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El valor de la canasta básica registra un incremento de casi 13% en el ámbito rural y de 12% en el urbano, la segunda más alta en 10 años.
Si bien la pobreza laboral en México continuó disminuyendo hasta junio pasado, ahora enfrenta altos niveles inflacionarios, lo que se debe analizar con lupa por sus repercusiones sociales, destacaron expertos.
La pobreza laboral en México tocó entre abril y junio de este año su segundo nivel más bajo desde 2013, con el 38.3% de la población en esa condición, esto es, 49.8 millones de personas cuyo ingreso laboral per cápita del hogar fue menor al valor monetario de la canasta de alimentos.
El porcentaje de la población en pobreza laboral en México alcanzó su punto más álgido en plena crisis del coronavirus, en el tercer trimestre de 2020, con el 46% de la población nacional bajo ese estatus, y donde el 59.2% se localizó en el ámbito rural, y el 41.8% en el urbano.
“Pese a los avances que se observan en ambos ámbitos, es importante mencionar que al segundo trimestre de 2022 una de cada dos personas en el ámbito rural en México no tenía garantizado (o lo tenían parcialmente) el ejercicio de uno de sus derechos para el desarrollo: la alimentación” destacaron Guillermo Cárdenas, Luis Antonio Espinosa y Juan José Li, de BBVA Research, en un análisis fechado este martes.
En el ámbito urbano, el diferencial se reduce a una de cada tres personas.
Técnicamente la condición de pobreza laboral es cuando el ingreso laboral (formal e informal) per cápita del hogar es menor al valor monetario de una canasta de alimentos (“línea de pobreza extrema por ingresos”), cuyo contenido es acorde con el consumo habitual de los hogares en México, y satisfacen requerimientos nutricionales, diferenciando entre ámbito rural y urbano.
Derivado de las disrupciones entre la oferta y la demanda ante la crisis del Covid-19, a lo que se suman otros costos, como los de la guerra derivada de la invasión rusa a Ucrania, la inflación global ha alcanzado niveles récord, que en México se traduce en un récord en 20 años, con un índice inflacionario general superior al 8%, y donde la de alimentos y bebidas coloca en 13%.
Citando un reporte del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) referente a la pobreza laboral al segundo trimestre del año, los expertos de BBVA indican que la inflación del segundo trimestre siguió afectando en mayor medida a los productos de la canasta básica rural y urbana,
El valor monetario de la canasta básica (“línea de pobreza extrema por ingresos”) en ese periodo fue de 1,530 pesos en el ámbito rural, y de 1,991 pesos en el urbano, significando aumentos de 2.1% y 2%, en cada caso, frente al trimestre previo.
A tasa anual, sin embargo, la inflación en la canasta básica rural escaló a 12.6% mientras que la de la canasta básica urbana llegó a 12%, acentuadamente por arriba de lo que marcó la inflación general anual, con una tasa de 7.8%.
De acuerdo con el reporte del Coneval, indicaron los expertos, tanto en el ámbito rural como en el urbano el incremento respondió en mayor medida al repunte de los precios en los alimentos y bebidas consumidas fuera del hogar, que en ambos casos se trata de los productos con la mayor ponderación para estimar el valor monetario de la canasta básica, con un peso de 20.7% en el ámbito rural, y de 29.2% para el urbano.
“En ese sentido, es relevante tomar en cuenta que un incremento anual de dos dígitos en el valor de las canastas básicas resulta especialmente costoso en términos sociales.
“Dicho aumento del costo de los productos básicos implica la reducción del potencial que tiene el aumento de los ingresos sobre la condición de pobreza, al mismo tiempo que pone en peligro a aquellos que se encuentran cercanos a dicha condición de precariedad extrema”, alertaron.