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De acuerdo con cálculos de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el gasto estimado para sacar a flote las economías de los países desarrollados y emergentes llegaría a los 9 billones de dólares, tomando en cuenta que, el estimado de la Administración Pública Federal de EU contabiliza, solo para ese país, un total de 6 billones de dólares.
De la cantidad total de ese rescate, el 70% estará relacionado con préstamos y garantías a empresas privadas, a fin de tratar de cerrar el paso a situaciones de crisis anteriores: falta de liquidez por la interrupción de los flujos de ingresos en las cadenas de valor y que los pagos derivados de cierres y descensos en los negocios, y la actividad económica en general, se conviertan en problemas de solvencia, con un forzado des-apalancamiento que destruya la capacidad productiva, el capital, el know how y el empleo, de acuerdo con un análisis de BBVA publicado este 20 de abril en la revista española Expansión.
Las medidas incorporadas por el Sector Público, junto con las asumidas por los bancos centrales -con programas de liquidez para el sistema financiero y compras de activos (incluyendo bonos corporativos)- se suman a las acciones de los supervisores bancarios (relajar exigencias de capital, por ejemplo). Y sí, el paquete completo tiene en la mira un solo objetivo: evitar que una severa recesión se convierta en una depresión económica.
“El éxito de estas medidas está directamente relacionado con su implementación inmediata (por parte de los distintos gobiernos) y con su eficacia, pero también con la brevedad de la pandemia y de las limitaciones en las actividades que conlleva”, destaca BBVA.
También, resalta, dependerá de las condiciones de partida que asuma cada gobierno y economía. De esta forma, corre a cuenta de los gobiernos tomar en cuenta factores locales e internos (endógenos) sobre las expectativas de crecimiento de largo plazo y que la deuda a asumir no se ponga en duda contar con márgenes en medio de una crisis sin precedentes.
Una de las pocas certezas sobre las consecuencias de la pandemia desencadenada por el Covid-19, además de la invaluable pérdida de vidas, es que, en el ámbito económico, está provocando caídas del PIB y aumentos de la deuda pública, destaca BBVA en su escrito.
“El coronavirus es un choque no visto en 100 años…el consenso generalizado es la incertidumbre máxima para poder anclar tanto el alcance como la persistencia de las caídas de actividad en el muy corto plazo, o el ritmo de la esperada recuperación posterior”, destaca.
El banco global, enumera tres factores de alto riesgo: el contagio y la letalidad de la propia pandemia, en el que influyen elementos virales y sanitarios; la duración y la severidad por las limitaciones a la movilidad y la actividad económica y el efecto que tengan las medidas de apoyo implementadas por bancos centrales, Gobiernos y supervisores bancarios para aliviar las consecuencias de contagios y cierres.
“El aumento de la deuda pública será una característica del nuevo escenario”, asevera, como lo señala la evidencia histórica con disrupciones anteriores.
“El esfuerzo bélico de las guerras mundiales, la Gran Depresión de 1929 y la Gran Crisis Financiera de 2008 multiplicaron el radio de deuda pública sobre el PIB en Estados Unidos. Este comportamiento de la deuda pública global se dará también en la crisis actual”, advierte.