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Los ganadores del Premio Nobel de Economía 2024, Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson, se destacan por su enfoque en cómo las instituciones políticas influyen en el desarrollo económico y la prosperidad de las naciones.
A continuación, en Revista Fortuna más detalles sobre sus contribuciones y trayectoria:
Daron Acemoglu
Nacido en 1967 en Estambul, Turquía, Acemoglu es un economista de renombre, profesor en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).
Es conocido por su trabajo sobre economía política y desarrollo económico. Su investigación se centra en cómo las instituciones políticas y económicas moldean el crecimiento económico y la distribución de la riqueza en las sociedades.
En colaboración con Robinson, coescribió el influyente libro Por qué fracasan los países (2012), donde argumenta que las instituciones inclusivas son esenciales para un desarrollo económico sostenido, mientras que las instituciones extractivas perpetúan la desigualdad y el estancamiento.
Simon Johnson
Nacido en 1963 en Reino Unido, Johnson es un economista que ha trabajado en el ámbito de la macroeconomía y las finanzas internacionales.
Actualmente, es profesor en la Escuela de Administración Sloan del MIT. Su experiencia incluye haber sido economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) durante la crisis financiera global de 2007-2008, donde advirtió sobre los riesgos del sistema financiero global y la necesidad de una mayor regulación.
Además ha sido una voz crítica en debates sobre políticas públicas, especialmente relacionadas con la estabilidad financiera y el poder de las instituciones financieras.
James A. Robinson
Nacido en 1960 en Reino Unido, Robinson es profesor en la Universidad de Chicago y director del Instituto Pearson de Investigación de Conflictos Globales.
Su trabajo ha sido crucial para comprender cómo las instituciones políticas afectan el desarrollo económico de los países, especialmente en contextos de desigualdad y conflicto.
Robinson, junto con Acemoglu, ha trabajado extensamente sobre las causas históricas y políticas de la pobreza, utilizando estudios de casos de países de África y América Latina para demostrar cómo las instituciones inclusivas pueden promover el crecimiento y la estabilidad.
Los tres laureados han proporcionado una comprensión profunda sobre la manera en que las instituciones políticas—ya sean inclusivas o extractivas—afectan el bienestar económico de los países a largo plazo.
Por ejemplo, argumentan que las instituciones inclusivas, que promueven la participación amplia y la igualdad de oportunidades, son fundamentales para el crecimiento sostenido.
En su investigación histórica y teórica, destacan que las sociedades que desarrollan instituciones que limitan el poder y permiten la competencia económica y política tienden a ser más prósperas. Esto contrasta con aquellas donde el poder y los recursos se concentran en una élite, lo que perpetúa la pobreza y la desigualdad.
Estos estudios no sólo tienen implicaciones académicas, sino también prácticas para los formuladores de políticas que buscan reducir la brecha de riqueza entre naciones y fomentar un desarrollo más equitativo a nivel global.
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