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Por: Lilia Carrillo
Podemos estar de acuerdo o no con la estrategia de comunicación de la actual administración, con una continua exposición pública que inicia con las mañaneras y sigue a lo largo del día con videos o mensajes en redes sociales, cuyos mensajes no han logrado un cambio significativo en la confianza de los ciudadanos en temas clave como corrupción, seguridad y mejor calidad de vida.
Aunque el discurso público insiste en la reducción de delitos, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), en marzo de 2022, un 66.2% de la población mayor de 18 años consideró que vivir en su ciudad era inseguro.
Los puntos considerados más vulnerables son: los cajeros automáticos localizados en vía pública, el transporte público, el banco y las calles que habitualmente usa; prácticamente, el entorno inmediato donde llevamos a cabo nuestras actividades.
Tampoco ha mejorado la percepción de lucha contra la corrupción, que de acuerdo con cifras del propio Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), realizar pagos, trámites o solicitudes de servicios públicos implica desembolsar un promedio de tres mil 44 pesos en promedio, dando un total anual de cerca de nueve mil 500 millones de pesos.
Otro de los elementos que seguirá abonando a la desconfianza es la falta de un mensaje unificado. El ejemplo más reciente es el impacto del huracán Agatha en Oaxaca.
Más allá de la desaparición del Fideicomiso Fondo de Desastres Naturales (Fonden) que nunca fue investigado para transparentar sobre presuntos desvíos de recursos, la comunicación del vocero de Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, fue de contención subrayando que todo estaba bajo control, así como la importancia de la voluntad política para atender la situación; mientras que la administración de la Ciudad de México llamó a no politizar la tragedia y solicitar ayuda de la ciudadanía, lo que generó cuestionamientos.
La tendencia observada es que se mantendrá esta una brecha entre la comunicación y la percepción entre los ciudadanos, abriendo potenciales crisis de reputación y confianza autogestionadas, sumando un mayor desgaste de voceros ante situaciones evitables.
Lilia Carrillo es especialista en comunicación
Twitter: licarrillo