MR. & MRS. EQUIS || La columna Al Aire de Enrique Hernández Alcázar

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Claudio X. González y Xóchitl Gálvez son los grandes damnificados tras la estrepitosa, abrumadora y humillante derrota que sufrieron el PRI, el PAN y el PRD el domingo pasado. Uno, por ser el nuevo villano favorito de Palacio Nacional. Otra, por ser la carne de cañón que aventaron los líderes partidistas a falta de liderazgos propios. Ya lo sabremos mejor en algunas semanas, pero todo apunta a que los cazadores profesionales de huesos los usaron.

Enrique Hernández Alcazar 

Empecemos con Mr. Equis. Llamó la atención que varios medios y sus comunicadores en radio y TV se lanzaron en nado sincronizado contra Claudio X. Los mismos que hace 15 minutos -es un decir- lo enaltecían como baluarte y líder de la sociedad civil. Los mismos que hace un año celebraron que fuera el autor intelectual de la alianza opositora. Tras la victoria aplastante y la derrota humillante, viene el acomodo. Hoy, esos mismos medios y comunicadores no bajan a Mr. Equis de perdedor, derrotado y usurpador de esa sociedad civil de la que ahora desconfían, igualitos que AMLO.

Cuando Claudio X. González formó y encabezó Mexicanos Primero, los grandes medios corporativos del país celebraron su lucha contra el letargo y la corrupción en el sistema educativo que, en los hechos, encabezaba la maestra Elba Esther Gordillo. Cuando formó y encabezó Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, se celebró que esta organización caminara codo a codo con investigaciones que revelaron la gran corrupción del sexenio de Peña Nieto.

Ambas tareas, la verdad sea dicha, generaron buenos ojos hacia el hijo de un empresario con cola que le pisaba el obradorismo. Solo basta recordar el Fobabroa. Pero la herencia no importó cuando dio tremendos sablazos informativos contra Javier Duarte, uno de los llamados golden boys del nuevo PRI del 2012. Incluso, cuando lo entrevisté en su oficina de Polanco, X. González me confesó que no tenía pruebas -pero tampoco dudas- de que ‘Javidú’ y ese modelo de corrupción basado en la triangulación irregular de recursos públicos, logró ‘asegurar’ la campaña electoral, ‘afianzar’ la victoria y ‘garantizar’ la presidencia de EPN.

López Obrador y su gran retorcido colmillo político, sabían perfectamente que el señor X era el blanco ideal para su descalificación de la oposición. Lo logró. Por lo menos, ya hizo que los medios que antes lo alababan hoy lo pongan sobre la lona y le otorguen el papel de apestado político. Difícil será que Claudio se levante pronto como para refundar a la oposición o buscar que la alianza, sus pactos o sus mareas se conviertan en el partido contrapeso que México espera.

Vamos ahora con Mrs. Equis. Xóchitl Gálvez era una excelente candidata… para la Ciudad de México. Ella lo supo siempre. Me lo dijo en varias entrevistas. Incluso, aceptó que estaba más a la izquierda que el propio PAN que la promovió más que nadie como opción “de la ciudadanía”. Marko Cortés y los suyos la utilizaron para justificar lo injustificable: aliarse con el PRI.

La señora Equis, sin embargo, tuvo razón cuando sostuvo que el ‘voto oculto’ existía en este proceso electoral. Solo que sus asesores no le explicaron bien o no supieron ver o ni siquiera se interesaron en indagar un poco más. Cuando Gálvez despertó, ese dichoso ‘voto oculto’ estaba allí… jugando en su contra.

Basta con revisar la más reciente encuesta de El Financiero. Según los conservadores, las vilipendiadas clase media y media-alta, vilipendiadas e insultadas por el presidente López Obrador, serían su fuerte para darle la vuelta a la elección presidencial. Sin embargo, por los datos arrojados por el equipo dirigido por Alejandro Moreno, esa clase media-alta votó mayoritariamente por Claudia Sheinbaum. Igual sucedió con el resto de las clases sociales. La media, la baja y la que vive en situación de pobreza. En todas ganó la candidata guinda. ¡Tómala fifí!

El voto de castigo que la oposición buscaba despertar en el electorado contra la gestión del gobierno de López Obrador se convirtió en un búmeran. En un voto de castigo contra los partidos que saquearon al país, declararon la guerra contra el narco y patentaron los nuevos y sofisticados esquemas de corrupción y desvío de recursos públicos.

Si no ejercen una pisca de autocrítica y siguen hablando de fraude electoral, el bloque opositor está condenado a su desaparición.

Porque es muy fácil ahora culpar al señor X y a la señora X de su fracaso. A esta pareja equis los engañaron y ahora -con hueso asegurado en el Congreso- muy probablemente los desechen.

Al tiempo.

 

 

 

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