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El pasado 4 de octubre, Sandra Monroy, comunicóloga, periodista y sobreviviente de cáncer de mama, presentó al público su libro Jódete, cáncer, un ensayo biográfico formado por textos que escribió mientras vivía su proceso y algunos otros que hablan sobre lo que sabe en la actualidad de dicho tema.
En el texto también hay tres cartas: una dirigida a las mujeres recién diagnosticadas; otra al personal de la salud, en especial los oncólogos, y la tercera, para la población que no se ha enfrentado a este padecimiento.
De acuerdo con la Gaceta UNAM, para Sandra es importante que haya más inclusión en la información que se difunde respecto al cáncer.
“No conozco si hay una guía en braille para las mujeres ciegas. No he visto que se explique en lenguaje de señas los resultados de una mamografía. Tampoco sé si hay algún manual en los diferentes dialectos”, expresó Sandra.
Por lo mismo,Sandra recomienda no esperar a tener 40 años para pensar que se puede desarrollar el cáncer de mama, por lo que considera que educar a niñas y niños con claridad y libertad de explorar su cuerpo y conocerlo les puede salvar la vida en el momento en que se percaten que algo no se ve o no se siente bien.
Además, informaron que la autora ha hecho endasis que es importante la concientización de la diversidad corporal y comprender que “un cuerpo que sobrevivió a quimio, radioterapia hormonal y cirugía es digno de amar, de ser admirado y representado, entonces necesitamos campañas reales”
Sandra Monroy fue diagnosticada con cáncer de mama en marzo de 2021. Sin embargo, este no fue su primer contacto con dicha enfermedad; en una entrevista para la Gaceta UNAM, Sandra reveló que a los 12 años se acercó a la Fundación de Cáncer de Mama (FUCAM), luego de haber notado una bolita en la mama derecha. En esa época, los especialistas le explicaron que esta era una bolita de grasa, pero le indicaron realizar un ultrasonido mamario anualmente.
Sandra cumplió la indicación hasta 2020, cuando por la crisis sanitaria no se realizó el estudio. Al retomarlo en 2021 los especialistas se percataron de que en la mama derecha permanecía la bolita de grasa, pero del lado izquierdo había algo más. Sandrá tuvo que realizarse una mastografía en 3D y una biopsia que resultó positiva.
“Era cáncer, uno de los más comunes, ductal infiltrante, en etapa I. Recuerdo que cuando me dieron el diagnóstico el oncólogo me dijo que era muy afortunada, pues las mujeres de mi edad llegan a morir o llegan muy tarde, porque no hay una cultura de detección temprana en mujeres menores de 40 años”, recordó
De acuerdo con Sandrá, en ese momento FUCAM fue la institución que le brindó sesiones en las que había hasta 18 oncólogos que personalizaban el tratamiento. “Yo siempre se los he dicho: ellos me salvaron la vida”.
La sugerencia de los especialistas, contó Sandra, fue quitarle ambas mamas, pues por su edad tenía más posibilidades de vida, lo que, al mismo tiempo, incrementa el riesgo de que el cáncer regrese tiempo después o se genere uno más agresivo. El proceso se llevó a cabo el 5 de julio de 2021.
Después de esto, Sandra recuerda que abrió una cuenta de Instagram: “jodetecancer”, la cual se convirtió en un espacio de acompañamiento y difusión de información sobre el cáncer de mama. De igual manera, Sandra cuenta que la cuenta la llevó a encontrar un movimiento de mujeres que habían enfrentado lo mismo con lo que hizo conciencia de que era posible encontrar una diversidad estética.
“hoy por hoy la gente cree que este cáncer es igual a chichis, no se preguntan por las mujeres que no tuvieron mastectomía, pero tuvieron quimios y radios. Hay mujeres que van a llorar más la pérdida del cabello que de las mamas, por un estatuto estético y social. Nos han vendido la idea de que debemos ser bonitas, en eso radica nuestro poder, no en nuestra inteligencia ni en nuestra capacidad de seres humanos, sino en cómo lucimos”.
Y a pesar de que los expertos le dijeron que por ser muy joven iba a poder reconstruirse de manera inmediata, Sandra explicó que no deseaba ponerse implantes “ quería un tatuaje, pero no sabía bien qué tipo de tatuaje. La oportunidad que da internet de poder ver imágenes de otras personas alrededor del mundo me dotó de la idea de que podía tatuarme y que podía resignificar mi pecho”, dice.
En su pecho Sandra tiene tatuadas flores, que, explicó, representan el florecimiento de su cuerpo, ya que sanó muy rápido. También, al centro puede observarse un corazón, porque al quitarse los vendajes llevó su mano al pecho y sintió sus latidos, pensó que tenía taquicardia, pero después le explicaron que al no tener pechos el corazón estaba más cerca, “mi corazón había quedado de frente.”
En la entrevista para Gaceta UNAM, Sandrá detalló que durante su proceso de duelo tuvo que construir un mundo de ficción para sanar.
“no sólo era pensar que te quitan una parte del cuerpo, sino que esa parte del cuerpo me estaba salvando la vida. Construí un mundo de ficción que a veces tenemos que comprarnos para sanar.”
Antes del cáncer, Sandra relató que trabajaba elaborando muñecos personalizados de manta y de felting, técnica con la que después, dice, hizo homenaje a sus chichis, entre otras cosas, comenzó a hacer sirenas mastectomizadas.
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