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Navegamos por la historia del barco desde sus orígenes, cuando los primeros pobladores utilizaban troncos de madera flotantes, la aparición de la vela creada por los egipcios en el 1300 a.C., el buque de manga ancha de los fenicios, las innovaciones de la civilización romana, los dragones acuáticos o drakkars vikingos que eran el terror de los mares del siglo IX, la incorporación de varios mástiles en una embarcación realizada por los chinos en el siglo XIII, el poderío naval de España de los siglos XV y XVI con sus carabelas, e incluso la “Santa María”, que menciona Colón como un “nao” asiático y el origen del término “de buena gana” en las galeras. Además, daremos un recorrido por el piróscafo o barco de vapor, su discutida autoría entre algunos de sus inventores, la época dorada naval con los famosos trasatlánticos, la aparición de la turbina y el diésel, así como algunas curiosidades históricas, datos poco conocidos del Royal Mail Steamship Titanic… y otras rarezas marítimas.
El mar posee una conexión directa con las emociones humanas, tal vez sea por su inmensidad, sus distintas tonalidades de azul, los misterios que oculta o la inspiración que provoca al admirarlo, para muchos, una fuente poderosa de energía, entre otros, el recuerdo de nuestros orígenes y existen quienes hablan de él como una maravilla de lo divino. Lo cierto es que la humanidad siempre ha expresado una fascinación por lo marítimo, el golpeteo de las olas es un sonido tan profundo y relajante, la vista de un atardecer en algún arenal es una lectura conmovedora del ser, ahí, donde los pensamientos se vuelven reflexiones, los romances se tatúan en el interno, sitio donde uno encuentra la grandeza de sentirse insignificante… y la fortuna de pertenecer.
La genialidad, por su parte, también ha brindado su ofrenda a los mares… ¡barcos!, los llamamos, ese transporte náutico que dio conectividad a los continentes, un ejemplo más de que la inventiva nace de la necesidad. Actualmente la frustración tal parece que nos domina, pero la reacción que ésta condición brinda es tan poderosa, ya que la impotencia se puede tornar en pasión, lucha y entrega… estímulos que ven más allá. Grandes personajes han aprendido del infortunio y aunque provoque ese sentimiento de naufragio, siempre el enigmático impulso por vivir será nuestro salvavidas… mientras exista la creatividad por la supervivencia, el dolor de evolucionar y un pretexto para el cambio.
Así, entre abstracciones oceánicas y una sencilla ideología sobre el ingenio, comenzamos esta cuarta entrega de las genialidades homoespacieras, que para este artículo, nos adentrarán por los mares, con algunas curiosidades sobre el barco, su historia y algunos datos no tan conocidos.
Orígenes náuticos… y los primeros navíos
El sentimiento que une al hombre con el mar ha sido tan grande que lo impulsó a crear alguna forma para navegar en él. Se cree que los primeros humanos utilizaban troncos de árboles para navegar, ya que varias pinturas rupestres en islas comprueban que necesitaron algún medio de transporte para acceder a estos sitios.
Los primeros datos sobre el barco, mencionan a los egipcios, por ahí del siglo 1300 a.C. una nave cuyo armazón era de madera reforzada con cuerdas y cubierta por fibras naturales, y fue una de las iniciales embarcaciones importantes, que además contaba con un mástil, una vela cuadrada y presentaba algunos remos. En este periodo, los reyes de los mares eran los fenicios, con su buque de manga ancha que utilizaba velas en lugar de remos. En el siglo II, los romanos crean las galeras, donde esclavos y el servicio de hombres libres llamados “de buena gana”, remaban hacia los destinos que trazaba este gran imperio, pero tanto para los cautivos como personas que hacían esta actividad por dinero, en las noches todos eran encadenados y la falta de higiene provocaba muchas bajas en la tripulación.
Tiempo después, en el siglo IX, los vikingos invadían las islas británicas y mediterráneas con sus drakkars -largas, estrechas y veloces embarcaciones con forma de dragón- que incluso se cree llegaron a América mucho antes que los peninsulares.
España y Portugal, por su parte, lograron fama naval en los siglos XV y XVI. La mayor gloria –para los europeos-, fue la llegada a la isla de Guanahaní de Cristóbal Colón, con su nao chino “Santa María”, acompañado por las carabelas “Niña” y “Pinta”, a las 02:00 horas del 12 de octubre de 1492, a lo que estos españoles nombran como el “Nuevo Mundo”. En 1600 se funda la Compañía Inglesa de la Indias Orientales, que tenía una flota de barcos mercantes anchos, largos y lentos, los cuales eran muy atractivos para los piratas.
La última nave a vela fue el “clíper”, construido por los estadounidenses en 1840, de forma alargada y estrecha con tres o más mástiles, y caracterizada por su alta velocidad.
