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Durante 50 años, México recibió recursos del BID para construir infraestructura, generar empleos, brindar educación de calidad y abatir la pobreza. Los rezagos persisten, mientras ese organismo prevé que 2008 y 2009 serán años “difíciles” para la economía mexicana
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) busca reposicionarse como el socio estratégico de México y apoyarlo con recursos para reducir la brecha entre ricos y pobres, avanzar en la calidad educativa y garantizar la seguridad alimentaria y energética, dice Ellis J. Juan, representante de esa institución financiera en el país.
Los créditos más significativos que el BID ha otorgado al gobierno federal se concentran en dichos rubros, calificados por el organismo como “retos pendientes” para el desarrollo. Actualmente, la deuda de México se estima entre 4 mil y 4 mil 500 millones de dólares. “Creo que ya no sube, se paga al año y como ya es un país con ingresos medios, tiene ingreso a los mercados financieros sin necesidad nuestra. Es un pagador reconocido”, dice el funcionario.
La relación del BID –creado en 1959, al amparo de la Organización de Estados Americanos– con los gobiernos mexicanos data de hace casi medio siglo. México fue uno de los 19 países latinoamericanos que, con Estados Unidos, fundaron ese organismo que hoy reúne a 47 Estados, 26 de ellos miembros prestatarios. En 50 años, el banco financió obras de infraestructura, planes educativos y de salud o préstamos de emergencia para sus socios; sin embargo, el Informe 2007 del BID admite que América Latina “sigue siendo la más desigual del mundo”.
El estudio destaca que, en la región, 70 por ciento de la población vive con menos de 3 mil dólares anuales y enfrenta déficit “intimidatorio” en servicios básicos, competitividad y calidad de la educación. Basado en estimaciones de la Conferencia Económica para América Latina, el mismo informe cita que en Latinoamérica la pobreza continuó disminuyendo en 2007, “aunque a un ritmo más moderado que en los dos años anteriores”, con lo que la tasa de pobreza se redujo de 36.5 por ciento en 2006 a 35.1 por ciento en 2007.
Así, en la región bajó el número de pobres de 194 millones a 190 millones y, de este total, se redujo el número de personas en situación de extrema pobreza o indigencia de 71 a 69 millones; es decir, la tasa de extrema pobreza descendió de 13.4 a 12.7 por ciento. “Los cálculos correspondientes a Brasil, Chile, Ecuador (zonas urbanas) y México indican que estos países han alcanzado ya la meta”; Colombia, El Salvador, Panamá, Perú y Venezuela avanzan a un ritmo cercano o superior al necesario para conseguirlo; Argentina, Bolivia, Honduras, Nicaragua, Paraguay y Uruguay están a la zaga.
Respecto a la pobreza extrema y el desempleo, Ellis J. Juan, representante del BID en México, señala que persiste la dificultad “para generar empleo formal y de manera sostenible, que sea bien remunerado, con protección y seguridad social y que además sea sostenible. Ésos son los retos para la región”, puntualiza el funcionario de origen venezolano, desde sus oficinas de la colonia Los Morales, Polanco, en la Ciudad de México.
Explica que su trabajo intenta “cerrar la brecha” entre los que tienen mucho y los que tienen poco. Apunta que el esfuerzo del BID y de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) se concentra en el Programa de Sucursales en los estados más pobres del país, que aborda el subdesarrollo sostenible y los problemas fronterizos.
Acerca de la estimación sobre pobreza y desempleo que hace el BID, Pablo Trejo, diputado por el Partido de la Revolución Democrática e integrante de la Comisión de Hacienda, asegura que ambas problemáticas no han disminuido, “porque no se está incentivando la producción”.
Comenta en la reunión del Parlamento Latinoamericano, donde se revisaron los indicadores para medir los índices de desarrollo humano y a la cual asistió, se concluyó que los dos índices que sirven para medir ese indicador –el ingreso per cápita y el producto interno bruto (PIB)– “están totalmente equivocados”.
Para el legislador, “lo que ahora se ve en los resultados de estos organismos financieros es la acumulación de la riqueza en unos cuantos y una distribución de la pobreza en millones de personas”. Subraya que las cifras que maneja el gobierno mexicano, como los organismos financieros, no siempre corresponden a la realidad.
