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En 2022, la inversión global energías limpias (tecnologías de transición y eficiencia energética) alcanzó una cifra récord de 1.3 billones de dólares, esto es 19% superior frente a la de 2021, sin embargo, aún es insuficiente.
Las inversiones anuales deben ser cuatro veces mayores, entre 2021 y 2030, para alcanzar las metas del Acuerdo de París cuyo objetivo es limitar el aumento de las temperaturas globales a 1.5 grados centígrados hacia 2050, mediante la reducción de emisiones de carbono.
Los datos anteriores fueron expuestos por la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) y la Iniciativa de Política Climática (CPI) en su informe Panorama Global de la Financiación de las Energías Renovables 2023.
Aumentan inversiones, pero el monto aún es desalentador
Además, IRENA y CPI alertan que las inversiones no están fluyendo al ritmo o la escala necesaria para acelerar el progreso hacia el acceso universal a la energía.
Por otra parte, existe una disparidad entre las inversiones que se realizan en los países desarrollados respecto a las de las naciones en desarrollo, lo que hace necesario un aumento sustancial en los flujos de financiamiento del Norte al Sur, recomiendan.
Además, para cerrar la brecha en el acceso universal a la energía, las inversiones en soluciones renovables fuera de la red en 2021, de 500 millones de dólares, están muy por debajo de los dos mil 300 millones de dólares necesarios cada año, explican.
En resumen, el estudio, uno de los mas serios en la materia en el ámbito internacional, alerta sobre el lento flujo de capitales a la transición energética, no solo para la inversión de tecnologías de renovables ya maduras (como la solar o eólica), sino a los esfuerzos de innovación en esta materia.
También es necesario que las inversiones fluyan a otros ámbitos distintos a la generación eléctrica verde, también debe moverse hacia otros sectores, como la calefacción, la refrigeración y la integración de sistemas.
Además, aún es sostenida y en aumento la inversión en energías de combustibles fósiles, principales precursores de las emisiones de dióxido de carbono.