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Casi un año después de la tragedia provocada por el paso del huracán Otis en Guerrero, los guerrerenses se enfrentaron a John, una tormenta que se volvió huracán y que volvió a colocarlos con el agua hasta el cuello. Igual que en Michoacán y en Oaxaca.
Hoy no voy a hablar de culpas políticas, sino de monstruos naturales y de convergencia y divergencias de vientos, temperaturas marítimas, sonidos estrepitosos y ensordecedores, de data, de mapas, de ciencia y -sobre todo- de arte.
Este fin de semana, asistí a la inauguración de la exposición “El Centro de Huracanes del Museo Universitario de Ciencias Arte afirma que ningún desastre es natural”. Este trabajo del artista Arturo Hernández Alcázar (algo conozco de este señor) es sublime y más que oportuno para los tiempos que vivimos en el planeta Tierra.
Nos coloca en ese ojo del huracán en donde solo pensamos que un fenómeno meteorológico es un desastre natural porque nos pega a nosotros, a nuestro entorno, a nuestras creaciones, a nuestras familias, a nuestras casas, a nuestro planeta. En tiempos antiguos, las manifestaciones de la naturaleza (ni siquiera se le llamaba naturaleza entonces) eran vistas como monstruos, cosas malignas, amenazantes. Lo mismo los truenos, que los rayos, que las lluvias, las sequías, las tormentas o los terremotos.
Quitarnos la mirada del ombligo de la humanidad, o sea, salirnos del ojo del huracán y contemplar -en los dos mil metros cuadrados donde se expande esta muestra- un diálogo de vientos, de recorridos, de temperaturas, de tecnología adjunta y de rutas, es la propuesta de Arturo. Con la curaduría de Aleida Pardo.
El desastre no es natural. Los huracanes no son nuestros enemigos. Nuestros peores adversarios son nuestros presuntos avances civilizatorios. El deterioro que ellos infunden en nuestra tierra, nuestra agua o nuestros mares. ¿A qué suena un huracán? ¿Cómo inician sus vientos y en dónde terminan? ¿Solo nos importan por el nivel de destrucción que genera a su paso?
La pregunta fundamental que hace Arturo Hernández Alcázar en un momento de la visita guiada es implacable: ¿por qué a los huracanes se les denomina con nombres de personas que nada tienen que ver con su tamaño, fuerza o ‘poder destructor’? ¿Por qué no mejor se les llama con el nombre de consorcios o empresas que verdaderamente contribuyen a que el paso de un huracán resulte aún peor para nuestra cultura y especie? En lugar de ‘Gilberto’, ‘Otis’ o ‘Helene’, los huracanes más destructivos debieran llamarse ‘Shell’, ‘Repsol’ o ‘BP’.
Entender estos sucesos ambientales a manera de diálogo, con sus propias palabras, señales y signos, resulta un ejercicio impensado que nos puede decir más de ciclones, tormentas, huracanes y cualquier otro fenómeno que se produce con elementos invisibles como el aire y el sonido.
¿De dónde provienen nuestros miedos frente a ciertas tormentas? ¿Del ruido que provocan solo al estrellarse con “lo nuestro” (palmeras, postes, casas)? ¿Se miden científicamente las emociones que provocan los huracanes? ¿Por qué estamos tan aferrados a medir y no solo a leer los ciclones?
No sé cuál sea la relación que ustedes tengan con el viento, con sus sonidos y sus efectos. Cualquiera que sea, la culpa no es del huracán. Ningún desastre es natural. Es producto de lo que dejamos de hacer frente a ellos y del daño que le estamos provocando a este mundo con nuestros consumos, usos y costumbres industriales.
Vayan al MUAC a contemplarse en el espejo de las gráficas de los ciclones, de sus sonidos profundos y de sus vientos danzantes. Quizá encuentren su relación con los vientos. Quizá se pregunten si habían pensado siquiera en esta relación. Quizá solo se maravillen con el poder de la naturaleza, con su fuerza y con nuestra propia vulnerabilidad.
Con la asesoría y colaboración de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM y del Museo Universitario de Ciencias y Artes (MUCA), esta expo se exhibe en la sala principal del MUCA del 5 de octubre al 7 de diciembre de 2024, martes a sábados de 10 a 18 horas y la entrada es libre.
Vayan a verla, a oírla, a sentir la ventisca y a quitarse del ojo del huracán.
https://www.arturohernandezalcazar.com/
Columna || Al Aire: TIEMPO DE MUDANZAS