El piróscafo… y su discutida autoría
Existen muchas teorías acerca del inventor del barco de vapor. Los ibéricos argumentan que Blasco de Garay, un misterioso capitán de quien no se tienen datos precisos de su nacimiento, ni de su fallecimiento, fue quien esbozó el primer diseño. Un documento de 1695 que se encontró en el Archivo de las Simancas españolas señala una galera, la “Trinidad” que era impulsada con un tipo de máquina a vapor.
Mientras que los galos, sostienen que el ingeniero Claude François Dorothée, marqués de Jouffroy D’Abbans, crea un barco de vapor de ruedas llamado el “Pyroscaphe” que navegó por el río Saona en 1783, aunque en 1776, el marqués construye un buque de vapor de trece metros, el “Palmipède” con un motor que movía unas simpáticas aletas equipadas con aspas giratorias, en el río Doubs de la frontera franco-suiza.
John Flich, fue otro inventor de este navío impulsado por el vapor y desarrolla en 1787, un barco de vapor de 14 metros de eslora, que ponía en movimiento una serie de remos, situados a babor y estribor de la embarcación, en el río Delaware, Estados Unidos. Esto provocó algunas incrédulas risas, pero cuando la nave cruzó el río, la gente enmudeció sorprendida. Lamentablemente, la falta de apoyo y como siempre pasa, el desdén tan común que las autoridades muestran ante el talento genuino, lo llevo a la desesperación y un 2 de julio de 1798, este ingeniero estadounidense se suicidó en Kentucky.
El siguiente inventor es a quien se le atribuye la creación del barco a vapor, el ingeniero oriundo de Pensilvania, Estados Unidos, Robert Fulton, quien por cierto, su formación académica fue como pintor en Inglaterra más que como ingeniero, pero su genialidad lo llevó a realizar en 1803 en Francia el “Sena”, barco cuyo propulsor era una rueda con paletas, movida con un motor de vapor, obtuvo poco agrado entre los galos y en 1807, crea el “Clermont” o mejor conocido como “El monstruo de Fulton”, que navegó por el río Hudson y que fuera el primer éxito comercial del barco. También este ingeniero diseño el primer barco de guerra de vapor del mundo, el “Fulton the First” o “Demologos”, aunque no logró verlo terminado, ya que fallece a los 49 años a causa de una pleuritis, el 24 de febrero de 1815.
La turbina, los trasatlánticos… y el barco más famoso de la historia
Otros avances del barco fue el hierro para el casco, innovación incluida en el siglo XIX, lo que junto a la máquina de vapor dieron una nueva estética a los navíos. En 1894 surge otro adelanto, la turbina, creada por el británico Charles Algernon Parsons y en 1897, Rudolf Diesel brinda el motor con combustión interna, que permitió dar mayor movilidad a las naves.
Los primeros grandes cruceros o barcos para pasajeros, surgen a inicios del siglo XX o en la marítima época dorada, grandes navíos como el RMS Lusitania o el RMS Mauritania, seducían al mundo con sus lujosos salones interiores y cómodos camarotes, así que la firma inglesa White Star Line, entraría en la competencia en 1909 con tres majestuosos barcos: Olympic, Britannic y el famoso Titanic.
Muchos conocemos la historia de su hundimiento en 1912, tal vez algunos por el film hollywoodense homónimo de 1997, pero existen algunos datos bastante curiosos, por ejemplo que existió una novela 14 años antes del hundimiento, llamada Futility (1898) de Morgan Robertson, donde narra la historia de un enorme navío llamado “Titán” que al chocar con un iceberg comienza a hundirse; también en 1943 los nazis hicieron su propia película sobre el Titanic, para provocar publicidad negativa hacia los ingleses. Otro dato, es que este afamado barco fue el único de las tres enormes naves de la White Star en no bautizarse.
Respecto a los hermanos del Titanic, el Britannic terminó como barco hospital y se hundió en 1926 al colisionar con una mina. Mientras que el Olympic, fue el único que sirvió durante mucho tiempo, desde 1911 y hasta 1935, cuando fue deshuesado.
Curiosidades… y otras rarezas marítimas
Resulta que en el siglo XIV, existió una de las primeras mujeres piratas, Juana de Bellaville, que vendió sus propiedades para adquirir tres navíos y vengar la muerte de su esposo asesinado por las autoridades francesas. En 1871, un sobreviviente de un hundimiento decide dejar este lamentable incidente atrás y embarcarse 41 años después en un nuevo navío, el Titanic, en el cual falleció y para aquellos que sean supersticiosos, el silbar puede provocar fuertes vientos, según cuenta la leyenda del Royal Navy.
Algunas rarezas actuales son: el Earthrace, un veloz barco que puede dar vuelta a la tierra en casi 61 días o también puedes formar parte de la tripulación del Jahre Viking, el barco más grande del mundo que mide 458 metros de eslora por 69 metros de manga, pero si prefieres, visita el navío de Howard Hughes, realizado con partes de un avión B-307.
Por Glen Magaña
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