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*Mtro. Justino José Núñez Quiroz, Facultad de Empresariales de la Universidad Panamericana.
Con frecuencia se señalan los efectos positivos de los competidores disruptivos o startups: Sus innovaciones, tecnología o modelo de negocios estimulan a la economía y benefician a los consumidores, aunque en el camino representen un peligro para la rentabilidad de las empresas establecidas, incluso, en casos extremos, llegando a desplazarlas.
Las empresas establecidas (incumbentes), dependiendo de las características del mercado, pueden reaccionar con la irrupción tratando de mejorar sus productos para enfrentar a un competidor disruptivo; esa es una de las ventajas de una economía de mercado, la rivalidad que conduce a la innovación y mejora.
Pero en algunos casos, la reacción de las incumbentes es evitar el crecimiento de los startups a través de una estrategia de comprarlas para impedir su ingreso o expansión en el mercado y poner en riesgo su posición dominante mediante una innovación con indicios de ser prometedora.
En principio, la compra por parte de la empresa establecida de un competidor incipiente con un modelo de negocios promisorio, si bien elimina a un rival, podría no ser tan mala noticia para los consumidores, si el comprador continúa con el proyecto, lo financia para hacerlo crecer, y lo pone a disposición del mercado, incluso a un precio relativamente alto.
Sin embargo, tratándose de una killer acquisition o adquisición asesina sucede lo contrario: Suspende o cancela la innovación con el fin de mantener su posición dominante.
Una adquisición asesina de un startup impide que los consumidores disfruten de un nuevo producto, destruyendo o arrumbando la innovación, además que el adquirente ya no tiene que esforzarse para desarrollar un bien similar, y enfrentar la amenaza de su otrora rival manteniendo así dominio sobre el mercado.
La adquisición asesina solo parecería una estrategia viable en sectores donde, a partir de una innovación, el crecimiento de un startup puede acelerarse rápidamente, como podrían serlo el sector farmacéutico, los modelos de negocios basados en plataformas, grandes volúmenes de datos, big tech y el ecosistema digital.
Para la empresa establecida no siempre es sencillo identificar qué jugador emergente evolucionará hasta convertirse en un competidor potencial que le arrebate al menos en parte su posición dominante. Para un startup, ingresar al mercado con un nuevo producto y llegar a ser un rival efectivo puede tomar años, además de enfrentar niveles altos de incertidumbre.
Entorno
Aunque las empresas dominantes pueden realizar un análisis prospectivo para establecer en qué medida la innovación de un competidor potencial representa una amenaza de desplazamiento o reducción de la rentabilidad, la publicación The Economist indica que Alphabet (Google), Amazon, Apple, Facebook y Microsoft se han convertido en grandes compradores de startups, y que dentro de esas transacciones podría haber algunas adquisiciones asesinas.
Las adquisiciones asesinas pueden efectuarse en cualquier parte del ciclo de vida de un startup; en las etapas iniciales, o poco antes de convertirse en un competidor serio para la empresa establecida. Es probable que la incumbente y el startup no coincidan inicialmente en un mercado, pero podrían serlo en el futuro, por ejemplo, cuando se realice la monetización a través de la publicidad (un aspecto materia de discusión es el caso de la adquisición de Instagram por parte de Facebook en 2012).
La posibilidad de adquisiciones asesinas ha atraído la atención de los gobiernos, a tal grado que están contempladas en la orden ejecutiva para promover la competencia emitida por el presidente Biden de Estados Unidos, y en cambios legislativos en Europa, particularmente en el caso de big tech y el ecosistema digital.
Para las autoridades de competencia, el análisis de las adquisiciones asesinas representa un reto, porque en la mayoría de los casos se trata de startups con capitales o ingresos relativamente reducidos y escasa o nula participación de mercado inicial, por lo que en las legislaciones donde se prevé la notificación por montos o cuotas de mercado (España, por ejemplo) pueden no ser detectables.
El caso mexicano
Afortunadamente en México la legislación establece umbrales para notificar una concentración ante las autoridades de competencia (Instituto Federal de Telecomunicaciones y Comisión Federal de Competencia Económica) por un monto conjunto de la operación por lo que, aún en los casos de startups con tamaños reducidos, si el adquirente es una empresa de mayores dimensiones pueden ser detectadas, además de las facultades investigativas de las autoridades especializadas cuando se trata de transacciones que no son notificables.
Otra ventaja de la legislación mexicana en materia de competencia económica es contemplar la figura de competidor potencial, permitiendo realizar un análisis prospectivo que es crucial en el caso de las adquisiciones asesinas.
Un aspecto interesante de las adquisiciones asesinas es que un número relativamente grande de ellas ocurren en otros países, pero pueden tener efectos en México. Sin embargo, sus efectos quedarían fuera de la jurisdicción de las autoridades de competencia mexicana porque al momento de realizarse la compra, el startup no opera en nuestro país, aunque probablemente lo habría hecho de no concretarse la absorción por parte de la empresa dominante.
Los retos para las autoridades de competencia estriban en establecer como se define el mercado relevante afectado, en particular tratándose de modelos de negocios basados en plataformas, así como distinguir cuando una empresa dominante adquiere a un startup para aprovechar su potencial innovador y financiar su expansión, o se utiliza una adquisición asesina para impedir su implementación.
La realidad de los mercados en otros países puede ser distinta a la del caso mexicano, una empresa dominante en otro país podría no serlo en México, por lo cual la extrapolación del análisis de las adquisiciones asesinas en el exterior no siempre es una buena idea.
*Justino es licenciado en Economía por la Universidad de Guadalajara y Maestría en Economía de El Colegio de México. En el sector público, se ha desempeñado en el ámbito federal, y en la práctica privada fue consultor de empresas en el Sector Energético. Dedicado a la labor docente durante más de 25 años. Académico de la academia de economía de la Facultad de Empresariales del IPADE y publicaciones en temas de competencia económica, regulación y comercio internacional.
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