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Tomás de la Rosa / @TomásdelaRosa
El incremento desmedido de los precios en energía y alimentos en el mundo, generado por la pandemia, se agravó con el conflicto bélico de Rusia con Ucrania y el incremento de las tasas primarias de interés para contener la galopante inflación por parte de los bancos centrales, frenará el crecimiento económico. Con esto se corre el riesgo de la estanflación y dificultades en las finanzas públicas por los niveles de deuda, advirtió el Banco de Pagos Internacionales (BIS).
“El riesgo de estanflación se cierne sobre la economía mundial. A la amenaza de una nueva era de (alta) inflación se suman perspectivas de menor crecimiento y más vulnerabilidades financieras”, informó el fin de semana el BIS, el banco de 63 bancos centrales del mismo número de países en el mundo, en un comunicado de prensa para dar a conocer su Informe Económico Anual de 2022.
Desde sus oficinas centrales en Suiza, el banco que encabeza el economista mexicano Agustín Carstens (gerente general) advirtió que por primera vez después de la Segunda Guerra Mundial, la economía mundial enfrenta la amenaza de una mayor inflación. Esto, en un contexto de alta vulnerabilidad financiera, entre otros, por los altos niveles de deuda privada como pública.
El BIS recordó que la economía mundial experimentó un periodo de estanflación en la década de 1970, luego de alejarse de un periodo de baja inflación.
Según el Banco de México (Banxico), la estanflación es la “situación de una economía en la cual se presenta una reducción en el (PIB) nivel de la actividad económica, acompañada por una inflación elevada y creciente”.
“El shock estanflacionario es inherentemente” y su impacto en el crecimiento económico entre los países es desigual en todo el mundo, advirtió el banco. Incluso, comentó que a los países exportadores de materias primas les va mejor que a los importadores. Aunque para el mundo, como un todo, “el resultado es inequívocamente contractivo”
El impacto global es porque los productos básicos son un insumo de producción clave y un aumento en su costo limita la producción. Además de que, el aumento vertiginoso del precio de las materias primas ha impulsado la inflación en todas partes, exacerbando un cambio que ya estaba en marcha antes del inicio de la guerra de Rusia contra Ucrania.
Señaló que, desde abril pasado, tres cuartas partes de las economías del mundo ya experimentaban una inflación superior al 5.0%. Ante esto, los bancos centrales empezaron a incrementar las tasas de interés.
Por lo anterior, Carstens advirtió, según el comunicado de prensa, que “la clave está en que los bancos centrales actúen con prontitud y determinación antes de que la inflación se afiance (…) . Si se arraiga, los costos de reconducirla y controlarla serían mayores. Las ventajas de salvaguardar la estabilidad para hogares y empresas superan a más largo plazo cualquier coste en que se incurra a corto plazo”.
Enfatizó que un incremento desbordado de precios, “el encarecimiento de componentes específicos como alimentación o carburantes tiende a ejercer un efecto mayor y más persistente en la inflación general que cuando la inflación es baja”.
El encarecimiento de alimentos “amenaza con desencadenar un gran malestar social y político, especialmente en los países de ingresos más bajos. Una crisis alimentaria es una calamidad humanitaria que también puede tener consecuencias devastadoras para la economía”.
Por el lado financiero, señaló que, ante niveles de deuda privada históricamente altos, el impacto dependerá de la evolución de las tasas de interés y sus efectos en los mercados financieros, ya que un alto endeudamiento aumenta la sensibilidad del gasto y el riesgo de tensiones financieras.
Respecto al impacto en la economía, el BIS señaló que, si las tasas de interés siguen el camino implícito, para 2025 el PIB podría ser aproximadamente un 1.5% más bajo en relación con la tasa de referencia constante.
Para tener una idea de ese 1.5% menos en la economía global, representa alrededor de 1.3 billones de dólares, cifra que supera en casi 20% al PIB de la economía mexicana.
Un punto a destacar sobre la estanflación global, que señaló el BIS en la década de los 70, su impacto en México no se puede ver porque la memoria estadística del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) para el PIB data de 1980.
Para inflación sí hay datos y se observa que de 1970 a 1972 la inflación promedio fue de 5.1% y para 1973 aumentó a 12.1% para alcanzar un máximo de 29.1% en 1977.
Aunque para México, en los 70 no fue el peor momento estanflacionario, fue en los 80. En 1982 y 1983 el PIB retrocedió 0.01% y 4.4% con una inflación de 27.9% y 59.9%. Los altibajos de la economía mexicana se mantuvieron hasta 1989, sin embargo, la inflación se fue al cielo.
En 1985, la inflación fue de 65.4%, para 1986 fue de 57.7%, para 1987 de 86.2%, para 1988 de 131.8% y para 1989 de 114.2%. En ese lapso, sólo en 1985 y 1988 el PIB superó el nivel registrado en 1981.