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Si bien en México, el acceso a servicios y productos financieros, como una cuenta de ahorro o un crédito, está restringido a un porcentaje limitado de la población. Las diferencias se presentan entre regiones del país, entre zonas rurales y urbanas y entre hombres y mujeres, también existen otras diferencias importantes entre diversos grupos de población. Las personas con discapacidad, personas afromexicanas, hablantes de lengua indígena, migrantes y con tonos de piel más oscuro se encuentran con barreras adicionales en este sector fundamental para la economía nacional.
De acuerdo con la investigación ¿Quién tiene acceso al crédito en México? Un experimento sobre discriminación por tono de piel, a cargo de la doctora en Políticas Públicas, Ana Laura Martínez Gutiérrez, estas barreras se manifiestan en forma de prácticas discriminatorias que restringen el acceso a servicios y productos financieros, tales como solicitar requisitos adicionales o, incluso, negar la atención a personas que tengan ciertas características o formen parte de grupos específicos.
Este estudio, de acuerdo con la investigación con la que Martínez Gutiérrez obtuvo el título de Doctora en Políticas Públicas, se consolidó como un esfuerzo para conocer con mayor detalle el tipo de prácticas discriminatorias que ocurren en el sistema financiero de nuestro país, específicamente las que están motivadas por uno de los componentes centrales de la apariencia física: el tono de piel de las personas.
Por medio de un experimento amplio y representativo para la Ciudad de México presentado en la tesis doctoral que asesoró el doctor en Economía Fausto Hernández Trillo, Ana Laura Martínez mostró que el tono de piel de las personas afecta el trato que reciben en no pocas sucursales bancarias y el acceso a sus productos.
Reveló, según el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), cómo se ven el privilegio y la discriminación en la banca, donde la desafortunada frase “como te ven, te tratan” funciona como criterio para la prestación de servicios.
¿Quién tiene acceso al crédito en México? contiene evidencia clara para hacer visible este problema y, sobre todo, es un llamado a la acción de todos los actores involucrados para combatir las prácticas discriminatorias que siguen limitando el potencial económico de nuestro país al dejar a millones de personas fuera de la promesa de bienestar y desarrollo que ofrece la inclusión financiera, indicó la CONAPRED.
Y ofrecen algunos ejemplos: “Hace unos años, Pedro sospechó que en la sucursal bancaria a la que acudía se negaban a brindarle atención por su tono de piel porque, a pesar de que le dijeron que tenían problemas en la red, él era el único que se quedaba sin servicio. A Marta le sucedió algo similar, en varias ocasiones intentó, sin éxito, abrir una cuenta bancaria, supuestamente por no contar con copias legibles de sus documentos; sin embargo, cuando presentó los originales, escuchó a uno de los ejecutivos del banco decir, con expresiones ofensivas, que no iban a atender a alguien con su tono de piel”.
El crecimiento y desarrollo económico de cualquier país, dijo CONAPRED, necesita de un sistema financiero sólido, que promueva activamente el acceso al ahorro y crédito. Las investigaciones coinciden en que un sistema de este tipo, si funciona de manera adecuada, es capaz de crear un círculo virtuoso entre los ahorros de particulares y la provisión de créditos que alimenten el gasto y la inversión productiva. Desafortunadamente, en México no contamos con un sistema financiero que funcione de esa manera.
“El nuestro es un sistema profundamente desigual: mientras que las opciones de ahorro y, sobre todo, de crédito no son accesibles para un porcentaje importante de la población, algunas personas viven tratos preferenciales con base en criterios injustificables, como su género, origen nacional o tono de piel. Sabemos, por ejemplo, que menos de la mitad de las personas que viven en México tiene una cuenta bancaria (47%) y apenas tres de cada diez cuentan con un crédito formal. Estas cifras son generales, pero cuando se analiza según características”, indicó el CONAPRED.
Los casos citados se presentaron ante el Conapred como quejas por presuntos actos de discriminación. Los nombres de las personas peticionarias han sido alterados para salvaguardar su identidad.
Por ejemplo, mientras que 33% de los hombres cuentan con un crédito, la cifra se reduce a 29% entre las mujeres.
Aunque en el CONAPRED cuentan con información importante desagregada por género sobre el tema, aún se sabe muy poco sobre las brechas que afectan a los grupos históricamente discriminados en el acceso a servicios financieros.
Tampoco se conoce a detalle ni la magnitud ni las modalidades en que operan algunas de las causas que explican estas brechas de desigualdad. Una de las causas más importantes —y menos estudiadas— son las prácticas discriminatorias profundamente enraizadas —institucionalizadas— en nuestro sistema financiero que imponen barreras injustificadas a ciertos grupos de población.
El estudio de Ana Laura Martínez contribuye a subsanar esta falta de información, específicamente, en una de sus expresiones más recurrentes: el trato discriminatorio basado en la apariencia y el tono de piel. La pregunta de investigación detrás del estudio es tan sencilla como contundente: ¿el tono de piel de las personas es una variable explicativa de la baja inclusión financiera, en general, y del acceso restringido al crédito en México, en particular? C
Con base en experimentos realizados en 300 sucursales bancarias de la Ciudad de México durante 2017, la autora concluye que las personas con los tonos de piel más oscuros enfrentan más obstáculos para el acceso a servicios financieros y peor trato que las personas con los tonos de piel más claros, quienes, además, reciben más facilidades y mejor trato.
Los resultados de esta investigación —apenas un primer vistazo que nos permite aproximarnos al tamaño del fenómeno— son un llamado a todos los actores involucrados en el sistema financiero mexicano.
El CONAPRED hizo un llamado a las entidades bancarias y reguladoras del sector para visibilizar el problema y para que tomen acciones que permitan reconocerlo, estudiarlo a profundidad, prevenirlo y combatirlo mediante intervenciones de políticas públicas y corporativas concretas que desmantelen las prácticas discriminatorias y contribuyan a la creación de un sistema verdaderamente incluyente.
De acuerdo con el Banco Mundial, “la inclusión financiera significa, para personas físicas y empresas, tener acceso a productos financieros útiles y asequibles que satisfagan sus necesidades —transacciones, pagos, ahorros, crédito y seguro— prestados de manera responsable y sostenible”.
“Si queremos transformar a México en un país donde nadie se quede atrás y nadie esté afuera del desarrollo nacional, tenemos que ajustar nuestro sistema hasta que coincida con esta definición, y el acceso a servicios y productos financieros deje de ser el privilegio de una minoría y se vuelva una realidad en la vida cotidiana de todas las personas”, concluyó.