“Se apropian de los conceptos y después los manipulan para que en las estadísticas aparezcan como logros”, como ocurrió tras el registro de 4 millones de familias en el seguro popular. “Ahí nos metimos en un serio problema, porque la meta nada más es inscribir, no prestar servicios de salud. Si se revisa la infraestructura de los hospitales, el mobiliario o medicamentos, vemos que es insuficiente”.
Por esa razón, el diputado del PRD propone modificar esos indicadores para que midan realmente si se transforma el entorno de los mexicanos y si éstos acceden a los servicios elementales, de acuerdo con los derechos que garantiza la Constitución. “Cuando uno va a las zonas marginadas del país, como Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Hidalgo o Tlaxcala, esas cifras son pura simulación”, sostiene.
Transparentar las Mipymes
Para formalizar el empleo, el Banco Interamericano de Desarrollo financia a las micro, pequeñas y medianas (Mipymes), describe Ellis J. Juan. Agrega que “el empleo formal y sostenible no necesariamente tienen que estar vinculado con una gran empresa, una gran multinacional o con una empresa pública, sino que puede estarlo perfectamente con una Mipyme, pero formalizada”.
Ello implica que las Mipymes tengan al día sus estados financieros y paguen sus impuestos. Así podrán acceder al crédito. “Nuestro enlace con el sector privado está más orientado hacia el segmento pequeño y mediano de empresarios; salir del nivel del estado federal como lo hace el programa de Empresas-emprendedores, que apoya el BID en México a través de instituciones de educación superior, como el Tecnológico de Monterrey, y programas piloto como las llamadas Incubadoras de Empresas, que creó la Unitec”, dice el funcionario.
Para apoyar a las Mipymes y mejorar el acceso al crédito de los empresarios, el BID trabaja con los banca de desarrollo mexicana. Por ejemplo, explica Ellis J. Juan, con Bancomext se trabaja el tema del factoraje, para tener una línea de crédito que apoye a empresas de exportación.
No obstante, el legislador Pablo Trejo señala que el “99 por ciento de los recursos que destinamos a la promoción, al desarrollo de las micro, medianas y pequeñas empresas se quedan en fundaciones, asociaciones y fideicomisos. Sólo el 1 por ciento llega a las Mipymes. Entonces, de 4 mil millones de pesos que se asignan para ese programa sólo se aporta 1 por ciento para su promoción”.
Por esa razón, cuando se discuta el presupuesto de egresos para 2009 “vamos a cuestionar algunos apoyos, como el del Seguro Popular y el apoyo a las Mipymes”, asegura el diputado.
El destino de los préstamos
Los créditos otorgados por el BID a México, durante las administraciones de Vicente Fox y Felipe Calderón, han apoyado los sectores educativo y laboral y el combate a la pobreza extrema. Entre los préstamos, destacan dos, por un total de 600 millones de dólares. Entregados el 19 de diciembre de 2001, estos se destinaron a la primera fase de un programa de descentralización y capacitación laboral, respectivamente.
La inversión para ambas iniciativas, declaró entonces el BID, sería de 3 mil 800 millones de dólares a lo largo de nueve años: 300 millones de dólares, para apoyar un programa de 1 mil 800 millones de dólares, también a nueve años, y que ejecutaría la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Ello, para promover la capacitación y aumentar la capacidad de México en planeación estratégica y operativa de sus mercados laborales.
El plazo para ambos financiamientos se fijó en 25 años, con tres años de gracia, y una tasa de interés variable. Para 2001, el BID aprobó un total de 1 mil 100 millones de dólares. Ya en 1996 esa institución había aprobado un préstamo de 250 millones de dólares y, en 1999, otro por 200 millones de dólares para respaldar el esfuerzo del gobierno e incrementar la competitividad y la equidad en sus mercados laborales. La operación de diciembre de 2001 buscó atender la demanda laboral de las mujeres, cuya fuerza en el mercado creció de 10.4 por ciento en 1970 a 37 por ciento en 2000.
