérica mejore la regulación y la competencia en ciertos sectores como el digital, el ganador durante la Pandemia.
“Si no hay una respuesta regulatoria fuerte y más creación de condiciones de competencia, lo que vamos a observar es un crecimiento aún mayor de estos supermillonarios como un indicador de esta desigualdad”, subraya.