Barreras ficticias en telecomunicaciones

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Fue hace un par de años cuando un alto ejecutivo de una de las empresas que compiten con Telmex —la joya de la corona de América Móvil— me dijo que México tenía una barrera ficticia que impedía a los usuarios de servicios de telecomunicaciones acceder a nuevas tecnologías como las que proporcionaban las redes de tercera y cuarta generación. Le pregunté a qué se refería y abundó sobre el tema: ¿No te has preguntado por qué aquí en México tardan tanto en llegar los nuevo modelos de dispositivos móviles? Hasta entonces —debo confesarlo— no era un tema que me preocupara porque me conformaba —como millones de mexicanos— con pagar tarifas altas, onerosos planes de datos y, por supuesto, con usar modelos de dispositivos móviles que no formaban parte de la última generación.

El ejecutivo de la compañía competidora de Telmex continuó con la explicación: ¿A quién le conviene que la tecnología en dispositivos móviles tarde más tiempo en llegar al mercado mexicano? La respuesta era obvia. A los consumidores no, por supuesto. Al jugador preponderante sí, por supuesto, porque en la medida en que se retrasara la llegada de nuevos equipos las inversiones también tenderían a postergarse, al menos de su parte, y a los competidores les costaría más caro llegar al mercado.  Me contó, incluso, una historia sobre bodegas llenas de equipos nuevos de ultima generación que nunca llegarían al mercado porque resultaba más barato conservarlas que invertir en infraestructura. Después se aprobó la reforma al sector de las telecomunicaciones y bajaron las tarifas. Se congelaron por algunos años las tarifas de interconexión que se pagaban a Telmex. También vino la declaratoria de preponderancia para Telmex por parte del Instituto Federal de Telecomunicaciones. Cambió, entonces, el escenario para los consumidores y varios jugadores de la industria comenzaron a invertir y casualmente los usuarios en este sector vimos cómo se amplió la gama de dispositivos y tecnologías. La competencia siempre es buena.  El problema es que el preponderante sigue siendo el preponderante y la caída en sus inversiones siempre afectan al sector. De acuerdo con los analistas de la consultoría The CIU, en la experiencia internacional e histórica, los operadores invierten en proporción a la dimensión de su operación. Por ejemplo, es de esperar que un operador con una ponderación de 30% de los ingresos totales invierta una proporción similar o superior para conservar su huella en el mercado. En México,  el operador principal/incumbente/preponderante en telecomunicaciones (América Móvil, Telmex-Telnor/Telcel) ha escatimado en el agregado de años pasados su aplicación de recursos a la capitalización. Uno de sus efectos incluso ha sido mencionado recientemente por el presidente López Obrador en términos de la insuficiente cobertura de servicios en la geografía nacional. Mientras tanto, Grupo Televisa ostenta 32.6% de las inversiones totales ejercidas en el sector de telecomunicaciones, seguido por América Móvil con 32.2%, AT&T 15.8%, Megacable 7.4%, Telefónica 6.0% y el conjunto de otros operadores menores 6.0%. Así,  al comparar el monto de inversión de los operadores como proporción de sus ingresos, nuevamente se identifica una subinversión por parte del operador preponderante. La mala noticia es que ese retraso en inversiones por parte del preponderante  tiene un impacto directo en el PIB por el efecto multiplicador que tiene esta industria.

Economía y transparencia

En muchas ocasiones pareciera que la economía se encuentra alejada de la transparencia y la verdad es que no es así. La transparencia en el quehacer gubernamental aporta certidumbre y confianza ingredientes para la inversión extranjera y nacional y equilibrio en los mercados. Lo anterior viene a cuento porque la próxima semana inicia el proceso para seleccionar a un integrante del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI). De acuerdo con las fuentes consultadas en este sector, la lista de candidatos viables está conformada por Tanya Marlenne Magallanes López, Javier Santiago y Ernesto Villanueva. Magallanes López fue Directora de Transparencia de la Procuraduría General de la República y de la Secretaría de la Función Pública en tiempos de Arely Gómez. Goza del apoyo del PRI y de un sector del PAN. Sus posibilidades residen en que se negocien en paquete varias designaciones que requieren mayoría calificada, de dos terceras partes, que MORENA por sí solo no tiene. Javier Santiago tiene la simpatía de un sector de MORENA, del PRD y se ha mantenido en un bajo perfil. Si bien su experiencia es en el ámbito electoral, si logra reunir los consensos necesarios puede llegar a ser designado al final del día. Ernesto Villanueva es el enemigo a vencer, tiene el mejor currículum de todos los aspirantes, sin embargo, enfrenta fuertes resistencia por parte del presidente del INAI, Francisco Javier Acuña y su socio, el político-empresario Roberto Gil Zuarth. Villanueva tiene el apoyo mayoritario de MORENA y de los partidos aliados de esa formación política, PT, PES, PVEM y seguramente sería apoyado por MC. Aun así, requiere de los votos del PRI o del PAN para lograr la mayoría calificada. Su cercanía intelectual con el presidente López Obrador, quien lo escucha en los temas de transparencia y rendición de cuentas puede significar para el reconocido investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, un arma de doble filo.

claudiavillegas @revistafortuna.com.mx
Twitter: @LaVillegas1