En agosto de 2001, el BID aprobó 500 millones de dólares para pequeños productores rurales a través del programa Procampo. En abril de 2005 el Banco Interamericano de Desarrollo concedió a México dos préstamos por un total de 400.4 millones de dólares para programas de capacitación laboral y mejora del bienestar en barrios pobres. Firmaron ese doble acuerdo el entonces secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, y Enrique Iglesias por el Banco en Okinawa, Japón, durante la reunión anual de gobernadores de ese banco.
De esa suma, 350 millones de dólares irían al Programa Hábitat, iniciativa dirigida a “mejorar la infraestructura básica, el equipamiento urbano y los servicios públicos en barrios pobres”, a cargo de la Secretaría de Desarrollo Social.
El otro crédito, de 50.4 millones de dólares, se destinó para “mejorar los programas de formación profesional, técnica y de capacitación” en México. Ese financiamiento respalda la primera fase de un programa de seis años, cuyo costo total es de 204 millones de dólares para aumentar la productividad de trabajadores capacitados y perspectivas de empleo para jóvenes, que administra la Secretaría de Educación Pública.
Ya en el gobierno de Felipe Calderón, los financiamientos del BID incluyeron de manera más abierta un enfoque de combate a la pobreza extrema, aunque el énfasis se mantuvo en la capacitación laboral. Así, en abril de 2007, la institución crediticia anunció una línea de préstamos, por seis años, de hasta 2 mil 500 millones de dólares, para invertir en infraestructura, con la colaboración de los gobiernos federal, estatales y municipales, así como con del sector privado. Ese financiamiento es parte del Memorando de Entendimiento para Incrementar la Cartera de Proyectos de Infraestructura.
También, en diciembre de 2007, el BID anunció un préstamo de 100 millones de dólares a México para becas de capacitación; ese crédito –otorgado a un plazo de 25 años, con un periodo de gracia de 29 meses y a tasa libor– apoya la segunda fase de un programa de capacitación laboral y de empleo que se concentra en el programa Becas a la Capacitación para el Trabajo. Esos recursos son parte del crédito por 300 millones de dólares que aprobó el BID en 2001 y en cuya fase inicial, de acuerdo con el gobierno federal y la institución, los becarios lograron positivas tasas de colocación en empleos después de su periodo de entrenamiento.
En abril de 2008, la SHCP y el BID firmaron dos préstamos por 250 millones de dólares para impulsar los programas de Atención a la Pobreza Urbana y el de Apoyo a la Capacitación al Empleo. De acuerdo con la secretaría, el primer crédito, por 150 millones de dólares, se destinará al Programa de Atención a la Pobreza Urbana, que opera la secretaría de Desarrollo Social con participación de entidades federativas y los municipios.
El segundo, por 100 millones de dólares, al Programa de Apoyo a la Capacitación y al Empleo, que propone mejorar la articulación entre quienes buscan trabajo y empleos de calidad, en un marco de igualdad entre hombres y mujeres. Corresponde supervisar su aplicación a la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.
Pese a estos créditos, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática informó que la tasa de desempleo subió a 4.02 por ciento en febrero de 2008, en lo que habría sido su segundo mes consecutivo de aumento, contrario a las expectativas del mercado. De acuerdo con cifras oficiales citadas por la agencia Notimex, México creó 117 mil 710 empleos. También para ese mes, la tasa de desocupación en el país fue de 4.02 por ciento, de la población económicamente activa, una cifra superior a la que se registró en el mismo periodo de 2006, cuando fue de 3. 60 por ciento.
Futuro sombrío
Ellis J. Juan comenta que 2008 y 2009 serán años difíciles para América Latina, en general, y para México, en particular. Ello, por “los efectos por la recesión norteamericana y por el impacto que ésta sigue teniendo a nivel global. Además, se suman a este escenario los altos precios del petróleo y la inseguridad energética y de los alimentos, por lo que el empleo podría sufrir un poco en el sentido de que las mejoras que esperábamos, quizás no sean tan altas.
“Yo diría que nuestra área de preocupación, más allá de que el préstamo que dimos (el BID) se gaste para ese propósito que se concedió, es el resultado. Nos interesa saber si, una vez que prestamos recursos para mejorar la eficiencia en el sector agrícola, eso se logró”, señala el representante del BID. Actualmente se maneja que de 100 personas que entran a la escuela sólo nueve llegan a la educación superior, “para mí, un resultado interesante sería si en cinco años podemos decir que sean 12”.