Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 12 segundos
El avance de la mitigación de la pobreza laboral en el País -que data de 2018 y que se extiendió hasta enero de 2020- mostró un tropiezo a partir de la propagación del Covid-19, que llevó a un hundimiento del PIB mexicano de 8.5% el año pasado, la mayor caída desde 1932.
“La movilidad laboral generó un decremento neto en la pobreza de 2 puntos porcentuales (en ese lapso), mientras que en 2020 esta tendencia se revirtió y contribuyó con un incremento neto de 4 puntos porcentuales”, reveló el 4 Boletín de Movilidad Social en el mercado de trabajo, que de manera trimestral da a conocer el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (Ceey).
El instituto académico experto en temas de movilidad social asevera que el mercado laboral en México sufrió una severa disrupción a partir de la Pandemia del Covid-19 y del manejo que se le dio al fenómeno.
Entre los datos más reveladores de la investigación destaca el hecho de que más de 13 millones de personas, tanto de los estratos medios como de los estratos altos, pasaron a formar parte del 40% de población con ingresos laborales más bajos en México.
Al término de 2020, más de un millón de empresas, casi el 20% del padrón total y especialmente pequeñas y medianas (pyme), debieron dar de baja su operación asoladas por la mayor crisis económica y sanitaria de la historia contemporánea a causa de la Pandemia SARS-CoV-2, de acuerdo con datos del INEGI.
En este contexto, el Ceey señala que el 23.7 % de la Población
Económicamente Activa (PEA) se retiró de su búsqueda de algún empleo y de trabajo remunerado, mientras que las personas que aún conservaron sus empleos redujeron su ingreso.
Además, el 36 % de la PEA con ingresos regulares cayeron o superaron el estatus de pobreza laboral en 2020 contra un año antes.
“Con la Pandemia, más de la mitad de ese número, un 20%, correspondió a quienes caen en una situación de pobreza”, desveló el informe del centro académico.
La movilidad social en el País que escudriña el Ceey refiere un cambio en las condiciones socioeconómicas de las personas; para detectar este cambio, debe darse un seguimiento a los mismos individuos en el tiempo y, en ocasiones, se debe ir hasta sus condiciones de origen.
Es decir, el análisis de la movilidad social implica examinar aquella información que permite ubicar a las personas en al menos dos
momentos distintos en el tiempo, ya que la aplicación de este tipo de medidas acarrea cuando menos dos ventajas: no solo se conoce el tamaño de un problema -por ejemplo, la pobreza- sino también la dinámica de su composición, según la nota metodológica del Ceey.
“En un entorno de crisis económica y restricciones a la actividad productiva para evitar los contagios, la dinámica laboral resultó sensiblemente afectada”, mencionó la institución académica en su boletín 4, que documentó el efecto de la Pandemia en el ámbito de la movilidad social.
Tercer trimestre funesto
Citando la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), el Ceey indicó que las distorsiones más significativas en el mercado de trabajo en México se observaron al comparar el tercer trimestre de 2020 contra igual lapso de 2019, cuando cerca del 20% de la PEA se retiró de las ocupaciones disponibles, o de la búsqueda de un empleo, para engrosar las filas de la Población No Económicamente Activa (PNEA).
En ese lapso, el 3.7 % de los ocupados pasó de tener una actividad laboral remunerada a engrosar las filas del desempleo, o bien, a ocupaciones sin remuneración.
El 73.3 % de la PEA, por su parte, mantuvo un empleo remunerado, aunque en este apartado, el porcentaje de ocupados que no contó con acceso a servicios de salud alcanzó el 62.3%, cinco puntos porcentuales más respecto al promedio que se alcanzó entre 2006 y 2020.
“Las nuevas condiciones de trabajo significaron que un mayor porcentaje de trabajadores dedicara su tiempo a capacitarse fuera de la jornada regular, el 2.1 %, casi el doble del registrado entre 2006 y 2020”, mencionó.